Rosa Alayza Mujica: "El Parlamento se ha convertido en el lugar en donde se cocina la dictadura"
La experta asegura que la sociedad peruana no es precisamente democrática, sino que está en proceso de democratización. No cuestionarse esta realidad impedirá mejorar la calidad de participación política, por ejempleo, en la efectividad de las protestas.
Por: Alejandro Céspedes García
― El 80% de los peruanos desaprueba a la presidenta Dina Boluarte y 91% al Congreso. ¿Cómo describiría la ausencia de movilización ciudadana a pesar de que la crisis parece ser peor?
― Estamos en un momento de incertidumbre en la política que afecta todas sus dinámicas. Esto incluye a las movilizaciones políticas. Esta ausencia de reacción ciudadana tiene que ver con esto, pero además es afectada por otros factores. (...) Algunas encuestas arrojan datos que mencionan que el nivel de interés por la política en las personas de 18 a 35 años es de menos del 40%. Al respecto, puedo esbozar algunos factores; por ejemplo, la idea de que cada uno tiene que ver cómo se salva, cómo construye su futuro, trabajando todo el día. Otro elemento explicativo tiene que ver con los fracasos. Vivimos una crisis política para ver cómo llegamos al 2026; sin embargo, esta crisis viene de más atrás. Los partidos políticos no han sido polos de atracción para los jóvenes. Si los había, su comportamiento se ha caracterizado, por decirlo de alguna manera, como “poco juvenil”; es decir, parametrado en ciertas formas políticas antiguas de funcionar.
― Hay diferencias históricas, comparando por el contexto álgido del 2000 y el actual. Vimos una movilización enorme con Merino; sin embargo, algunos dicen que hay apatía por parte de los jóvenes. ¿cuál es tu opinión?
Algunas encuestas arrojan datos que mencionan que el nivel de interés por la política de las personas de 18 a 35 años en menos de 40%. Al respecto, puedo esbozar algunos factores, por ejemplo, la idea de que cada uno tiene que ver cómo se salva, cómo construye su futuro, trabajando todo el día. Otro elemento explicativo tiene que ver con los fracasos. En el corto plazo, vivimos una crisis política para ver cómo llegamos al 2026. Sin embargo, esta crisis viene de más atrás. Los partidos políticos no han sido polos de atracción para los jóvenes. Si los había, su comportamiento se caracterizada por decirlo de alguna manera como “poco juvenil”, es decir, parametrado en ciertas formas políticas antiguas de funcionar. La precarización de la vida laboral de la vida joven representa un aspecto complicado para que ellos puedan sentarse con calma y asimilar una serie de elementos que puede exigirte la política. Confiar mínimamente en lo que el dirigente político diga la verdad.
― ¿Y las organizaciones de la sociedad civil?
― Tienen enormes dificultades para comunicarse con los jóvenes. No renuevan sus discursos y no diseñan nuevas formas de articularse con los sentires de las juventudes. Las demandas políticas no se capitalizan porque o no te sientes cuestionado o tu agenda está muy llena por prioridades individuales o de tu grupo, o no logras sentirte motivado por discursos renovados que atraigan, convenzan y convoquen. En resumen, la crisis en la que estamos ha maltratado a nuestra débil y frágil democracia y su institucionalidad, no solo está en la esfera alta de la política, sino que ha llegado hasta la vida de la sociedad. Es muy importante sentirnos cuestionados en ese sentido, si no no vamos a cambiar absolutamente nada.
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― ¿El uso de fuerza excesiva desincentiva la protesta?
― Si comparas las fotos de las movilizaciones del 97 y las fotos que hemos tenido este año en Lima, son completamente distintas. Los movilizados del 97 no tenían que usar cascos, no tenían la cara tapada, y eso que en el 97 no estábamos en un gobierno democrático. Ahora tienes que ir acompañado y cubrirte por si acaso te cae un perdigón. Creo que las condiciones de fuerza se han acrecentado. Pero si a eso se le suma que no estamos organizados, que los grupos son pequeños y no articulan bien entre ellos, ¿quién protege a quien no está organizado?
― Parece que aprobar reformas constitucionales al caballazo como la bicameralidad, aprobar sanciones a exfiscales y quitar autonomía es la nueva consigna del Congreso. ¿Cómo impacta esto en la democracia?
― Estoy de acuerdo con la bicameralidad, pero no en esos términos. El Congreso dice “yo quiero controlar el poder para quedarme y hacer ciertas reformas que yo considero importantes”. Y lo malo es que todas esas reformas tienen la misma lógica: “el Parlamento controla a todas las instituciones y nadie controla al Parlamento”. Es un ejercicio de monopolio del poder, que es dictatorial, en ese sentido. (…) Creemos que el siguiente capítulo de la telenovela es el hartazgo que conduce a una manifestación. Muchos analistas piensan eso. Les pregunto ¿por qué asumen eso? Yo tengo mis dudas. Cada día podemos hablar menos de democracia. Creo que el campanazo fueron los muertos en las movilizaciones, cuya responsabilidad no ha sido reconocida por el Estado. A partir de allí es muy difícil hablar de democracia, cuando un principio tan fundamental como respetar la vida de la gente bajo derechos que todos podemos ejercer no ha sido respetado. Se quiere pasar la página como sea.
― Keiko Fujimori no descarta postular a la presidencia. ¿Cómo ve al fujimorismo frente a otras fuerzas políticas?
― Si comparas las bancadas en el Congreso de derecha, el fujimorismo está mucho más fuerte en su estructura. Tiene más camino recorrido. Puede haber perdido base popular, pero tiene mucha más experiencia en el Congreso. Su juego es estratégico. ¿Por qué se colocan en las comisiones que quieren? Para controlar también a sus aliados. En política no hay que enterrar a nadie.
― Este asunto está muy relacionado con el control parlamentario en el ejercicio del poder…
― Todos los sectores que están en el Congreso no tienen una idea clara de la defensa de las instituciones democráticas, de la independencia de las instituciones ni de la importancia de la carrera pública. El Estado y sus instituciones están siendo devorados por la corrupción y la ineficiencia. O saco a los personajes que son incómodos o les quito la independencia institucional para controlarla (...) El Parlamento se ha convertido en el lugar en donde se cocinan los elementos de la dictadura y el Ejecutivo aparece acompañando de forma permisiva este proceso.
― ¿Dina Boluarte llega como presidenta al 2026?
― Todo dependerá cómo el fujimorismo muestra sus cartas. Se ve un ligero cambio de juego, pero aún es un camino que se está abriendo. Las declaraciones de Keiko son formas de negociación tensa con Dina Boluarte.
― Alberto Vergara sostiene que se ha roto el consenso democrático en el Perú, ¿cuál es tu opinión al respecto?
Mi preocupación va más allá de eso. Sabiendo que se ha roto ese consenso democrático, es decir, cuando los gobernantes no tienen problemas de cambiar las normas para elegir autoridades, o de reconocer responsabilidades. Legalmente seguimos en democracia, pero los hechos muestran lo contrario. La sociedad peruana no es precisamente democrática. Se está democratizando, pero no tiene un pensamiento común democrático. Y no es un problema de las clases altas, sino de las medias y las bajas. Los sectores que comprenden la dictadura parlamentaria son muy pequeños. Si no reaccionaron ante algo tan serio como la muerte de peruanos, veo muy difícil que la idea de dictadura parlamentaria los mueva. Quienes la vemos, nos movemos en una burbuja de respeto de las instituciones. Si en la vida social no aprendemos a tener gestos democráticos, no esperemos que se dé en la política. Tenemos que aprender a conectar estas cuestiones con la vida.