Por Santiago Roca Profesor principal, Universidad ESAN Todos somos testigos de que el Perú ha sido calificado por organismos internacionales y jefes de Estado como una de las economías más sólidas del continente. La solidez, dicen, proviene del crecimiento del producto, el elevado nivel de inversión extranjera y los saldos favorables en la balanza comercial. Indiscutiblemente, si se compara con décadas anteriores, los números del PBI, inversión y exportaciones están mejor que antes. Si se observa, sin embargo, cuáles son los bienes y servicios que están logrando estos resultados, uno encuentra que el país se está especializando en productos de poco valor relativo. Entre 1990 y 2008, las exportaciones primarias y de productos basados en recursos naturales han aumentado su participación del 82.4% al 88.6%, mientras los basados en mediana y alta tecnología han disminuido su participación del 3% al 2.6%, y los de baja tecnología del 14.6% al 8.5%. Tomando en cuenta índices internacionales, los productos de mediana y alta tecnología tienen 6 y 21 veces más contenido de investigación y desarrollo que los productos de baja tecnología y estos 1.5 veces más que los productos primarios. Esto quiere decir que el Perú produce y exporta cada vez menos conocimiento y tecnología incorporada. ¿Qué consecuencias tiene que el Perú produzca bienes y servicios de poco conocimiento incorporado? La primera es que a pesar de que la balanza comercial sea superavitaria, la balanza que mide el intercambio de conocimientos se hace más deficitaria (US$2,000 millones el 2008). En segundo lugar, conforme mejoran los niveles de vida y aumentan las importaciones se tendrá que explotar más intensamente los recursos primarios. Tercero, los productores de bienes de alta tecnología requerirán más unidades de bienes primarios por unidad de alta tecnología, ensanchando las diferencias de horas de trabajo e ingreso entre los productores de ambos tipos de bienes. Cuarto, como parte de los recursos primarios se depredan y otros son no renovables, se afecta el nivel de vida de las generaciones futuras. Por último, se desperdicia la oportunidad de añadir valor a los recursos primarios, sin que aumente la productividad y se acelere el crecimiento. En vez de seguir expandiendo la inversión y exportación en actividades primarias se debe instaurar una política de crear valor e incorporar tecnología. Para comparar con solo dos países abundantes en recursos naturales: Nueva Zelanda y Colombia. En 1979, el 86% de las exportaciones de NZ se basaban en productos primarios y recursos naturales, ahora solo el 75%. En Colombia, las exportaciones primarias y basadas en recursos naturales han disminuido del 81.7% en 1987 al 65.6% en el 2007. Ambos países partieron de niveles similares a los del Perú (82.4% hace 20 años) pero el día de hoy tienen 13.6 y 23 puntos menos respectivamente (el Perú subió a 88.6%). NZ y Colombia intercambian más tecnología y tienen niveles de vida mejores que el Perú. El Perú no tiene entonces un crecimiento sólido. Para que sea sólido se requiere: i) crear mayor valor, sin tener que explotar hasta el límite los recursos primarios; ii) incorporar tecnología y conocimientos, acumulando y aprendiendo para seguir innovando; iii) crear más vínculos y conexiones con lo local; iv) diversificar a bienes de mayor calidad en empresas medianas y pequeñas, para atender mercados premium y especializados utilizando las nuevas tecnologías de información, entre otros. Solo así se elevará la productividad en su conjunto y se equilibrará la balanza de conocimientos, condición necesaria para participar en forma más sólida y equitativa en la economía mundial.