El patriarcado es un juez
“Las mujeres nos hemos reunido para gritar que el patriarcado es un juez, que nos juzga al nacer, y que nuestro castigo es la violencia que tú te niegas a ver”.
En Nueva Delhi y en Ayacucho; en el zócalo de Ciudad de México y frente a la Torre Eiffel; en un parque de La Habana y en una explanada en Estocolmo; en Ñuñoa y en Nueva York; bajo el sol inclemente, contra el viento que despeina; en las calles de Melbourne y frente al Alhambra en Granada: las mujeres de diversos lugares del mundo hemos salido y nos hemos reunido para gritar que el patriarcado es un juez, que nos juzga al nacer, y que nuestro castigo es la violencia que tú, sí tú, lector, te niegas a ver.
Y la culpa no era mía, ni donde estaba, ni cómo vestía.
Porque la culpa nunca será de la niña awajún que es violada por su profesor intercultural bilingüe; jamás tendrá la culpa la joven abogada violada por sus compañeros durante una larga noche trabajando en el Gran Estudio de Abogados; nunca será culpable la campesina de 16 años forzada por siete sinchis en 1981 y sin encontrar justicia 39 años después; nunca serán responsables de sus propias violaciones las mujeres y niñas de Manta y Vilca violentadas sistemáticamente durante diez años por militares que debían protegerlas.
El violador eras tú.
Pues a pesar de que el Estado en su pacto patriarcal se convierte en el primer cómplice de la impunidad, aún con la frondosidad de leyes que apoyan los avances de las mujeres, el sentido común machista arraigado en nuestros países justifica que los policías, fiscales, jueces, médicos legistas y todo el aparato administrador de justicia que debería protegernos, crea que hicimos algo para provocar la violación.
El Estado opresor es un macho violador/ El Estado opresor es un macho violador.
Y para aquellos juristas y politólogos que quieran hacernos mansplainning y decirnos que el “Estado” es un ente y por lo tanto no puede violar; yo, desde la amplia gama de figuras literarias, les objeto: estamos obviamente ante una metáfora. Porque si los funcionarios del Estado en sus prácticas cotidianas siguen avalando la violencia contra las mujeres; si el Ministerio de la Mujer denuncia a la niña violada que se metió palitos de tejer en la vagina para abortar y llega con una septicemia al hospital público; si se posterga por miedo a los grupos fundamentalistas el debate de la despenalización del aborto en caso de violación; entonces…
El violador eres tú.
El violador eres tú.
El violador eres tú.