A ritmo de 'Akundún'. A puertas de celebrar las bodas de plata de su entrañable álbum, nos habla de Amador Ballumbrosio, sus planes a futuro y su preocupación por la Amazonía peruana.,Por: Cecilia Castillo S. El Carmen (Chincha) se mudará, este 21 de junio, al Gran Teatro Nacional, con Miki González a la cabeza, para celebrar los 25 años de su álbum Akundún, velada que servirá, además, para un homenaje a Amador Ballumbrosio. Allí se darán cita los hijos de Amador y otros artistas afroperuanos, como bailarinas, zapateadores, viejos cantantes de yunza, entre otros. PUEDES LEER: Miki González lanza material inédito de Caitro Soto “Yo lo dije cuando murió Amador: su legado es su semen. ¡Son 15 hijos! Y todos dedicados al arte. Eso sí, su viuda, Adelina Guadalupe, es una heroína”, dice y no le refutamos. “Amador es único, en todo el Perú no he conocido a alguien como él”, dice el artista nacido en España, pero de corazón peruano, sobre el recordado violinista, cajonero y danzante. Para este espectáculo, por estos días anda yendo y viniendo del alegre distrito ubicado al sur de Lima, puliendo los ensayos. “Y estoy encontrando a los nietos de Amador ¡cajoneros!. También hay una mujer que toca impresionante. Ver todo eso me llena de vitalidad, de interés y de inspiración. Ver cómo ha prendido todo eso, porque cuando yo llegué (a fines de 1970) no había cajón. Cuando llegué, la tradición estaba dormida y ahora está totalmente despierta, aunque el zapateo lo veo más dormido”. Miki González, quien ha transitado por diversos géneros musicales, señala que aunque tiene un “montón” de ideas, espera que pase el 21 de junio para ver qué viene en su carrera. “Tengo un montón de ideas y cosas que me interesan. Estamos esperando esta puesta en escena, que se da en otro tiempo, 25 años después que salió el disco... otro público. Será superinteresante lo que pase esa noche. Es como cuando podas un árbol de palta y tal vez te salgan paltas más deliciosas, no lo sé. De hecho, seguiré con la música negra, africana, de repente saco mi vieja grabadora y saco nuevas versiones de ‘Toro mata’, no lo sé”. ¿Y en qué anduvo en los últimos meses?, le preguntamos. “Últimamente estuve trabajando en un comunidad amazónica en Pucallpa. Se trató de documentales sobre la tradición de curar con plantas, exclusivamente con el tema del ayahuasca, pero que no he experimentado porque no me siento preparado aún para probarla”. Miki González, muestra su preocupación ante la indiferencia de las autoridades por una tradición que, pese a que se practica en otros países (en Brasil, incluso, existe una iglesia), es netamente peruana. “Es auténticamente peruana y el asunto es que los cultores viven en la miseria, mientras que otros se hacen millonarios ofreciendo esa experiencia. El Estado no protege a su gente, esa es la denuncia. En sí, toda la parte amazónica está abandonada”. El músico, además, nos revela que estuvo viviendo un tiempo en un monasterio budista de Nueva York. ¿A qué se debió? “Bueno, no estuve enclaustrado, estuve yendo y viniendo por un buen tiempo. Ahora mi base es el Perú. Estuve allí porque yo practico la meditación y mi maestro tenía ese monasterio, me fui a pasar sus últimos momentos. Enfermó, pero no esperé que se fuera tan rápido. Yo tuve cáncer en el 2015 y al tener la muerte tan cerca quise estar al lado de mi maestro para poder implementar, un poco mejor, mi percepción de meditación y el mundo interno”. Con tono optimista, pero reflexivo, agrega: “Cuando te dicen que tienes cáncer, crees de inmediato que te vas a morir. Pero es actitud en gran parte, también. Igual, ya pasaron unos años y no me ha vuelto, se podría pensar que está controlado, pero nunca se sabe”.