La emoción del piano: Emmanuel Despax y el “Concierto para piano n.º 1” de Brahms
El reconocido pianista francés Emmanuel Despax estará en el Teatro Municipal este domingo 30, en donde tocará una de las piezas claves del Romanticismo. ¿Por qué es importante hoy?

No hay mucho que discutir sobre la línea que ha identificado a los conciertos de música clásica en este 2025: la calidad de los espectáculos. Los ha habido y hay para todos los gustos, pero lo que ha quedado igualmente como prueba positiva es la presencia de un público melómano que consume música clásica. No es, pues, un público que recién aparece. Los espectáculos de música clásica en Perú nunca han dejado de tener seguidores. Es una gran minoría que cada año suma a más jóvenes, solo que nos es visibilizada como merece.
Uno de los escenarios que ha albergado las mejores presentaciones, ha sido el Teatro Municipal de Lima, ya sea con piezas autogestionadas por el propio teatro o por privados.
Este próximo domingo 30 de noviembre, se estará presentando uno de los pianistas más reconocidos de los últimos años. Nos referimos al francés Emmanuel Despax, quien estará brindando el “Concierto para piano n.º 1 de Brahms” con la Filarmónica Teresa Quesada y el maestro Pablo Sabat.
Esta es la primera vez que Despax tocará en Lima y lo hace con una obra clave de la etapa romántica de la música clásica (de 1820 a 1910).
Si la referida etapa ha vuelto con fuerza en estos últimos años, se debe a la performance de músicos como Despax. Como discípulo de la escuela romántica, Despax no concibe la música clásica si esta no es ejecutada con emoción, a la que añade un toque personal: la ralentización del ritmo, lo cual es de agradecer en épocas como esta, marcadas por la inmediatez, de la que ni siquiera se salva la música en general.
Al respecto, el pianista, en conversación con La República, señala lo siguiente: “Siempre he creído que el dominio técnico, aunque esencial, es solo la estructura, nunca el destino. La técnica existe para permitir la expresión, no para eclipsarla. Sin una voz interior auténtica, incluso la ejecución más impecable se sentirá vacía. Si un pasaje requiere gran velocidad para capturar su energía, entonces lo llevaré hasta allí. Pero cuando la velocidad se convierte en un fin en sí mismo, en una forma de acrobacia musical, distrae de lo que realmente importa. La emoción se mantiene viva solo cuando es la música, y no el ego, la que marca el camino”.
Lo dicho es del mismo modo una declaración de principios del artista y una postura política. “Un concierto debe ofrecer un instante fuera de la vida cotidiana, una oportunidad para desconectarse de todo y estar plenamente presentes. Un momento atemporal”, refrenda el pianista, que añade: “El Concierto para piano n.º 1 de Brahms es una obra que nunca abordo a la ligera. Exige no solo resistencia física, sino también fortaleza emocional; su estructura es sinfónica, y la escritura pianística se siente casi esculpida. A diferencia de compositores que escriben de manera natural para las manos, Brahms parece componer desde una perspectiva más amplia, orquestal, y el pianista debe elevarse para alcanzar esa visión”.
Más que conocimiento y talento, lo que Despax parece sugerirnos es que la música (o el arte) no está reservado para almas chiquitas. Hay que ser dueño de una humanidad. “Esta es una manera de vivir la vida artística. Este es un compromiso con la profundidad y la sinceridad. Es una actitud que coloca al compositor y a la partitura en el centro, exigiendo honestidad y una negativa a tomar atajos. La tradición romántica que he recibido no es una reliquia; es un enfoque vivo, palpitante. La idea de Mahler de que la tradición es la preservación del fuego y no la adoración de las cenizas tiene mucho sentido para mí. Intento mantener esa llama viva en un contexto contemporáneo: ser fiel al espíritu de la música y, al mismo tiempo, permitir que resuene a través de mis propias experiencias. De ese modo, la herencia romántica y mi mirada moderna no son opuestos, sino que se enriquecen mutuamente”.
La tradición de la música clásica romántica es irracional y a la vez contraria a los postulados del racionalismo de la Ilustración. En este sentido, sí hay que destacar que este músico, de 41 años, ofrezca en Lima una pieza clave de un periodo que está regresando con fuerza en el mundo.
Razones no faltan: hay demanda de algo más que efectismo, rapidez y dominio técnico. Se vive una urgencia de estar en conexión con algo mucho más grande que uno mismo.

















