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Política

María Antonieta Alva: “El Perú no puede estar entre los primeros en macroeconomía y los últimos en calidad de los servicios públicos”

María Antonieta Alva Luperdi es ministra de Economía y Finanzas del Perú desde octubre del 2019. Economista de la Universidad del Pacífico y máster en Administración Pública por la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard.

Difícil no sentir simpatía por una ministra de Economía y Finanzas de 35 años que le tocó manejar la respuesta a la peor crisis económica desde la guerra con Chile, especialmente si el entrevistador ha estudiado, unas décadas antes, en las mismas universidades, facultades y escuelas, y que fue su profesor en la Del Pacífico.

Se define con orgullo como funcionaria de un sector público donde todos la conocen como ‘Toni’. En la sala de reuniones del MEF cuelga un cuadro suyo de Elliot Túpac que dice: “Mucho por hacer”. Esta entrevista se realizó el viernes a las 3 p.m. Esa mañana, a las 8, expuso ante 700 empresarios convocados por el SAE de Apoyo Consultoría, generando una magnífica impresión en un sector empresarial donde la pandemia ha derrumbado las expectativas.

En la ciudadanía también le va bien: aprobación del 75%. Su agenda es compleja, pero cumple sus citas con puntualidad, respira profundo antes de responder algunas preguntas, y no se cansa de repetir que lo más importante en su puesto es discernir el interés común del interés particular.

–¿Cuál es su proyección de caída del PBI para este año?

– Es una crisis con mucha incertidumbre. Para marzo, las proyecciones de algunas consultoras iban de -26% a -30% y, al final, salió -16%. Si ni siquiera con data precisa del pasado reciente podemos tener una buena calibración de las proyecciones, sería irresponsable lanzar una cifra para todo el año.

–¿Pero con qué cifras empezarán a formular el presupuesto 2021?

– Este mes empezamos, así que pronto vamos a comunicar los primeros supuestos, pero que no quepa duda de que la prioridad actual es minimizar el impacto del virus en la economía.

–En cualquier caso, el 2020 será catastrófico.

– Es la peor crisis global desde la gran depresión, y nos está golpeando duro. Es una crisis compleja pues se activa por todos los frentes. Desde el externo derivado desde todos los bloques, e interno por el coma inducido que hemos aplicado a la economía para contener la pandemia que ha significado shocks de oferta y demanda, y que mella mucho las expectativas.

–¿Se imaginó ser ministra de Economía durante la peor crisis económica del Perú desde la guerra con Chile?

– Nunca, estábamos trabajando en algunas iniciativas que implicaban supuestos económicos muy distintos, como la revisión de la remuneración mínima vital que debió hacerse en marzo, pero nunca pensé que la situación y las perspectivas podían cambiar de una manera tan rápida y dramática, de un día para otro.

–No deja de ser, sin embargo, un desafío enorme.

– No lo puedo negar, son días muy retadores –desde que empezó la cuarentena, mi único día libre ha sido el Día de la Madre–, pero me han servido para ratificar algunas convicciones que tenía.

–¿Cuáles?

– Primero, que el Perú no puede estar entre los primeros países de la región en manejo macroeconómico y entre los últimos en manejo de instituciones y calidad de los servicios públicos, una condición que se ha ratificado en este momento. Estos problemas estructurales nos han vuelto más vulnerables para enfrentar esta crisis. Si no los resolvemos, todas las crisis que vengan en el futuro nos van a golpear más fuerte. Me hace recordar algunas frases típicas que yo escuchaba desde la universidad, como que ‘la economía no chorrea’, pero que siempre se decían con una visión de hacerlo con lo que sobra. Eso debe cambiar, tenemos que pensar en un crecimiento que genere una sociedad más justa.

–¿Otra convicción reforzada en esta crisis?

– Desde la universidad, estuve convencida del papel del funcionario para contribuir al desarrollo del país, y en estos días lo he ratificado por la gran motivación que me genera la cantidad de gente joven que trabaja en el MEF y otros ministerios para atender la emergencia, que entienden perfectamente la gravedad de la situación y la necesidad de estar a la altura del momento.

