
Cécica Bernasconi: “La mejor terapia para mí es hacer teatro”
La actriz y artista plástica estrena un monólogo que toca temas vigentes y reivindica a Helena de Troya.

Cécica Bernasconi sale a escena y le da voz a Helena de Troya, quien decide hacer justicia con sus propias palabras. Con música y una copa de vino, inicia un monólogo en el que repasa su historia y acusa a sus agresores. Asistimos al ensayo general de la obra española Juicio a una zorra, un título con el que se explica que la famosa guerra fue creada por los poderosos y que utilizaron a la mujer considerada “la más bella del mundo” como excusa. “Para ella, la belleza fue una maldición. Acá ya no la tiene; la vemos mayor y alcoholizada”, nos dice en el teatro. Está exhausta. “Pero liberada y contenta. La mejor terapia para mí es hacer teatro”.
Hay una pregunta que se repite en la obra: “¿Quién escribe la historia?”
Sí, la historia de la humanidad. Históricamente, los hombres, ¿no? La iglesia. Ellos han escrito y han acomodado la historia como les convenga. Y lo siguen haciendo. Juicio a una zorra es una obra contemporánea. Helena, en todo lo que cuenta, es muy vigente por lo que acabamos de decir. Las mujeres siguen siendo abusadas y violadas. A lo largo de los siglos hemos avanzado, pero a la vez nos damos cuenta de que no tanto.
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La obra invita a revisar qué pasa en nuestro entorno. En ese sentido, ¿cómo has vivido, digamos, este proceso como actriz?
Bueno, es difícil, ¿no? Porque yo estoy en esto desde chica. Me ha pasado en otro país y te das cuenta del abuso de poder que puede tener, de pronto, tanto un hombre como una mujer también. Sí, lo he visto y lo he vivido. Es desgarrador. Sigue existiendo eso y no debería ser así. Hay quienes no entramos al juego y tienes que lucharla. Salir adelante por ti misma, sola.
Dices que el título ahuyentó a algunos ¿Te sorprendió?
Lo sabemos, la mayoría de Lima es bastante pacata, ¿no? Todavía en ese aspecto seguimos siendo una Lima atrasada. Si fuese a la inversa, ‘Juicio a un zorro’, no llamaría tanto la atención.
En la obra se refiere a la belleza como “una maldición”. ¿Eso sigue vigente también?
Lo vemos en la publicidad, en la televisión. ‘Es buena actriz, pero no encaja para ese papel, tiene que ser así la protagonista’. Y a mí esos estereotipos y todo eso nunca me han gustado. Yo voy más a lo humano, sin importarme el físico. Y hay una doble moral, por supuesto, que la hay. Lima es conocida por eso.
Bueno, tenemos a Cipriani yendo al Vaticano.
Como si nada, y es de terror. A eso voy, es parte de lo que dice la obra: ‘Tengo poder, hago lo que quiero, ¿quién me va a decir algo?’. Es como si no hubiese orden, como si no hubiese valores. Es un momento bien difícil el que nos toca vivir.
Hace poco se promulgó la nueva ley de cine. Tus colegas consideran que hay censura y que se extenderá al teatro.
Lo que pasó con María Maricón es un tema delicado porque es la religión, ¿no? Pero tienen que dejar que cada quien se exprese como quiere expresarse. No te está haciendo daño. (En cambio) sí lo que pasó con esta chica que fue violada, que tuvo que parir y murió por no someterse a un aborto terapéutico. Me indignó. Entonces, yo respeto todas las religiones, pero dejen que cada artista se exprese como quiere en la rama que le pertenece. Para eso es el arte, es libre, pero nos están encerrando. Este tiempo que estamos viviendo es de terror: la inseguridad, la corrupción y todo lo que conlleva este grupo que está ahora de ignorantes que solamente ve su beneficio.
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Sandra y tú están a cargo de esta sala teatral. ¿Qué forma de hacer teatro han heredado de Lucía Irurita?
Lucía es extraordinaria, es una de las grandes actrices que ha tenido el Perú de esa generación de oro. Ellos son los creadores de la televisión peruana. De otro tipo de televisión, cuando había un montón de producción. Carlos Gassols, Sonia Seminario, hay muchos más que ya no están. Entonces, Lucía ha sido y es una madre maravillosa, estoica; se hizo sola, la luchó desde chica. Sigue siendo fuerte, estoica; ya no actúa, aunque quisiera. Ya no viene todos los días al teatro, pero viene. Ella hacía sus escenografías, cosía su ropa, pintaba, barría, lavaba...
Ahora tienen la libertad de hacer el teatro que deseen.
Sí, y eso es lindo. Llegar a un punto en que, al menos en teatro, dices: ‘Yo quiero hacer esta obra porque me toca el corazón, porque dice este texto que me parece importante para hoy’. También lucho para sacar adelante una obra. Cuando uno quiere algo, hay que crearlo, aunque cueste.
Vuelves al teatro después de un período de duelo. ¿Algo que quieras decir sobre Carlos Bernasconi?
El dolor siempre va a estar ahí, porque yo era muy pegada a mi papá y él era muy pegado a mí; éramos cómplices. Sí, decidí no actuar el año pasado porque estuve muy mal por la muerte de mi padre. Si yo estoy actuando o haciendo cerámica y pintando, debe ser porque lo heredé. Nunca me ha molestado; al contrario, ha sido un orgullo.
¿Estamos en un país mezquino con sus artistas?
Como me dijeron muchos: ‘Si tu papá hubiera hecho lo mismo que ha hecho en Europa, sería un Picasso’ Por decirte un nombre, ¿no? Sí, pienso que no se le valora en general al artista, como no se le valora también a mucha gente que no es artista. Creo que hemos perdido la capacidad de asombro y de la importancia que tiene el arte en la cultura y en el desarrollo de un país. Estamos fallando hace décadas en la educación, y creo que la educación y la cultura van de la mano siempre. Yo he invitado tantas veces a gente que no tiene recursos, que nunca ha ido al teatro; los he invitado con su familia y no vienen.
Entonces, faltan políticas culturales.
Pero en este gobierno no lo vamos a ver porque son una sarta de incultos. No creo que la presidenta haya ido a un teatro alguna vez en Lima, no sé. El alcalde de Lima, peor. Pero el arte también son nuestros bailes, nuestro folclor. Pienso que si a un niño se le enseña la importancia de la cultura en general, va a crecer con una visión del mundo y de la vida diferente. Es lamentable que sea un privilegio en este país. Pero podríamos tenerlo todos, en todas las escuelas, si realmente quisieran educar.
- Estreno. La directora María Dodera, nos adelantó que tras la temporada en el Teatro de Lucía (que inicia este 15 de mayo), el monólogo será presentado en Uruguay. “He tenido la suerte de viajar mucho por becas y Cécica está en el mejor nivel. Tienen a una de las grandes actrices”, dice la directora uruguaya.