Alan Castillo ‘Robotín’: “Mi sueño es ser reconocido internacionalmente”
Robotín nos cuenta cómo llegó a caracterizar a este curioso personaje y cómo está enfrentando esta crisis sanitaria. “Llegó la pandemia y me dio un jalón de orejas”.
Alan Castillo es el nombre original del entrañable y carismático Robotín. Vivió momentos duros a lo largo de su vida, pero la constancia, sacrificio y disciplina lo llevaron a convertirse en el famoso personaje que es hoy en día.
Es natural de Trujillo, tiene 36 años y su mayor anhelo es convertirse en un gran comediante internacional. “Chespirito es una gran motivación, hizo el Chavo del 8 y tuvo éxito a eso de los 40. Yo tengo 36, nunca es tarde”.
Tuviste una infancia difícil, trabajaste desde los 8 años...
Sí, más que todo para ayudar en la economía familiar, como se dice criollamente: para parar la olla. Mi papá era vigilante, en esos tiempos, mi mamá era ama de casa. Mi hermano y yo trabajábamos desde pequeños.
Mi primer trabajo fue en el Cementerio de las Flores, en Trujillo. Yo limpiaba los nichos.
¿Cómo decides dejar Trujillo para venir a Lima?
Terminé el colegio, intenté en otras carreras, pero en ninguna tuve éxito, en ninguna pasaba el primer ciclo. Desde el colegio los profesores siempre me decían que estudie teatro.
Decidí venir a Lima porque creé mi personaje en Trujillo, por lo menos un año, y quise venir como estatua humana a probar suerte. Como Lima es más grande… Ahí en Trujillo estaba en un solo lugar (trabajando).
Estudié (teatro) en la escuela de arte dramático Virgilio Rodríguez Nache.
¿Qué otras carreras seguiste anteriormente?
Probé en contabilidad, probé en construcción civil, probé en computación. Inclusive, mis padres me apoyaban en el tema de estudiar en institutos, pero no era lo mío. Lo mío era el teatro.
¿Cómo nace la idea de convertirte en Robotín?
La carrera se llamaba pedagogía teatral; estudié aproximadamente casi tres años, no logré terminar, por la economía. Comencé a hacer la estatua humana y comencé a crear el personaje de Robotín. A la gente le parecía gracioso, se divertía con el personaje; por eso, decidí venir.
Lo hablé con mi mamá, le dije: ‘Mami me voy a Lima’. ‘Pero hijo, en Lima no conoces a nadie (dijo su mamá)’. ‘No te preocupes, mamá, yo soy un guerrero’, y ya me vine a Lima.
¿Qué fue lo primero que hiciste cuando llegaste a Lima?
Lo primero que hice fue pararme afuera de un centro comercial que en ese tiempo era el Metro de Alfonso Ugarte. Ahí me paraba, pero me botaban los municipales, me botaba el vigilante del mismo Metro. Pero pasó algo muy curioso, yo me paraba afuera y la gente me echaba mis moneditas, salía el vigilante y me botaba; entonces, me ponía a otro ladito, como se dice la ‘guerreaba’, tenía que chambear, y cuando volvió a salir (el vigilante) me dijo ya no me iba a botar: la gerenta (de Metro) quería hablar conmigo.
Me hicieron pasar y me contrataron para estar como un ‘muñequito’ del centro comercial, como hay niños; entonces, caminaba por los pasillos para darle un poco de humor a la gente. Fue una experiencia chévere, porque en ese tiempo no me pagaban y me daban víveres, yo eso lo vendía (como no tenía familia en Lima) y sacaba una platita.
A la par trabajaba en los parques, calles. Alquilé un cuartito donde pagaba 15 soles diarios. Esa era mi vida, chambear como Robotín y poco a poco mi personaje se hacía conocido y ya había más gente.
Empecé a incluir la música en mis shows. Al principio, en los primeros cuatro años de Robotín era solamente pantomima, interacción con el público, pero ya después, cuando le puse música, tuvo más pegada.
¿Cuántas horas has llegado a estar parado en la calle?
Por lo menos seis horas, pero siempre con un descanso de 15 o 20 minutos. Cada dos horas descansaba un rato.
¿El maquillaje que usas para caracterizarte ha dañado tu salud?
No me he hecho un chequeo profundo, pero en sí la purpurina es químico, es plomo. He tenido reflujos por muchos años, falta de respiración, a veces me cansaba, pero pensé que era por lo que estaba subido de peso.