–¿Qué planeaba hacer desde el MEF antes de la pandemia y que ahora ya no podrá?

– Los planes continúan, pero hemos tenido que cambiar su intensidad. Un tema que me alentaba mucho es la paradoja intolerable de tener tantas brechas sociales y un presupuesto de inversión pública que no se ejecutaba. Por ello, una de las primeras medidas que tomamos con el equipo del MEF fue mejorar la asistencia técnica a las regiones para que se ejecute mejor la inversión pública, y en enero y febrero habíamos logrado resultados interesantes. También quería meterles mucha velocidad a los planes nacionales de infraestructura y de competitividad, esfuerzos que empezaron en la gestión anterior del MEF y que marcan una ruta de cómo dar un salto al desarrollo. No se han postergado, pero ahora la prioridad es el plan para minimizar el impacto del virus en la economía.

–¿En qué consiste?

– Tiene dos fases, la contención y la reactivación a la que queremos pasar lo más pronto posible. Y plantea tres tipos de instrumentos de financiamiento: gasto público, medidas tributarias y otros mecanismos como el ahorro privado. Y los mismos se aplican a través de cuatro ejes. ¿Cuáles son? Primero, atención de la emergencia, con todos los recursos destinados a mejorar la capacidad del sector público para responder a la pandemia, incluyendo salud, acciones de limpieza y fortalecimiento del orden público. Segundo, soporte a las familias: sabiendo que la cuarentena sería muy dura para ellas, especialmente para las más vulnerables, se tomó la decisión de entregar bonos. Tercero, soporte a las empresas: el fin supremo es que no mueran personas, pero también es importante preservar el empleo. Cuarto, soporte a la cadena de pagos y a la economía, que, por ahora, consiste en grandes programas de inyección de liquidez, como Reactiva Perú o el Fondo de Apoyo Empresarial.

–¿Qué le diría a una familia que hoy solo casi depende para sobrevivir del bono ofrecido por el Gobierno y, a veces, demora en llegar?

– Soy muy empática con la situación tan difícil que está pasando. Por eso, la primera decisión que tomamos cuando se decretó la cuarentena fue aprobar el bono. Queríamos llegar con rapidez y, por eso, estuvimos dispuestos a enfrentar errores en el padrón general de hogares, que hemos tratado de enmendar. Luego se amplió a un bono casi universal que solo se excluye a las personas en planilla. Somos totalmente conscientes de lo difícil que ha sido esta decisión para las familias y estamos haciendo todos los esfuerzos para que estos recursos lleguen lo más pronto posible en un contexto estructural complejo por los bajos niveles de inclusión financiera, otra brecha estructural que nos ha hecho vulnerables para la reacción del estado.

–Las cifras de caída del empleo reveladas el viernes son terribles. ¿Cómo compensar este drama?

– Efectivamente, preocupan mucho, pero están directamente relacionadas al coma inducido que se aplicó a la economía para defender a la población de la pandemia y que, prácticamente, apagó al aparato productivo. Reactiva Perú y el Fondo de Apoyo Empresarial buscan dotar de algunos meses para poder pagar la planilla. También se aprobó el subsidio porque es muy importante preservar el empleo pudiendo garantizar un nivel de ingresos. Junto con ello, se planteó la figura de la suspensión perfecta que, básicamente, busca preservar la mayor cantidad de empleos, pero, también, garantizar ingresos. Por eso es que en esa norma autoriza poder acceder a la CTS y a los fondos de las AFP; y sabiendo, además, que el régimen de las Mypes no tiene aspectos como CTS, se creó un bono de S/ 780 a sus trabajadores que entraban a esa fi gura.

–¿Le preocupa al gobierno el riesgo de que el hambre lleve a un desborde social?

– Lo que nos preocupa es que los ciudadanos estén pasando por momentos muy difíciles. Por eso, conociendo las enormes complejidades y debilidades de la administración pública, desde el primer día hemos querido llegar lo más pronto posible a los hogares, especialmente a los más vulnerables. El Perú fue uno de los primeros países en aplicar el bono, el instrumento de mayor alcance y de mayor monto.

–También se han derrumbado las expectativas empresariales. ¿Cómo reconstruir la confianza?

