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Merkel, la canciller alemana que se dispone a abandonar su cargo tras 16 años en el poder

La científica de formación realizó una gestión casi sin fallas de la COVID-19 y supo comunicar, con pedagogía y de forma racional, para hacer frente al “mayor desafío”, según ella, desde la Segunda Guerra Mundial.

Muchos la subestimaron, pero Merkel logró imponerse en 2005, 2009, 2013 y 2017. Foto: AFP
Muchos la subestimaron, pero Merkel logró imponerse en 2005, 2009, 2013 y 2017. Foto: AFP

Tras 16 años en el poder con una popularidad “inoxidable” y al cabo de una sucesión mal preparada, Angela Merkel se dispone finalmente a abandonar la cancillería, dejando un gran vacío en Alemania y en el mundo pese a su desigual legado.

Merkel, que igualó el récord de longevidad en la cancillería de su mentor Helmut Kohl, corre el riesgo de retirarse de la política con una derrota histórica de su partido conservador.

Tras haber creído durante mucho tiempo que la victoria estaba garantizada, los democristianos se ven castigados por el desgaste de una década y media en el poder.

También por los errores de su candidato -el torpe e impopular Armin Laschet- así como por la negligencia de Merkel para pasar el testigo.

Movilizada en todos los frentes, tanto en Alemania como en el exterior, donde multiplica las visitas de despedida, la líder de 67 años intentó enderezar el barco mostrándose en la campaña electoral con Laschet. Pero según los sondeos ha sido en vano hasta el momento.

Merkel conserva, sin embargo, una popularidad que envidiarían muchos dirigentes occidentales.

Lejos parece haber quedado el año 2019, cuando la canciller, al frente de una gran coalición de la derecha y la izquierda agotada, daba la impresión de estar sobrepasada por la movilización de los jóvenes a favor del clima.

El “mayor desafío”

Como símbolo del crepúsculo de su gobierno, unos incontrolables temblores afectaron a Merkel durante unas ceremonias oficiales y generaron dudas sobre la capacidad de esta “casi infatigable” canciller para concluir su cuarto y último mandato.

Pero la pandemia del coronavirus llegó e impulsó su popularidad. Tres cuartas partes de los alemanes se dicen satisfechos de su acción al frente del país, según los sondeos.

Incluso se oyeron voces durante la pandemia que reclamaban un quinto mandato, pero la primera mujer en dirigir Alemania lo descartó de plano.

Esta científica de formación realizó una gestión casi sin fallas de la COVID-19 y supo comunicar, con pedagogía y de forma racional, para hacer frente al “mayor desafío”, según ella, desde la Segunda Guerra Mundial.

Angela Merkel

La ‘lideresa del mundo libre’ se despide bajo la amenaza de una derrota histórica de su partido conservador. Foto: EFE

El confinamiento, que le recordó su vida en la ex-RDA (República Democrática de Alemania, comunista), constituyó, a su juicio, “una de las decisiones más difíciles” en sus 16 años en el poder.

Alemania registró una situación menos dramática que gran parte de sus vecinos europeos, a pesar de una segunda ola mortífera en el otoño boreal de 2020.

La pandemia y sus consecuencias económicas y sociales dramáticas también le han permitido a “Mutti” (“mamá”), como la llaman cariñosamente muchos alemanes, adaptarse a la crisis cambiando de paradigma.

Esta ferviente defensora de la austeridad europea tras la crisis financiera de 2008 pese a la asfixia de Grecia, propulsó el aumento del gasto y la mutualización de la deuda, lo único, según ella, que podía salvar el proyecto europeo.

En 2011, la catástrofe nuclear de Fukushima en Japón la había convencido rápidamente para iniciar el abandono progresivo de la energía nuclear en Alemania.

Decisiones de riesgo

Pero su apuesta política más osada la realizó en el otoño de 2015, cuando decidió abrir las puertas a centenares de miles de solicitantes de asilo sirios e iraquíes.

Pese a los temores de la opinión pública, prometió integrarlos y protegerlos. “¡Lo lograremos!”, aseguró. Se trata quizá de la frase más sorprendente pronunciada por Merkel, bastante reacia a los discursos apasionados.