Política

Señoras que no salen en la foto

“En este nuevo Legislativo solo 34 de los 130 escaños serán ocupados por mujeres. Eso es la cuarta parte del total de congresistas, en un país en el que, según el último censo, hay más mujeres que hombres".

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Hace un par de semanas, congresistas de cuatro de los partidos más votados publicaron muy contentos una foto. Estaban acordando la próxima Mesa Directiva. La imagen tenía una característica que, quizás, hasta hace no mucho habría pasado desapercibida: todos eran hombres. Todos. Quince políticos a los que no les pareció raro que un poder del Estado sea dominado por puros calzoncillos.

En este nuevo Legislativo solo 34 de los 130 escaños serán ocupados por mujeres. Eso es la cuarta parte del total de congresistas, en un país en el que, según el último censo, hay más mujeres que hombres. Si una de las principales funciones del Congreso es representar la diversidad de un país, esta desproporción de género atenta directamente contra esa representatividad.

Ustedes dirán, ah, bueno, es culpa de los electores. Los congresistas están allí porque la gente votó por ellos.

Error. Así no funcionan las cosas.

Hay un sistema repartidor que distorsiona lo que los votos deciden. Para bien y para mal.

Por ejemplo: en Lima Metropolitana vota la tercera parte del total de electores peruanos, pero sus congresistas representan el 27% del total de escaños. Si se tratara de una representación exacta, la capital debería elegir 43 congresistas y no los 36 que tiene. Pero el sistema se ha diseñado para privilegiar la representación de zonas menos pobladas y, en teoría, evitar un Congreso con una agenda centralista. Tú puedes votar todo lo que quieras, pero jamás lograrás que haya más (o menos) congresistas limeños. El sistema no te deja. La representación regional está “fija”.

Lo mismo tendría que haber ocurrido con la representación de género. Como parte de la abortada reforma política, se lanzó una ley de “paridad y alternancia” para las listas electorales. En simple: la lista de cada partido tendría que ser chico - chica - chico - chica. Pero esta medida, para que sea efectiva, debe amarrarse a otra: la eliminación del voto preferencial. De lo contrario, la representación de género no quedará “fija”.

Este es solo uno de los aspectos de la reforma política que debería ser prioridad número uno de los señores de la foto mencionada al inicio de esta columna. Es un tema que afecta literalmente a la mitad de la población. Ni siquiera se trata de hacer como con Lima: que la población privilegiada (capitalinos) tengan menos representación. En este caso se trata simplemente que la población en desventaja (mujeres) tengan, aunque sea, la misma. Necesitamos que la foto del 2021 incluya también algunas señoras. Sería un inicio.