Política

Paolo Sosa: “Existe una tentación autoritaria tanto en el Gobierno como en la oposición”

El politólogo brinda algunos puntos tratados en la mesa de análisis que se realizó el último martes en el IEP con los analistas Santiago Anria (Dickinson College), Laura Gamboa (Universidad de Utah) y José Luis Rénique (Lehman College).

Crisis. Para el analista Paolo Sosa, se está erosionando la capacidad de deliberar, del diálogo. Foto: Antonio Melgarejo / La República
Crisis. Para el analista Paolo Sosa, se está erosionando la capacidad de deliberar, del diálogo. Foto: Antonio Melgarejo / La República

¿Existe el peligro de la tentación autoritaria en el Gobierno de Pedro Castillo?

Precisamente en la reciente mesa de reflexión en IEP debatimos tanto la cuestión ideológica y práctica de esa tentación autoritaria que hemos visto en otros proyectos en la historia y la región. Creo que hizo muy bien Rénique en resaltar esas ideas grandilocuentes que tiene Perú Libre, una visión de refundación política poco dialogante. Y la reflexión de Anria va por el lado de que algo que tienen en común algunos proyectos de izquierda en la región es la política como un “juego de suma cero”. Cuando se tiene una concepción así de la política, por lo general, ganar como sea es una obligación moral y eso puede empatar con esta tentación autoritaria.

Entonces ¿sí hay una tentación autoritaria?

Existe una tentación autoritaria en ambos lados. Creo que tanto el Gobierno como la oposición, al entender la política como un “juego de suma cero”, tienen la tentación autoritaria.

¿Por qué “de suma cero”?

Lo normal es que ambos lados cedan en algo y el resultado es una mezcla de sus propuestas. Por ejemplo, en el caso de la Constitución, el oficialismo pide nueva constituyente de un modelo muy particular y la oposición se niega. Lo normal es que debido a las correlaciones de fuerzas, o la pertinencia, al final se decida de una manera mixta; o por una asamblea constituyente con las salvaguardas que la oposición propone para que no haya acumulación de poder... pero lo que tenemos es que el Gobierno dice constituyente o nada. Y la oposición, constituyente por ningún motivo. Es una suma cero.

Ninguno quiere ceder…

Lo que vemos en las últimas semanas es la desaparición de la política en función de estas tentaciones autoritarias de “es mi posición o ninguna”.

Y será difícil salir de eso.

Creo que es muy difícil desescalar y salir de ahí. Podría ser que la debilidad de ambos lados haga que ninguno se atreva a patear el tablero finalmente, pues ninguno de los dos va a terminar siendo popular al intentar boicotear al otro. Pero algo que hemos aprendido en los últimos cinco años es que no necesariamente los políticos hacen ese tipo de cálculos. Simplemente hay una tendencia a quemar todo y ver qué sale de eso. Lo vimos claramente en noviembre, donde todo era “bajémonos a Vizcarra y no importa si gobernamos una semana”.

Si hay una tradición radical en la política peruana y en la izquierda en particular, ¿cómo se inserta Perú Libre allí?

Es la reflexión de Rénique, que tiene un libro muy interesante sobre la tradición radical en la izquierda peruana. Él compara los planteamientos ideológicos de Perú Libre con esta mirada de una izquierda provinciana, anticentralista, antiélite, propuestas tan radicales... No es pues un proyecto político de Lima, no es moderado, se inserta en la tradición provinciana radical, con esta suerte de andinismo que empaca todas estas ideas. Lo que tienen estos proyectos es que consideran a la política como un mundo de buenos y malos, y entonces los buenos tienen el mandato de imponerse como sea.

Se indica que Castillo tiene la ventaja de tener una especie de “espejo retrovisor”.

Santiago Anria, un estudioso del MAS boliviano, ha escrito uno de los mejores libros al respecto. Él lo resalta muy bien. Perú Libre llega “tarde” a este fenómeno de gobiernos de izquierda en América Latina que empiezan en los 2000. Es una ventaja, porque Castillo puede mirar hacia atrás con este “espejo retrovisor” para ver cuáles son los éxitos, fracasos y limitaciones de proyectos políticos similares. Especialmente si mira el caso boliviano o brasileño que ejemplifican lo que sucede cuando el proyecto se agota y llega una fuerte restauración conservadora... En este espejo retrovisor haría bien el Gobierno en moderar algunas cosas, aprender.

En la tentación autoritaria hay responsabilidad no solo del Gobierno sino de la oposición.

Es parte de la presentación de Gamboa sobre la necesidad de jugar dentro de las reglas democráticas porque lo que puede suceder es que, en lugar de frenar las tendencias autoritarias, lo que sucede, cuando la oposición se comporta de manera irresponsable, más bien acelera y contribuye a la erosión de la democracia. Una de las grandes conclusiones de su investigación es que cuando las élites son irresponsables, es decir, utilizan mecanismos extrainstitucionales como promover golpes de Estado, manifestaciones radicales, lo único que se hace es legitimar al Gobierno que, para bien o para mal, ha sido elegido democráticamente.

También esas élites usan mecanismos legales.

Sí, que se usan irresponsablemente, como vemos con el tema de la vacancia los últimos cinco años. Y en lugar de favorecer o frenar un impulso autoritario, lo que hacen esos comportamientos autoritarios es echar leña al fuego y darle más popularidad, más legitimidad a un presidente que no necesariamente estaba tan bien visto.

Esto calza con lo que sostienes en el libro El profe: la democracia asediada por su élite.

Exactamente. Ese capítulo lo escribimos con Gabriela Camacho. Hemos visto que precisamente el comportamiento de la élite es lo que lleva a este tipo de resultados extremos… Se le echa siempre la culpa a la ciudadanía porque es la que “elige mal”, pero lo que encontramos es que hay una tozudez de las élites cuando han tenido la oportunidad de darse cuenta de que la ciudadanía está pidiendo cambios. Han sido muy radicales en oponerse. Lo que hace finalmente la oposición, más allá de legitimar al Gobierno, es que estemos discutiendo todo el tiempo sobre sus estrategias, vacancia o no... y la opinión pública se distrae sobre qué va a hacer el Gobierno, qué tan positivas son las medidas que está tomando, qué tan ideal es el equipo de trabajo que tiene...

¿Hoy oposición y Gobierno podrían sacrificar el orden democrático por sus intereses?

Lamentablemente, es lo que estamos viendo. Hay una polarización bastante fuerte, se cierran filas en ambos lados y están concibiendo la política así, o “ganas o pierdes”. No hay diálogo y estamos en una suerte de empate en el que ninguno termina ganando y se erosiona la capacidad de deliberar, un componente de la democracia.

Además en el Perú ni izquierda ni derecha mueven masas.

Sí, aplica para el Gobierno y la oposición. El Gobierno está jugando con la idea del pueblo, pero es muy impopular comparado con otros. Además, tiene una organización bastante débil. Sí tiene algunos grupos sociales, rondas, maestros, pero no es un movimiento de masas, no es el movimiento social sobre el que se construye el MAS. La oposición también tiene ese mal cálculo porque las oposiciones en Venezuela, en Bolivia, formaron organizaciones sociales. Creo que si el presidente mañana intenta cerrar el Congreso no va a tener apoyo masivo en las calles y viceversa, si vacan al presidente tampoco es que vaya a salir –como en noviembre– una gran mayoría a las calles a oponerse al Congreso. Es una polarización sin mayorías movilizadas.

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