– Es importante demostrar mucho compromiso con la reactivación económica, y apertura para corregir los aspectos que estén débiles o sujetos a mejora. Nunca se ha hecho este camino de la pandemia, la respuesta del gobierno y la reapertura, y lo mejor que podemos hacer es mostrar flexibilidad, evaluación y espacios para la mejora.

–¿Qué mensaje le da a la empresa?

– Que hay un plan de reapertura de la economía, con fases y reglas de juego claras. En el marco de las facultades delegadas hemos dado normas para promover la inversión privada. El compromiso es seguir trabajando muy duro, con apertura y flexibilidad.

–¿Varias empresas se quejan de que el gobierno no ha tenido apertura para trabajar con ellas, en cooperación ante la crisis o el reinicio económico?

– Como gobierno democrático, siempre dialogamos y escuchamos sugerencias, pero no siempre se aceptan todas. Uno de los retos más grandes que tengo en esta crisis es discernir cuál es el interés público en algunas decisiones, con respuestas rápidas. Las puertas siempre van a estar abiertas, y el apoyo del sector privado ha sido crítico para poder resolver problemas, mientras los ministros sectoriales se han reunido con los gremios. Pero también se debe reconocer que en una dinámica de crisis con frecuencia se debe tomar decisiones urgentes.

–Dentro de esta dinámica compleja de la crisis, ¿el Congreso se puede convertir, por las decisiones populistas, en amenaza para la perspectiva económica del país y los ciudadanos?

– Somos un gobierno democrático que cree en la división de poderes. El diálogo es muy importante, especialmente en esta crisis. Vamos a apoyar todas las normas que persigan el interés común, pero que no afecten ni hipotequen el desarrollo futuro del país. Y vamos a ser firmes en pronunciarnos con claridad y contundencia cuando las decisiones que se propongan no persigan el bien común o beneficien a grupos muy reducidos a costa de todos los peruanos.

–Luego de las AFP y peajes, ahora la mira de un sector del Congreso está en un impuesto a la riqueza. ¿Cuál es su posición?

– La pandemia tiene costos de corto, mediano y largo plazo a nivel global, y van a haber algunas estrategias de financiamiento, como el endeudamiento, que van a determinar que sean pagadas por las siguientes generaciones. Pero ahora, durante la pandemia, es importante diferenciar lo urgente de lo importante, y este impuesto a la riqueza no es un tema urgente para el país como sí lo pueden ser para otros los temas de recaudación. Nosotros tenemos, como país, una solidez fiscal producto de un compromiso a lo largo de varios gobiernos. Dicho esto, no ignoramos las enormes diferencias que hay y la oportunidad que tiene el sistema tributario para mejorar la equidad. Mi punto es que algo tan relevante como esto requiere ser bien estudiado, de una manera integral.

– ¿De qué manera?

– Con dos líneas de trabajo. Primero, que personas y empresas paguen lo que deben. El Perú tiene enormes niveles de incumplimiento del impuesto a la renta y del IGV. Segundo, hay que dotar al sistema tributario de una mayor equidad, lo cual implica revisar el actual sistema, pero, también, evaluar otras cargas. Sin embargo, en un tema de tanta relevancia como este, o en el de las pensiones, no se puede improvisar. Por eso, pedimos un trabajo prudente, serio y responsable, porque, al final del día, no se pueden tomar decisiones pensando en las elecciones del año 2021.

– ¿Le molesta que por posiciones el Congreso la tilde de ministra solo interesada en la gran empresa?

– Es paradójico, pues para algunas personas soy la ministra chavista y, para otros, la ministra de la gran empresa privada. En el discernimiento sobre la identificación del interés común en las decisiones, se escuchan muchas posiciones y se toman decisiones, y es imposible que no te etiqueten de un lado y del otro. Pero, como todo en la vida, las acciones valen más que las palabras; por ejemplo, el bono ha sido una medida sin precedentes por tamaño y cobertura. Estas etiquetas no me distraen, ni a mí ni al trabajo con el presidente Vizcarra, el premier Zeballos y con el gabinete.

–¿Qué etiqueta se pondría a usted misma?

