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Política

Carlos Cornejo: "Convivimos con la muerte y desde el Poder no percibo preocupación por los DD. HH."

El periodista precisó que existe una desatención por los derechos humanos en los últimos gobiernos del Perú, desde que se salió de la dictadura de Fujimori, incluido el de Dina Boluarte, y plantea otras formas de resolver un conflicto que está cada vez más cerca de llegar a su "punto de inflexión".

Periodista Carlos Cornejo.
Periodista Carlos Cornejo.

Sobre Carlos Cornejo pasa una basta trayectoria que involucra las épocas más convulsas de la historia peruana. Esta lucidez lo llevaron a ser una de las primeras y pocas figuras periodísticas en poner sobre la mesa el respeto irrestricto a los derechos humanos, y desde Rimanchik, recordó constantemente que más allá de un bien público y el orden constitucional, se encuentra la preservación de las vidas de los peruanos. Hasta el momento son 53 vidas que han sido arrebatadas desde el inicio de las manifestaciones contra del Gobierno de Dina Boluarte.

Hoy, en exclusiva para La República, Carlos Cornejo conversó sobre la ausencia de este sentido de cuidado de la vida desde los últimos gobiernos que se han dado en el Perú, y cómo se le puede dar solución a un estallido social que lleva tras de sí años de errores estructurales.

Me gustaría empezar conversando sobre a la posición adoptada por Rimanchik desde inicios de esta crisis. El tuyo fue uno de los primeros programas en los que se empezó a hablar sobre la defensa de los derechos humanos, y teniendo en cuenta que el Ejecutivo ha ejercido cierta presión ante estos gestos, ¿Tú has experimentado alguna de estas situaciones?

— Yo estoy en Rimanchik desde hace casi un año. Entré en paralelo a TV Perú y a Radio Nacional, y lo que he encontrado en este año es una apertura muy grande, a entender que se trata de un programa de opinión, en el que se hacen entrevistas; y en ese sentido, los tres presidentes que forman parte del directorio han sido muy respetuosos conmigo respecto a mi posición y mi mirada respecto a la defensa de la vida y los derechos humanos.

En una coyuntura en la que muchos medios han preferido obviar la vulneración a los derechos humanos ¿Cómo evalúas el tratamiento noticioso en esta crisis política?

— En el caso de TV Perú, que es un canal del Estado. Desde mi perspectiva no puede haber, en un canal estatal, algo más importante que la defensa de la vida humana. Y eso no es un invento mío, está en la Constitución y en la Ley. Para mí siempre será una sorpresa que haya personas que crean desde los medios de comunicación, que la vida es algo secundario. Es una contradicción, es incomprensible que la vida humana no sea motivo para poner siempre en la primera línea de defensa y por encima de cualquier otra consideración, ya sea de los aspectos económicos, de cualquier otro aspecto. Pienso que lo que hemos hecho desde Rimanchik es defender el principio de la vida, entendiendo que es un espacio en el que además me permiten hacer un trabajo periodístico de forma independiente que de alguna manera acompaña esta posición.

¿Crees que exista una desatención por parte del Gobierno respecto a enfoques más humanistas y empáticos; sobre todo si en cada discurso de Dina Boluarte se reitera que se protege la vida de 33 millones de peruanos?

— Yo estoy a punto de cumplir 51 años, llevo en el periodismo casi unos 30 años y tengo la sensación de que, salvo en el Gobierno de Valentín Paniagua, que toma la decisión de impulsar la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, la posición en general respecto a la defensa de la vida y los derechos humanos es un pendiente.

No solo del Gobierno de la presidenta Dina Boluarte sino en general. En el Baguazo, en junio del 2009, perdimos a 33 personas, 23 eran policías; en la Marcha de los 4 suyos hubo 6 personas fallecidas.

Es decir, yo creo que convivimos con la muerte y desde el Poder no percibo en general que los derechos humanos sean la preocupación. Creo que el cotidiano, el día a día, la política en general hace que rápidamente se olvide del norte por principios.

