La colombiana Ingrid Betancourt, rehén de las FARC durante seis años y medio, desistió hoy de una acción de conciliación contra el Estado, en la que aspiraba a un pago millonario como resarcimiento a su largo cautiverio, tras el aluvión de críticas recibidas. El procurador asignado al caso, Gabriel Herrera Vergara, "dio por terminados los trámites conciliatorios" a petición de Betancourt y su familia, explicó a periodistas el procurador delegado para la Conciliación Administrativa, Isnardo Jaimes. En dos peticiones de conciliación, presentadas el pasado 30 de junio, Betancourt aspiraba a obtener del Estado colombiano una indemnización de más de 6,8 millones de dólares. Las solicitudes de conciliación extrajudicial fueron presentadas por sus abogados a nombre de la misma Betancourt, su madre Yolanda Pulecio, sus dos hijos y su hermana Astrid. Las aspiraciones de la familia Betancourt fueron divulgadas el pasado 9 de julio por medios colombianos e inmediatamente se generó una oleada de críticas, incluso de otros ex rehenes. El abogado de la ex candidata presidencial, Gabriel Devis Morales, presentó este martes ante la Procuraduría (Ministerio Público) las solicitudes para retirar la conciliación. Las acciones de conciliación dirigidas contra el Estado, a través del Ministerio de Defensa, exigían el pago de 13.000 millones de pesos (unos 6,84 millones de dólares) por los perjuicios ocasionados a Betancourt cuando fue rehén de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Betancourt fue secuestrada el 23 de febrero de 2002, en una carretera del sureño y selvático departamento del Caquetá, cuando se dirigía a un mitin político en San Vicente del Caguán, junto con su compañera para la Vicepresidencia, Clara Rojas. Betancourt permaneció cautiva hasta el 2 de julio de 2008, cuando fue rescatada por el Ejército en la Operación Jaque junto con tres estadounidenses y 11 policías y militares colombianos. Aunque la ex rehén aclaró el pasado domingo que no pretendía demandar al Estado y que la indemnización solicitada era meramente "simbólica", las críticas le siguieron lloviendo especialmente en Colombia y en las redes sociales, donde la tildaron, entre otras cosas, de "ingrata". (EFE)