El subdirector de La República, Carlos Castro, responde a la congresista fujimorista tras el calificativo que le dio a la portada de nuestro diario. ,La congresista de Fuerza Popular Rosa Bartra califica a la portada de La República de “terrorista”. Es natural. El fujimorismo promovió el grupo terrorista paramilitar Colina, que secuestró y asesinó a estudiantes y comuneros. No olvidemos, son los autores de las matanzas de La Cantuta, Barrios Altos y Pativilca. Tampoco olvidemos: el fujimorismo liquidó la protección de los derechos laborales, quebró a los sindicatos y federaciones, eliminó la negociación colectiva y arrojó a la calle a miles de trabajadores a quienes sucesivos gobiernos han intentado, en parte, hacerles justicia con indemnizaciones irrisorias. El estilo de doña Bartra de considerar “terrorismo” todo aquello que no está de acuerdo con sus intereses partidarios, tampoco es extraño. Lo repite hasta el cansancio. Su discurso es una verborrea que busca atarantar a sus interlocutores. Lo vivieron ayer los periodistas que la emplazaron para que defienda su ley de esclavo juvenil. La ley que ella denomina de modalidades formativas laborales no es otra cosa que un instrumento abusivo que se pretende imponer a los estudiantes de los institutos técnicos con el cuento de adquirir “experiencia laboral”. Dice que es voluntaria, pero los jóvenes pagarán los créditos a los institutos, trabajarán para las empresas y no recibirán ni para los pasajes. Es tan grave la iniciativa que respetados laboralistas como Jorge Toyama afirman que es “peor que la Ley Pulpín”, que, recordamos, fue archivada ante la contundente movilización de los jóvenes. Bartra ha anunciado el retiro del proyecto. Igual lo ha dicho el presidente del Congreso, mientras los legisladores han solicitado que quiten sus firmas. Pero no basta. Los congresistas, como lo dice el mismo Tomaya, tienen que volver a votar y aprobar por mayoría el retiro de la iniciativa. Y para concluir, decirle a la señora Bartra que este diario, directivos y periodistas, han condenado al terrorismo sanguinario en todas sus formas. Sin ninguna excepción, Y lo seguiremos haciendo cuantas veces sean necesarias.