PASO 2021: hombre recorrerá 60 km hasta centro de sufragio porque es el único votante en su pueblo
Pedro Meier vive hace más de 50 años en Quiñihual. Con el pasar del tiempo se ha convertido en el último hombre de la zona.
Pedro Meier vive en Quiñihual, un pequeño paraje del partido bonaerense de Coronel Suárez (Argentina), desde hace 57 años. La vida allí cambió rotundamente en 1994 cuando el ferrocarril dejó de pasar y la gente dejó de vivir en los alrededores. Poco a poco se convirtió en el último habitante de la zona. Ahora debe recorrer 60 km para participar de las elecciones primarias 2021, ya que no hay locales de votación cerca a su morada.
El hombre de 64 años no planea abandonar su entrañable hogar, pero sí lo ha considerado en algún momento de su vida. Prefirió esperar que la civilización y el desarrollo retornaran al lugar que lo había acompañado desde los siete años. Sin embargo, nunca llegaron. Meier se convirtió en el último hombre en el distrito bonaerense. Carece de luz y de caminos asfaltados.
“Hace 57 años que vivo acá. Para 1994, quedábamos el jefe de estación y yo. Pero cuando el tren dejó de funcionar, se fue. A los ferroviarios los sacaron: a la mitad los jubilaron y al resto los trasladaron a otros pueblos”, contó al canal Todo Noticias Argentina.
Quiñihual tiene un acceso simple pero también otro más complicado que está lleno de barro. Foto: Infocielo
Hoy se celebran las elecciones primarias en Argentina y, como en cada oportunidad, Pedro Meier recorrerá en su camioneta casi 60 km desde su casa hasta la escuela más cercana de Coronel Suárez. A pesar de la dificultad, podrá emitir su voto.
“Antes de que cerrara la estación de tren había otra cercana, una estación de acá. Pero cerraron cuando se empezó a ir la gente y ya no quedaban chicos en el pueblo. Ahora tengo que hacer una hora en vehículo, pero jamás me perdí una votación, menos lo voy a hacer ahora”, comentó.
Su viaje no habrá terminado luego de asistir a las urnas. Viajará 50 km adicionales hasta Pigüé, la ciudad cabecera del partido de Saavedra. Allí, se encontrará con Mónica, su pareja desde hace 19 años, y la acompañará a que también goce de su derecho electoral.
“Mi mujer falleció y unos años más tarde la conocí a ella. Siempre vivimos separados porque nunca pudo adaptarse al lugar en el que vivo”, dijo el anciano.
Vivir en Quiñihual es vivir entre las sombras: la luz eléctrica no llega. El poste más cercano se encuentra a 1.200 metros y para llevar la conexión hasta la casa de Meier es necesario pagar más de 8.000 dólares. Por ello, el hombre posee un generador eléctrico a combustible que utiliza solo en las noches para cocinar o ver televisión.
“La vida en el campo es linda para dos o tres días, después hay que acostumbrarse”, enfatizó.
Su vida carece de gran comodidad. Incluso los accesos son complicados y alrededor está la nada, pero eso es lo que disfruta. “Estar acá, solo, acostumbrado al estilo de vida que elegí y del que no reniego”, dice Pedro Meier, quien es feliz siendo el último hombre de Quiñihual.