Dionisito y la amenaza chavista
“Si Dionisio dice la verdad, entonces la capacidad de análisis de uno de los dueños del Perú es equivalente a la de un fujitroll. La otra opción es que nos esté viendo la cara de pensionistas de AFP. No sé qué es peor”.
Ahora sabemos que Dionisito Romero inyectó más de 10 millones de soles de puro cash a la campaña del fujimorismo. “El solo hecho de poder lograr que el chavismo no tomara el control del país iba a ser más que suficiente para nosotros”, justificó orgulloso.
Un momentito. ¿Chavismo en el 2011? Romero confía en la mala memoria de los peruanos, pero la hemeroteca no miente.
Tengo a mi lado todo el material que reuní mientras escribía H&H, el libro sobre las tropelías de Humala y Heredia. Veamos: en la campaña del 2006, Humala sí estaba vinculado con Chávez. Todos recordamos eso.
Pero en 2011, la historia había cambiado. El archivo es claro: la opinión casi unánime de la prensa internacional era de asombro ante la transformación humalista, de Chávez a Lula.
A diferencia de lo ocurrido cinco años antes, el dictador venezolano no se metió en las elecciones 2011. Tan solo, a fines de marzo de ese año, hizo una breve mención de su simpatía por el “buen soldado”, alusión que el mismo Humala rechazó sin matices días después.
Ni siquiera la prensa nacional agitaba el cuco de Chávez entonces. La mayor referencia sobre injerencia foránea en la campaña 2011 fue la famosa portada “Ollanta do Brasil”, del Correo de Aldo Mariátegui.
La coartada de Romero se desarma si seguimos mirando fechas. Hacia 2009, el precio del barril de petróleo se ha desplomado. El caño venezolano se empieza a cortar. Entonces empiezan los vínculos del humalismo con el PT brasileño. Al año siguiente, la mejor amiga de Nadine es “contratada” por OAS. A fines del 2010, Nadine –con ocho meses de embarazo– viaja para la elección de Dilma. Venezuela queda atrás.
Según la confesión de Romero, las entregas de dinero a Keiko se inician poco después, en diciembre del 2010. Pero ese mes, Humala está relegado al cuarto lugar, arañando a duras penas el 10% de intención de voto. No treparía al segundo puesto sino hasta marzo, a poco más de dos semanas para la elección, con una encuesta de Datum en la que muchos –incluso sus presentadores– se negaron a creer.
O sea que, en diciembre del 2010, Humala no solo no era chavista ya. Ni siquiera era una amenaza. ¿Para eso desembolsó 3 millones verdes?
Si Dionisio dice la verdad, entonces la capacidad de análisis de uno de los dueños del Perú es equivalente a la de un fujitroll. La otra opción es que nos esté viendo la cara de pensionistas de AFP. No sé qué es peor.