Temporada. La compañía circense celebra sus 35 años con un espectáculo que invita a la reflexión. “Todavía creo que el circo no debe ser solo un show”, declaró Fernando Zevallos.,No fue un lunes cualquiera. Ayer en la carpa de La Tarumba en Chorrillos, asistieron a la función alrededor de 600 niños del colegio nacional Sasakawua y del Hogar Domi de Villa El Salvador como invitados. “Para muchos es la primera vez que vienen a un circo”, dijo una profesora mientras hacía malabares para mantener sentados a los más pequeños. ‘Volver’ (desde este 20) es el nuevo espectáculo de la compañía que dirige Fernando Zevallos y se inspira en los sueños. “Es un poco decirnos que es posible realizar nuestros sueños, es posible –aunque parezca mentira en estos días– que tengamos jueces justos, autoridades honestas, buena educación, buena salud, en fin, peruanos felices. Me rehúso a renunciar a mi sueño de un país realmente digno. Me rebelo totalmente al igual que los jóvenes que han visto en el escenario”, sostuvo Zevallos en conferencia de prensa. PUEDES VER La magia del circo en la carpa de La Tarumba [FOTOS] ‘Volver’ tiene más de 30 artistas en escena acompañados de la música de ‘Chebo’ Ballumbrosio. La Tarumba nos presenta en dos actos artistas que retan a la gravedad, pero esta vez le agregan aún más coyuntura al número de payasos, que fue uno de los más celebrados por el público infantil. “Si ustedes vieran los sueños que nos han hecho llegar (el público en general) desde el ‘que mi papá no le pegue a mi mamá’, ¿no? Hasta el ‘quiero montar un unicornio’. Yo sé que el público espera del circo un espectáculo, dicen que este es el negocio del entretenimiento… pero yo sueño con un Perú mejor”. En la función pudimos ver una parodia sobre una pelea de boxeo: uno de los payasos reta a un fornido adversario, mientras dos mujeres aparecen en el ring. Lo que proponía Zevallos es que entre risas se viera a dos féminas con más fortaleza que ellos. “Soy honesto, me falta afianzar el número en sí, porque hicimos una prueba y vimos que no proyectaba lo que queríamos. O sea, entran estas chicas voluminosas (a propósito), un poco vedettes de los ochenta, ¿no? Me falta resolver cómo transformo ese vestuario cuando se rebelan, que no le deba nada a los cuerpos así… a los estereotipos”. El director dice que no le encuentra “sentido” al arte sin reflexión, que “el circo no puede ser solo un show”. Lo que le preocupa, agrega, es que se siga llamando “circo” a los últimos episodios de nuestra política. “Antes no me preocupaba tanto, pero últimamente sí, será la edad, los años, ¿no? (ríe). Me está resultando un poco difícil escuchar que se utilice el circo como una manera de describir algo que no está bien hecho, algo que es un caos. Creo que el circo es un buen ejemplo de democracia”. ¿Pero qué sueña La Tarumba? Por lo pronto, que se abran más espacios públicos. “Sin esta cosa tan difícil, burocrática para instalar carpas. Y, aunque en este país hay tantas prioridades, yo quisiera que se pueda concretar una escuela nacional de circo”.