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Retratados para la historia: ¿quiénes son los manifestantes del Capitolio?

Uno invadió la oficina de Nancy Pelosi y otro robó su podio. Entre los asaltantes del Congreso también está un militante neonazi y un conspirador que usó cuernos de bisonte. A continuación, sus perfiles.

Sus rostros han dado la vuelta al mundo desde que irrumpieron en el Capitolio el último miércoles 6 de enero, fotografiados con los pies sobre el escritorio de una congresista, desfilando con una bandera confederada o sentados en la oficina del presidente del Senado.

¿Quiénes son estos partidarios de Donald Trump, tan embriagados en la retórica del presidente que fueron capaces de sembrar el caos en el Congreso estadounidense?

Muchos ya han sido identificados, incluida la mujer que resultó herida de muerte. A continuación, los principales elementos recogidos sobre algunos de ellos, la mayoría activos en las redes sociales.

Richard Barnett, el del escritorio

Originario de Arkansas (sur), este sexagenario con un fuerte acento sureño irrumpió en la oficina de la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi.

Es “mi oficina”, dijo el miércoles al canal local KFSM 5News. “Yo soy un contribuyente. Soy un patriota. No es su oficina. Se la hemos prestado”.

Foto: AFP

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Conocido localmente por manejar un grupo de Facebook a favor de las armas, 2A NWA STAND, Richard Barnett afirma que se halló en esta oficina por casualidad. “Me empujaron aquí”, dijo, cuando “buscaba el baño”.

Apodado “Bigo”, el hombre dejó antes de irse una nota insultante dirigida a Pelosi.

Tras los acontecimientos en el Capitolio, Barnett sabía que posiblemente iba a ser arrestado. “¿Estoy asustado? ¡No! Pero la cárcel es una posibilidad”, dijo a los periodistas después de salir del edificio.

Jake Angeli, el de cuernos de bisonte

Con el torso desnudo y una cofia amerindia con cuernos de bisonte, este “guerrero espiritual” ―como se describe a sí mismo― atrajo como un imán a fotógrafos y camarógrafos de las cuatro esquinas del Capitolio.

Originario de Arizona, Jake Angeli fue visto numerosas veces en las protestas pro-Trump en Phoenix de los últimos meses, vistiendo siempre su ahora famoso tocado.

Este treintañero se presenta como “un soldado digital de QAnon”, el movimiento conspirativo que ha hecho de Trump un héroe y que considera la intrusión del miércoles un triunfo.

“Somos patriotas, en el frente de Arizona, que queremos llevar nuestra energía positiva a (Washington)”, escribió en un mensaje publicado en diciembre en la red social favorita de los ultraconservadores, Parler.

Matthew Heimbach, el militante neonazi

Fotografiado junto a Jake Angeli, este hombre de 29 años, rostro redondo y anteojos sin montura es calificado por el Southern Poverty Law Center, un observatorio de grupos extremistas, como “el rostro de una nueva generación de nacionalistas blancos”.

Foto: AFP

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Se le considera uno de los organizadores del mitin de extrema derecha en Charlottesville (Virginia), en agosto de 2017, al margen del cual una mujer fue asesinada por un simpatizante neonazi.

Adam Johnson, el del podio

Sorprendido por la cámara cuando se llevaba el podio de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, este treintañero que llevaba una gorra de Trump hizo un gesto amistoso al fotógrafo, todo sonrisas.

Fue rápidamente identificado como Adam Johnson, un residente de Parrish, Florida, según la prensa local.

Foto: AFP

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Por el momento su esposa, una médica, es quien está pagando las consecuencias. Ahora los numerosos sitios que hacen referencia a ella están inundados de mensajes sarcásticos sobre el vandalismo del marido.

Ashli Babbitt, primera víctima

Fue la primera víctima conocida de la violencia del miércoles. Mientras intentaba atravesar una ventana rota en un pasillo del Congreso, la mujer recibió, a quemarropa, una bala disparada por un policía del Capitolio. Más tarde sucumbió a sus heridas.

De cerca de treinta años, californiana, conspirativa y “libertaria”, según su cuenta en Twitter, Babbitt creía que la marcha a favor de Donald Trump en Washington sería como una “tormenta” que sacaría al país “de la oscuridad”.