“Edwin Oviedo ha resultado una copia fiel de sus antecesores, sobre todo de Burga, quien nunca dudó en empujar al fútbol peruano al borde de la desafiliación”. ,Cuando pensábamos que el fútbol peruano se había librado de dirigentes tipo Delfino y Burga, que tendríamos dirigentes transparentes y que, luego de la clasificación a Rusia 2018, todo sería sonrisas, no fue así. La paz para los hinchas se fue directamente al tacho de las ilusiones. Otra vez están entre nosotros la zozobra, las acusaciones, las recriminaciones, la prensa dividida entre los que apoyan y los que no, y la incertidumbre por lo que pasará. En este caso, en el del deporte del miedo, Edwin Oviedo ha resultado una copia fiel de sus antecesores, sobre todo de Burga, quien nunca dudó en empujar el fútbol peruano al borde de la desafiliación con tal de mantenerse en el cargo. Oviedo, igual. Aprovecha esa política de ser el único nexo con la FIFA y le informa a esa entidad lo que le conviene. Hace caso omiso a los clubes, a la ADFP que le ha pedido tomarse una licencia y vea sus problemas con la justicia, tampoco escucha a la Agremiación de Futbolistas, que le ha aclarado que la FIFA solo tomará decisiones basándose en sus quejas desde la FPF. Mientras tanto, mientras su gente mete miedo con los mensajes de Conmebol y FIFA tramitadas desde Lima, el señor Oviedo calla toda explicación a las imputaciones de la justicia por sus presuntas vinculaciones con 'Los Cuellos Blancos del Puerto' y 'Los Wachiturros de Tumán'. Nada. Silencio total. Su presencia, como la de Chávarry en la Fiscalía, perjudica la salud democrática del país. Envía pésimos mensajes al ciudadano sobre impunidad y falta de valores. Nada debe enturbiar, distraer o ensombrecer a la justicia. Nada. Ojalá lo comprenda y dé un paso al costado, aunque a estas alturas sería pedir un imposible. Lo cierto es que el deporte del miedo no debe prosperar.