– Soy una funcionaria con el enorme anhelo de que el Perú salga adelante, y la aspiración de que, en todas nuestras decisiones, podamos discernir el interés común por encima de los intereses particulares.

–Si la relación con el Congreso empeorara por decisiones contra el interés común en opinión del gobierno, ¿evaluarían una cuestión de confianza?

– Esos temas tienen que ser discutidos al nivel del liderazgo del presidente y del premier. Yo, como ministra de Economía, formo parte de ese equipo, pero ese tipo de decisiones deben ser más consensuadas al nivel del gabinete.

–¿En qué le ha cambiado personalmente el Covid-19?

– Se han desnudado nuestras vulnerabilidades y brechas sociales, reafirmando la importancia de trabajar en asuntos como exclusión financiera o costos ocultos de la informalidad, temas con muchos diagnósticos, pero que hoy han explotado en nuestra cara. Necesitamos personas en el gobierno y los partidos políticos que tomen decisiones que prioricen el interés común en vez de los intereses particulares. Esa lógica de hacer creer que los intereses particulares son el interés general es muy nociva para el país.

–¿Le interesa seguir en política después de que acabe este gobierno?

– Mi única aspiración ahora es que el Perú salga adelante de esta crisis. Ahí quiero poner toda mi fuerza, en la contención de la pandemia y en la reactivación económica. En lo último que pienso ahora es en elecciones.

–¿Cree que el mundo post Covid-19 será mejor o peor que el que teníamos hasta hace poco?

– Tenemos delante enormes oportunidades, como la oportunidad para ser más asertivos en temas cruciales y postergados como los servicios públicos como la salud.

– Un medio internacional la llamó ‘rock star’ de la economía de la región, ¿le gusta el rock?

– A mí el rock en español me gusta bastante, Los Rodríguez, Soda Stereo, Calamaro...

“Las mujeres debemos trabajar el doble para demostrar que valemos”.

–¿Le es fácil trabajar con el presidente Vizcarra?

– Sí, yo le agradezco al presidente Vizcarra por la confianza que depositó y la apuesta que hizo conmigo. Además de poder trabajar en equipo, es una persona que escucha y que es muy abierto a las posiciones técnicas. En eso se basa su popularidad y liderazgo, en que les ha devuelto a los peruanos la idea de que hay un líder más preocupado por el interés común que por los intereses particulares, y con un auténtico interés por sacar adelante al Perú, sin grupos de poder detrás ni agendas escondidas, algo que valora la ciudadanía y que yo admiro mucho de él.

–¿Le molestó que, cuando la nombraron, algunos dijeran que como usted era mujer y joven no iba a ser buena ministra?

–Es evidente que en el Perú hay machismo, y se menosprecia a las mujeres, que, con frecuencia, tenemos que trabajar el doble para demostrar que valemos y cuáles son nuestras convicciones. Yo contaba en ese momento con el respaldo del presidente y de todo el gabinete. Se dicen muchas cosas, pero yo siempre trato de no distraerme con ellas.

–¿Desde cuándo conoce al presidente Vizcarra? ¿Lo conoce porque su padre es amigo de él?

–La primera vez que yo lo conocí ‘en vivo y en directo’, que entablamos un diálogo, fue cuando yo era directora general de Presupuesto Público y trabajamos muy de la mano el presupuesto del año 2019.

Debo agradecer al entonces ministro Oliva y a la viceministra de Hacienda Sotelo que me permitieran trabajar directamente con el presidente. Él entiende muy bien que el presupuesto es la forma más concreta de poner en blanco y negro tus prioridades como gobierno. Y su estilo muy horizontal lo hace trabajar con los equipos técnicos.

Ese trabajo que hicimos juntos, bajo su liderazgo, ha impregnado en los últimos dos presupuestos la voluntad de atender temas que han estado desatendidos durante muchos años, como la violencia contra la mujer o la atención al friaje y las nevadas, en los que fue contundente la asignación de recursos que se puso, aunque todavía hay mucho por mejorar en la implementación. El presidente Vizcarra conoce muy bien el poder del presupuesto público para la ejecución de un plan de gobierno.

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