Julissa Mantilla: “Hay tendencias preocupantes como los discursos amenazantes de autoridades contra la prensa”
La presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos señala que “los estándares interamericanos establecen una diferencia en el rol de las fuerzas policiales para el control de la seguridad diaria, y el de las fuerzas militares”.
Julissa Mantilla es la primera peruana en asumir la presidencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y por ello no puede pronunciarse sobre lo que ocurre aquí. Sin embargo, de forma general, advierte que están preocupados por las agresiones a la prensa y el uso desproporcional de la fuerza, entre otros temas.
¿Cuáles son los desafíos que tiene al ser la primera peruana que lidera la Comisión Interamericana de DDHH?
Más allá del rol que significa asumir la presidencia de un organismo como la Comisión Interamericana, el hecho de ser mujer y la primera peruana es una enorme responsabilidad, porque siento que se abre camino para que otras mujeres peruanas puedan asumir posiciones similares, y sobre todo para las niñas. Y por otro lado, debe invitarnos a una reflexión, pues la Comisión Interamericana tiene más de 60 años y el 2021 por primera vez hubo una junta directiva de tres mujeres. Y ahora la Corte Interamericana por primera vez tiene tres mujeres juezas. Eso nos hace reflexionar sobre cómo, más allá de la preparación y el esfuerzo que las mujeres podamos realizar, continúan los obstáculos para acceder a posiciones de decisión y de poder. Esa reflexión tiene que acompañar la labor que voy a tener como presidenta, y a eso sumar toda la visión general que debemos trabajar con el equipo de comisionados, de los desafíos que se dan en la región.
¿Por ser todas mujeres, vivieron situaciones machistas?
Muchísimas. Tuvimos y tenemos. Y te voy a dar un ejemplo muy cotidiano, como es el trato que pueden recibir los comisionados varones: los presentan con ese título, y a las mujeres, independientemente de nuestro rol, muchas veces nos llaman directamente por nuestros nombres; o se nos trata de “tú”, mientras a los comisionados hombres se les trata de “usted”. Eso que puede pasar desapercibido para muchas personas es un micromachismo y un obstáculo constante, porque en los espacios de toma de decisiones, incluso en el ámbito de los derechos humanos, que han sido aparentemente construidos desde una perspectiva neutral, en la práctica hay una visión androgénica todavía. Por eso nosotros, en la Comisión, y ese es el reto enorme que tengo, apostamos por la transformación de estos espacios de toma de decisiones, de monitoreo, de la investigación de peticiones y casos y demás mecanismos.
Un tema que ve la CIDH es la agresión a la prensa, que muchas veces es alentada por los presuntos responsables. ¿Qué acciones toman para prevenir estos hechos?
Tenemos dos relatorías especiales, una de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; y otra de Libertad de Expresión. En el ámbito que me preguntas, la Comisión ha identificado algunas tendencias muy preocupantes. En primer lugar, los discursos amenazantes de autoridades públicas y estigmatizantes contra la prensa. Más allá de discrepar de la labor que se puede ejercer desde el periodismo, nos preocupan esas amenazas, que a la larga ponen en situación de desprotección a los periodistas. Tenemos el caso de México, un país en el cual ha habido muchas denuncias de agresiones a periodistas e incluso homicidios de periodistas que contaban con medidas de protección. Por otro lado, está el tema de las tecnologías. Hemos identificado que usan el programa Pegasus para intervenir computadoras y teléfonos de periodistas. En el monitoreo que realizamos, recogimos testimonios de mujeres periodistas que, además de toda la persecución que te estoy planteando, tuvieron situaciones particulares de género, amenazas de violencia sexual, e incluso el uso de fotos personales y de sus hijos para amenazarlos. Y vinculado a la libertad de expresión, están las protestas. Cuando se cubren, también hay amenazas contra las personas que dan la información. Estos son solo algunos ejemplos de la labor de monitoreo que la Comisión tiene a cargo con el apoyo específico de la Relatoría de la Libertad de Expresión.
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¿Envían esos informes a los Estados con recomendaciones para que tomen medidas?
Nuestros informes están publicados en la página web. Evidentemente también se les envía a los Estados. Tenemos, por ejemplo, un informe sobre protesta y derechos humanos, y se vincula a los otros mecanismos de trabajo de la Comisión. Publicamos el año pasado el informe de derechos humanos sobre El Salvador, en el cual, además de todas las situaciones identificadas, se particularizó la situación de los periodistas, y entre las recomendaciones que se le hizo está facilitar una visita de la Comisión hacia este país, pero debe contarse con la anuencia del Estado. Por ejemplo, las observaciones que la Comisión realizó en el caso de Chile, Colombia y Perú tienen recomendaciones para los Estados. Nosotros trabajamos con el monitoreo constante, y seguimiento de las recomendaciones.
Se ha denunciado un excesivo uso de la fuerza en las protestas en varios países. ¿Está volviéndose una generalidad preocupante en la región?
Es preocupante cómo se usa la militarización, no solo para el control de las protestas sino de las fronteras. Los estándares interamericanos establecen una diferencia en el rol de las fuerzas policiales para el control de la seguridad diaria, y el de las fuerzas militares. Si bien el Estado tiene la potestad de garantizar la seguridad, el uso de la fuerza debe ser proporcional y no puede violar los derechos humanos. Para poner un caso, está el de Atenco contra México, en el que la Policía reprimió una protesta y al hacerlo violaron a muchas mujeres. La Corte Interamericana señaló que en casos de protesta era necesario exigir una protección particular a cierto grupo, como las mujeres. El uso de la fuerza debe ser ponderado, excepcional y regulado de acuerdo a los estándares.