Si este es un problema estructural, ¿consideras de que en esta situación actual, exista la posibilidad de llegar al establecimiento de un diálogo, teniendo en cuenta las declaraciones del Gobierno?

— Mira, yo tengo la sensación de que sostener un conflicto, esta suerte tensión que se expresa en la calle durante tanto tiempo es muy difícil. A mí me parece que no puede durar mucho porque en algún momento tenemos que llegar a un punto de inflexión. Que tiene que ver, por supuesto, con voluntad política, con ganas de que las cosas ocurran, donde se va a imponer el diálogo. Honestamente, lo creo.

Por ejemplo, ver las manifestaciones de ayer, en Ica, en donde población de la ciudad se sumaba a la Policía para enfrentar a manifestantes, me parece que abunda en el deterioro de un conflicto que se está extendiendo. La palabra caos va a ser reemplazada por la palabra anarquía si algo no ocurre pronto.

Creo que sí es necesario el diálogo en todas sus formas y pienso que, finalmente, en algún momento tienen que ceder, alguien tiene que ceder. No te podría decir quién cederá primero, pero esta situación, este estado tienen que pararlo ya porque siempre la violencia genera más violencia.

¿Crees que este punto de inflexión esté cerca?

— No me imagino esto meses y meses, no. No te imaginas el impacto que puede tener, no solo en la posibilidad de pérdidas de vidas humanas, tanto de manifestantes como del fallecimiento de policías en enfrentamientos, o que haya heridos. Es decir, mi sensación es que esto no puede durar muchos meses. De verdad, sería insensato por quienes tienen que resolver el conflicto, que son las partes enfrentadas que no pueden llegar a un acuerdo mínimo.

Algo tiene que suceder, no sé si de pronto puede aparecer un interlocutor válido, un mediador, que puede ser la Conferencia Episcolal o revitalizar el Acuerdo Nacional, pero con muchos más agentes políticos o de pronto los gobiernos regionales. Mi sensación es que algo tiene que venir por ahí porque esto es no solo agotador sino inviable.

Está la idea de que se pueda adelantar en las elecciones para diciembre de este año. La pregunta ahí sería: ¿llegaremos con una situación así hasta diciembre de este año? Porque no es que existan intenciones de acercamiento en sí.

— Mientras te escuchaba, pensaba en que no debemos perder en vista algo que ocurrió en la pandemia y que pudimos evidenciar. Cuando las políticas que se implementaron no resolvieron los problemas para mucha gente y es esto de la informalidad. Aproximadamente, más del 80% de nuestro país es informal y tienen que trabajar cotidianamente y moverse y desplazarse, usar las carreteras. Y claro, eso está hoy parado y son un grupo de personas que en algún momento también van a mostrar indignación; y van a decir: ¡Oye, basta, esto no puede continuar!.

Por eso te hablaba un poco de Ica, esta manifestación que se ha presentado es paradigmática. Cuando tu me dices meses de meses, para mí eso seria un polvorín, eso sería una situación de absoluto descontrol al que creo que no deberíamos llegar. Incluso hay que apelar a la voluntad política.

Cuando el Congreso y su Comisión de Constitución están haciendo todo lo posible para modificar las cosas de tal manera que el sistema electoral los beneficie a ellos en las próximas elecciones o, como no les cae bien ni Salas Arenas ni Piero Corvetto, estén intentando generar cambios en la Ley Electoral, es una irresponsabilidad extraordinaria.

En fin, las salidas no son claras, yo no cuento con ellas, pero nunca he visto salidas políticas sin que mediara la voluntad de diálogo necesario, y la voluntad política para hacerlo.

En el fujimorato se vio acorralado en el 2000. Cuando Fujimori ya había huido del país, el fujimorismo se volcó rápidamente a resolver una crisis, pero claro, ahí estaban en una situación de desventaja, muy avergonzados por la fuga del dictador. Esto fue sumado a una suerte de voluntad que existía. Hoy eso en el Congreso no parece existir, de momento.

