Salida de Durand de Nuevo Perú es muestra de la dificultad de cohesión en la izquierda
Anahí Durand pasó de ser uno de los principales rostros de la alianza de las izquierdas con Pedro Castillo a ser el síntoma de un nuevo cisma. Expertos advierten que, en un país lleno de partidos políticos carentes de institucionalidad, las fragmentaciones son algo cotidiano.
Durante la campaña electoral del 2021 y en los meses posteriores, se habló sobre la necesidad de consolidar la unidad de la izquierda en torno al gobierno de Pedro Castillo, una vieja directiva que parece tener apariciones cíclicas en la escena política, pero que difícilmente encuentra los canales y las voluntades para materializarse. Lo más cercano que tuvimos fue la alianza entre Nuevo Perú y el Gobierno actual, pero – como suele pasar en el Perú – estas uniones parecen tener una fecha de caducidad muy cercana. La República conversó con expertos en análisis político para entender qué ha pasado con la izquierda y por qué parece condenada a siempre dividirse.
Ante ello, la analista política Katherine Zegarra advierte – en entrevista con este medio – que en el Perú los partidos políticos en general suelen ser débiles y carecen de institucionalidad, por ello la falta de cohesión no sería patrimonio de agrupaciones partidarias como Nuevo Perú: “Los partidos en el Perú son bastante débiles y desinstitucionalizados. En ese sentido, la izquierda no se separa de ello. (…) La salida de Durand representa la dificulta que tienen los partidos de izquierda para mantenerse cohesionados, pero se debe señalar que esto no es una característica únicamente de ellos, porque los de derecha tampoco cuentan con un solo partido que los represente”, señala.
La experta señala que la mayoría de ciudadanos no se sienten representados por los partidos políticos, ya que fuera del fujimorismo son pocos los que han alcanzado a generar una identidad partidaria. Advierte que un problema de la izquierda es que los diferentes movimientos que la integran no suelen coincidir en temas clave, como los derechos ciudadanos, o encuentran en las posturas progresistas un motivo de discusión: “Los partidos de izquierda son pequeños en términos numéricos, muchas veces no comparten ciertos ideales, como la posición que se tiene sobre derechos ciudadanos, u otras posturas más progresistas o conservadoras en el plano civil”, agrega.
Reacción del Nuevo Perú fue injusta e innecesaria, advierte experto
La exministra de la Mujer Anahí Durand dejó la presidencia del Nuevo Perú tras ser separada por elegir permanecer como consultora en la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), luego de que su partido considerara oportuno romper su alianza con el Gobierno del presidente Pedro Castillo. Para el politólogo de la Universidad Católica de Santa María (UCSM) Anthony Medina, la reacción de esta agrupación de izquierda fue “injusta e innecesaria”.
“Me parece normal que una persona trabaje para un Gobierno con el cual comparte su signo ideológico. Lo extraño habría sido que Anahí Durand trabajara para un Gobierno de derecha. En ese sentido, la reacción al interior de Nuevo Perú ha sido injusta e innecesaria, ya que todos sabemos que hoy día nadie vive exclusivamente de realizar actividades partidarias, como podía ocurrir en los viejos partidos históricos del siglo XX”, declaró a La República.
Foto: Antonio Melgarejo Yaranga.
A su salida, Durand emitió un comunicado en el que advirtió que Nuevo Perú “ya no es útil a las clases populares peruanas”, al haber cometido el error estratégico por sumarse “al campo opositor, ya copado por la derecha, fungiendo de furgón de cola del centro derecha”. Ante ello, Anthony Medina señala que la izquierda necesita reenfocar sus objetivos y alejarse de esa contradicción entre la misma y la derecha, la cual parece solo estar presente en ciertos sectores socioeconómicos de la capital.
“La contradicción izquierda-derecha sólo existe entre las clases altas y medias de Lima, unas cinco o seis ciudades grandes y en Twitter. En el resto del Perú, la única y verdadera contradicción es “Los de arriba vs. Los de abajo”; y el voto de Castillo más que un voto de izquierda es un voto “de abajo”, como lo fue en su momento por Ollanta Humala y por Alejandro Toledo. Mientras la izquierda políticamente existente no acepte esa realidad y no calibre sus objetivos y metas en ese sentido, va a seguir estancada”, señala.
La necesidad de un recambio en la izquierda
Katherine Zegarra advierte que los bajos índices de aceptación de Castillo tendrán un impacto en la percepción que tienen los ciudadanos sobre los partidos de izquierda: “El fracaso de Pedro Castillo, en el sentido del muy poco apoyo que tiene y la desaprobación de su Gobierno, probablemente afecte a otros partidos de izquierda”, señala. Considera que, más que nuevos rostros, en reemplazo de Verónika Mendoza, lo que requiere el país es “una opción que represente un posicionamiento más progresista”, que se genere dentro de los partidos de izquierda, derecha y de centro.
Por su parte, Anthony Medina considera que, más allá de nuevos nombres, el gran rival de la izquierda es el status quo que no logran alterar pese a sus promesas de campaña: “Más allá de personalidades, el problema de la izquierda es que no logra generar correlaciones de fuerzas suficientes para impulsar cambios profundos, y lo que prima es un statu quo casi inamovible. Si Castillo no ha podido lograr un consenso para impulsar una asamblea constituyente, ¿alguien puede creer que Veronika Mendoza sí lo habría hecho?”, advierte.