Algunos me decían que quizás era por la purpurina. El error mío era que, como a veces llegaba cansado de trabajar, en la madrugada, antes de la pandemia, yo me dormía así (maquillado), a veces almorzaba así pintado. Prácticamente, estoy casi todo el día así pintado, pero hasta ahora no he tenido ninguna consecuencia en lo que es mi piel.
¿Cómo llegaste a los Reyes del playback?
Me vieron en los centros comerciales. Lo que pasa es que ya había tenido varias apariciones en otros programas, pero cortísimas. Cuando había concursos de talentos, yo participaba. He participado en Amor, amor, amor; en Lima limón. Era como una novedad, un robot gracioso, bailarín, mis efectos los armaba así (chistosos) mi música, yo mismo la armo y edito.
Estuve en Perú tiene talento y llegué a la final; ahí también me hice conocido y de ahí ya vino los Reyes del playback. Se contactaron conmigo, fui a un casting, pasó, gustó, quedé, gané en mi semana (cada semana había un ganador) y de ahí pasé a la final y quedé en tercer lugar.
Robotín en los Reyes del playback Foto: Instagram
¿Cómo te afectó la pandemia? Habías invertido en un negocio de hamburguesas...
Invertí en mi carrito sanguchero, hice una inversión fuerte, entre 3.000 y 4.000 soles. De repente, por la desesperación, me hice un préstamo por el tema de la pandemia y quería hacer un negocio sí o sí. Resultó que fui a la quiebra, no salía (ganancia) ni para pagar el alquiler y tuve que cerrar.
Durante la pandemia te reinventaste vendiendo naranjas, ropa y también te dedicaste a la desinfección de casas, ¿cómo te fue con eso?
He desinfectado casas, hago saludos virtuales, he vendido fruta, ropa. He tratado de reinventarme en lo que más he podido.
En lo que no debí haber invertido fue en ropa, demoró en salir y al final tuve que rematar todo. En la venta de frutas estuve por poco tiempo también, se ganaba a diario, pero era un poco complicado, había que salir a las 5.00 a. m. a comprar la fruta a La Parada.
Por ahora me están pidiendo los saludos, con todo lo que ha pasado, mi personaje se ha hecho más conocido. Entonces, me piden saludos y yo pido algo voluntario. Me dan desde 4 soles hasta 50, por un saludo. Hay gente que me quiere apoyar.
Robotín se reinventa en la pandemia. Foto: Instagram
¿Qué hiciste en este segundo confinamiento?
En este segundo confinamiento, como ya era un poco más suave, armé un grupito con un payasito, un malabarista y una bailarina, y salimos a las calles, a los barrios. La gente echaba las moneditas por la ventana y por la puerta. Manteníamos el distanciamiento, pero, a la vez, hacíamos show.
Estás en el Reventonazo de la Chola…
Sí, la ‘cholita’ me ha contratado por un mes y más adelante se verá cómo va mi desenvolvimiento, hasta ahora me ha dado la oportunidad de estar un mes completo en el Reventonazo de la chola.
Participé en un concurso interno del programa, gané y me dijo que el premio era estar un mes en el programa. Quería darme la oportunidad de desenvolverme, de realizarme. Aunque me gustaría mucho tratar de aprender como Alan Castillo, de ver la forma de no ser solo conocido como Robotín, sino con mi nombre, hacer actuación.
¿Qué planes tienes a futuro?
Que sea lo que Dios quiera. Un sueño es viajar al extranjero y hacerme conocido por México, Argentina, Chile.
Quiero ser un comediante, reconocido. Uno de mis comediantes a seguir es Jim Carrey. Me gustaría (participar) en una película cómica aquí en Perú, un gran ejemplo es Carlos Alcántara.
Entonces, mi sueño es ser reconocido internacionalmente. He estado en México como cinco veces donde he ido a festivales.
¿Qué te ha enseñado esta pandemia?
La frase más común, la que me ha dado una lección es ‘guardar pan para mayo’. Lamentablemente, no supe pensar bien las cosas antes de la pandemia. Vivía del día a día, pagaba deudas, no ahorraba, derrochaba el dinero en cosas que no eran muy útiles. Llegó la pandemia y me dio un jalón de orejas
Yo hubiera podido tener mi departamento, carro. Yo ganaba muy bien cuando estaba en mi apogeo hace seis años atrás.
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