Salario promedio en Lima supera nivel prepandemia y alcanza S/2.100, pero empleo juvenil cae 35%
Cinco años después del golpe pandémico, el salario promedio marca un leve avance real de 1%, pero experto advierte que el 45% de hogares solo tiene un perceptor y los más jóvenes siguen fuera del rebote laboral.
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Por primera vez desde que estalló la pandemia, el ingreso promedio mensual de los trabajadores de Lima Metropolitana y Callao superó su nivel prepandemia.
En el segundo trimestre de este año, el salario promedio alcanzó S/2.100, lo que representa un avance real de 1% respecto a igual periodo del 2019, según un informe reciente del Instituto Peruano de Economía (IPE).
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El dato marca un hito luego de cinco años marcados por la pérdida de empleos de calidad, la inflación y la incertidumbre económica. Sin embargo, para algunos expertos este avance aún es frágil y desigual.
“Esta mejora está directamente vinculada al crecimiento del empleo adecuado, que lleva ocho meses creciendo a tasas de dos dígitos”, explicó Paula Herrera, economista del IPE, durante una entrevista en Economía para Todos de RPP.
¿Qué significa tener un empleo adecuado?
Según el IPE, se considera empleo adecuado a aquel que permite trabajar al menos 35 horas semanales y obtener ingresos suficientes para cubrir una canasta básica de consumo, cuyo valor mensual en Lima fluctúa entre S/1.200 y S/1.400. Incluso si el trabajador es informal, entra en esta categoría siempre que cumpla ambos criterios.
“Lo que vemos es una mejora más cualitativa que cuantitativa del mercado laboral. Sectores como construcción, manufactura y pesca —ligados a la inversión privada— han sido los que más empleo de calidad han estado generando”, detalló Herrera.
El crecimiento real del ingreso es mínimo
Pero no todos coinciden con ese análisis. El economista laboral y exviceministro de Empleo, Fernando Cuadros Luque, cuestionó el entusiasmo del IPE y pidió mirar el panorama completo.
Según dijo a La República, si se considera el dato anual —que permite una mejor lectura estructural—, los ingresos reales promedio en Lima aún están 9% por debajo de los niveles de 2019.
“Hay que tomar con pinzas ese 1% de avance trimestral. Puede ser un rebote puntual. Si miramos el promedio anual del 2024, todavía hay una caída real importante. Recién con el cierre de 2025 se sabrá si esta mejora es sostenible”, advirtió.
Cuadros también discrepó con la forma en que se está definiendo el empleo adecuado. “No se trata de cubrir toda la canasta básica, sino apenas la mitad, según el INEI. Eso no garantiza un ingreso suficiente, sobre todo considerando que el 45% de familias tiene solo un perceptor”, sostuvo.
La brecha de género también sigue sin cerrarse. El IPE reconoce que las mujeres jóvenes fueron las más afectadas por la pérdida de empleo durante la pandemia, y que aún hoy ganan entre 25% y 27% menos que sus pares varones. En la última década, esta diferencia apenas se ha reducido en cinco puntos porcentuales.
Empleo juvenil rezagado
Donde ambas fuentes coinciden es en que la recuperación ha sido desigual. En particular, los jóvenes y las mujeres siguen siendo los más rezagados. Herrera señaló que los ingresos de los trabajadores menores de 24 años no han logrado recuperarse desde la pandemia, y que la ocupación juvenil lleva casi tres años en caída.
Cuadros fue más duro: el empleo adecuado en los jóvenes está 35% por debajo del nivel prepandemia. Además, advirtió que la inactividad laboral juvenil —jóvenes que ni trabajan ni buscan empleo— ha crecido 28% frente al 2019.
“Muchos jóvenes han salido del mercado laboral, frustrados por no encontrar oportunidades. Esto distorsiona las cifras de desempleo real y eleva el riesgo de que terminen en actividades informales o incluso delictivas”, alertó.
¿Recuperación real o espejismo estadístico?
La conclusión es clara: si bien el ingreso promedio ha superado —ligeramente— su nivel prepandemia, el mercado laboral limeño sigue arrastrando problemas estructurales. El repunte del empleo adecuado es una buena noticia, pero aún insuficiente para hablar de una recuperación inclusiva.
“Este avance no significa que todos estén mejor. Los jóvenes, las mujeres y quienes trabajan en sectores más informales siguen en desventaja. Sin políticas específicas para estos grupos, el crecimiento será siempre parcial”, concluyó Cuadros.