Respecto a la época del fujimorismo, y recordando un poco lo sucedido el último sábado 21, cuando la PNP ingresó a la San Marcos. Hay quienes han señalado que este ingreso ha sido como volver a los 90. En medio de una situación de terrorismo ¿Consideras que sea así, tratándose de este Gobierno que muchos consideran autoritario?

— Si mi memoria no me falla, y ya habiéndose producido el golpe de Estado del 92. El presidente Fujimori, en el intento de mostrar una acción de fuerza, entra a San Marcosy el Ejército también para borrar las pinzas, un poco ordenar la casa, y Fujimori es recibido a pedradas por por los estudiantes, pero esa era una universidad que estaba tomada absolutamente por Sendero y con sectores del MRTA se disputaban el comedor y varias áreas.

El San Marcos de hoy no tiene nada que ver con el San Marcos del año 92. Entonces, una intervención como la ocurrida el día sábado, que además tuvo 193 detenidos, de los cuales 192 luego fueron puestos en libertad. A mi me habla de un operativo que se hizo con muy poca inteligencia y muy mal llevado. Y creo que la doctora Jerí Ramón se equivocó; creo que no vio la necesidad de hacer la política más solidaria, más empática.

Cosa que sí hizo el rector de la UNI, que actuó no solo con la inteligencia y la empatía, sino también con el manejo político necesario para una situación inflamable como podía ser la entrada a una universidad, en la lógica, además, de la autonomía universitaria y en la lógica de lo que representa San Marcos para el Perú.

No quisiera calificar al Gobierno de Boluarte como autoritario, porque creo que todavía hay elementos para pensar que no estamos al nivel, pero sí creo que es necesario que responda políticamente a esta situación y encuentre los canales y los caminos para buscar la paz social que necesitamos.

¿Crees que sea capaz, teniendo en cuenta sus acciones en este último mes de Gobierno, luego de expresiones como las de ayer sobre Puno?

— Sí, pero, también hay que reconocer que, posteriormente, la presidenta mediante las redes sociales se disculpó.

Lo que quería decir, es que, ayer; mientras conversaba en el programa con Jorge del Castillo, a quien lo invitamos por su experiencia como exprimer ministro y además como congresista de la República; y él usó una palabra, que él señaló para decir lo que el Gobierno necesitaba en este momento para resolver. La palabra era sagacidad.

Cuando le repregunté, pero qué significa sagacidad, significa volcar a tus mentes más lúcidas, a tus cabezas más equilibradas, templadas a un auténtico diálogo, pero de verdad. No este ejercicio de decir que voy, no hay nadie, no funciona, sino hacer una convocatoria a un diálogo de verdad, honesto y amplio. Y ahí venía otra duda, ¿con qué interlocutores?

Exacto

— Hay que encontrarlos y hay que escuchar. De pronto, más que diálogo es escuchar. Porque cuando ves a la gente que viene de las regiones a reclamar, con toda justicia, lo que están diciendo también es "escúchanos". Nosotros tenemos algo que decir en la lógica de la postración y la pauperización en la que vivimos.

Por eso es que la Conferencia Episcopal puede ser un buen aliado, en este momento, pues siempre hay actores que desconfían profundamente del Gobierno.

Existen quienes han planteado a Alfonso López Chau como una de estas opciones, por ser quien actuó en un primer lugar de manera solidaria. ¿Con qué otros actores políticos crees que se podría contar?

— Estoy convencido de que es una figura que ha demostrado tener esa empatía, pero pienso también en Max Hernández, pienso en el monseñor Cabrejos, pienso en el arzobispo Castillo, gente lúcida hay.

Puede incluso, ser gente en regiones. En Rimanchik durante todo este año nos hemos propuesto abrir voces de politólogos de regiones y de la academia, para impulsar las voces desde el interior de nuestro país y ver cómo está percibiendo la realidad y ha sido un aprendizaje magnífico.

Gente hay, puede armarse una bonita comisión de trabajo. Siempre el diálogo hará que las cosas sean un poco más lentas, pero van a tener más asidero. Van a tener más profundidad creo que podríamos llegar a acuerdos más interesantes.

Periodista de la sección política, cinéfila y melómana.