Sociedad

Porciúncula, ceremonia que alimenta a los más necesitados ya es Patrimonio Cultural

Según el Ministerio de Cultura, la Porciúncula une el acto religioso con uno de solidaridad a través del reparto de un sustancioso puchero, preparado en enormes ollas.

Declaran a la Porciúncula como Patrimonio Cultural de la Nación. Foto: Andina
Declaran a la Porciúncula como Patrimonio Cultural de la Nación. Foto: Andina

La preparación de Porciúncula, una ceremonia gastronómica y religiosa que expresa los valores de la comunión y la solidaridad reúne a los monjes de la Orden Franciscana en el Convento de los Descalzos del Rímac cada año. Por ello, fue declarada como Patrimonio Cultural de la Nación.

La disposición del Ministerio de Cultura señala que la tradición está vinculada desde sus inicios a la historia y cultura de uno de los distritos más antiguos de Lima, así como una de las instituciones religiosas más emblemáticas.

La Porciúncula es una especie de rito de solidaridad que se remonta al siglo XIII, como parte de la actividad pastoral iniciada por Francisco de Asís en su natal Umbría, Italia.

Él se propuso reconstruir una capilla de pequeñas proporciones conocida como Porziuncola e instituyó la preparación de la nutritiva sopa como una manera de compartir y, en especial, de alcanzar el perdón por el Día de la Indulgencia de los pecados. Este mismo concepto se difundió en América Latina.

En el Perú, los franciscanos difundieron la ceremonia en el Convento de los Descalzos del Rímac, durante el Virreinato.

“La ceremonia de la Porciúncula fue reproducida por los frailes del Convento y pronto se convirtió en una de las más concurridas, tanto por la población de escasos recursos como por la pudiente”, indica la resolución.

Ya a mediados del siglo pasado, la ceremonia se difundió en otros distritos como Barranco, Magdalena, Breña, Jesús María, Callao y al resto del país.

¿Qué se prepara en la Porciúncula?

El platillo es un puchero o sopa. Se requiere de un gran número de voluntarios para preparar la sopa.

Su preperación reúne a voluntarios y franciscanos cada 2 de agosto. Además, son imprescindibles las donaciones, pues la congregación recibe unos 500 kilogramos de carne, menudencias, yuca, zapallos y otros ingredientes en donaciones para la preparación que se realiza en ollas de enormes tamaños.