Por Raúl Tola Nosotros matamos menos que los dos gobiernos que nos antecedieron». La infeliz frase, seguida de una risotada, le costó a Jorge Trelles su cargo como vocero de Fuerza 2011. Para la candidatura que defiende fue imprudente y torpe, un tropiezo capital. Pero para quienes no participamos de la campaña sino como meros espectadores, fue un recordatorio más del cinismo que caracteriza a varios representantes e ideólogos del fujimorismo, que hoy aspira a una vuelta al poder. La frase se suma a lo dicho hace poco por Martha Chávez que, envalentonada por el pase de su candidata a la segunda vuelta, no dudó en amenazar a César San Martín, el magistrado que condenó a 25 años a Fujimori por las violaciones contra los DDHH cometidas durante su gobierno, y hoy presidente del PJ: «El doctor San Martín tendrá que responder por varias cosas en su momento», dijo Chávez. Para evitar desatinos posteriores, fue llamada al orden, y no se ha vuelto a oír de ella. Increíblemente, ambos exabruptos ocurren mientras Keiko Fujimori hace denodados esfuerzos por limpiar su postulación del lastre que supusieron las violaciones contra los DDHH cometidas durante del gobierno de su padre, hoy preso en la sede de la Diroes. En esta nueva versión, quisiera parecerse cada día más a aquel incierto estereotipo que tanto han empleado sus factótums y ser una «caviar». En su intento por minimizar la avalancha de críticas que han producido las afirmaciones de Trelles, la candidata de Fuerza 2011 se apuró a decir: «Es una frase desafortunada, yo no estoy de acuerdo, espero que la corrija». Rafael Rey, segundo de la fórmula, añadió: «Esa frase infeliz pronunciada por Jorge Trelles comprende un pensamiento que no solo no compartimos, sino que rechazamos. El señor Trelles, por esta infeliz frase, ha dejado de ser vocero de Fuerza 2011». Curiosas palabras de quien perdió su cargo como ministro de Defensa por una circunstancia similar: el DL 1097, una amnistía encubierta a violadores de DDHH. Declaraciones como las de Jorge Trelles y Martha Chávez, cargadas de prepotencia y necedad, nos recuerdan cuán acostumbrado ha estado el fujimorismo a gobernar sin conciertos y violentando la legalidad. Su torpeza (o sinceridad) revela además el verdadero sustrato de un pensamiento totalitario, pragmático y descarado, que ningún cosmético conseguirá disimular. Quizá sea la conciencia de gran parte de la población sobre estos temas la que ha impedido que la distancia entre Fuerza 2011 y Gana Perú se anche. ¿Cambiará algo la penosa intervención de Trelles? En mi columna pasada afirmé que: «El cruce experimentado la última semana en las encuestas, que por primera vez ubican a Keiko a la cabeza de la contienda electoral, parece irreversible». Luego de todo lo dicho, hoy quiero agregar algo que obvié en esa oportunidad: ojalá me haya equivocado.