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Cuando FBC Melgar pagó doce sillas y una mesa por el pase de su ídolo

Eduardo “Patato” Márquez. En el 2015, año del centenario del club rojinegro, La República conversó con el ídolo rojinegro. Esa mañana se desgranaron anécdotas y hechos inéditos que rodearon la trayectoria de este delantero muy querido.

Feliz. Melgar le rindió homenaje en vida, Arequipa aplaudió. Foto: Archivo
Feliz. Melgar le rindió homenaje en vida, Arequipa aplaudió. Foto: Archivo

Hace dos años, partió Eduardo “Patato” Márquez, ídolo eterno de Melgar con más de 150 goles marcados.

Murió a los 76 años de edad. “Patato” tenía problemas auditivos. Sus nietas le repetían las cosas en voz alta, para que comprenda. Para la entrevista de 2015 se apeló a la misma mecánica.

La República recuerda hoy algunos pasajes de esa larga charla con el ídolo melgariano. Aquí reproducimos lo que quedó en el tintero.

De la cancha a la mina

“Patato” Márquez decidió dejar el fútbol porque el dinero que ganaba mensualmente no le alcanzaba para mantener su familia. Un amigo le habló sobre un trabajo como recepcionista de materiales en Minero Perú (hoy Sociedad Minera Cerro Verde). Aceptó inmediatamente. Empezó a trabajar el 6 de junio de 1975.

Así dejaría una de sus pasiones que cultivó desde pequeño. Todo empezó con los partidos de fulbito en las angostas calles del barrio María Isabel en el Cercado. Un día, él y sus amigos, escucharon en Radio Arequipa la convocatoria a los jóvenes de todos los rincones de la ciudad para el campeonato inter barrios.

“Patato” Márquez tenía solo siete años de edad y era titular indiscutible en el equipo de su categoría por las condiciones mostradas en las canchitas cuyos arcos eran piedras y ladrillos. Enrique Espejo Muñoz armó el equipo al que bautizaron como Atlanta de María Isabel.

En esos torneos, Márquez anotó más de veinte goles. Tenía pasta de delantero. Era muy veloz y dominaba los dos pies.

Siempre le gustó ir al estadio con algún familiar o sus amigos. Inquieto como en el campo de juego, se las ingenió para ser alcanzabolas en el estadio Melgar (IV Centenairo) y estar cerca de los futbolistas que admiraba. Era hincha del White Star.

Su padre Carlos Esteban Mariano Márquez Cornejo, lo llevó a entrenar y jugar a la Segunda División en el Estrella Mistiana de Manzanitos. Carlos Márquez, su hermano mayor, era dueño del club pero hacía de todo: aguatero, delegado, entrenador, presidente y todo lo que implica sacar adelante un equipo de fútbol.

Llega al FBC Melgar

Los goles que marcó “Patato” Márquez aquella temporada de 1962, no sirvieron para que Estrella Mistiana salve la categoría. La tristeza por el descenso duró poco. Lo llamaron del equipo campeón de ese año: el FBC Melgar.

Su hermano Carlos, quien ya vestía la camiseta rojinegra, al igual que su otro hermano Óscar, recomendaron la contratación de “Patato”. Fue así que su padre negoció su carta pase del Estrella Mistiana a cambio de doce sillas y una mesa para sesionar. Tenía 18 años de edad. Eran otros tiempos. Se jugaba más por pasión.

“Patato” recordó aquella vez cuando le dieron la oportunidad de ser titular en el FBC Melgar. Pudo sentar en la banca de suplentes al reconocido goleador Carlos Paredes a quien decían “Chesman”.

—Hasta ahora está esperando que me saquen para volver a ser titular. Desde ese día me recuerda que lo senté y no volvió más. Así es el fútbol a veces—, se carcajeaba “Patato”.

Los recuerdos fluyeron esa mañana. Los contaba casi gritando.

En Melgar hice más de 100 o 200 posiblemente—dijo orgulloso.

Uno de los más recordados es el que convirtió a poco del debut en el fútbol profesional, cuando el FBC Melgar fue invitado al campeonato descentralizado.

—Le hice un gol al Alianza Lima, tapaba Adolfo Bazán, quien incluso estaba en la selección. Muchos dicen que me empezó a perseguir para pegarme después del gol, pero lo hizo para decirme que tenía un gran futuro por delante y felicitarme—recordó.

“Patato” Márquez también rompió algunos mitos que se solían contar sobre él como ese dato de que una vez le hizo un gol al arquero ruso Lev Yashin “La araña negra”.

—Fue a su arquero suplente. Hay muchas cosas que la gente dice de mí que no son ciertas—aclaró antes de su muerte.

Campaña de 1971

Después de los altibajos del equipo en los torneos de la Liga del Cercado, el FBC Melgar disputó la Copa Perú de 1971. Los rojinegros hicieron una gran campaña que coronaron con el título nacional. La final la disputaron en Lima ante la oncena del Colegio Nacional de Iquitos (CNI).

“Patato” Márquez hizo varios goles en el transcurso del año pero jugando ante León de Huánuco, el arquero de apellido Ganoza, le palanqueó la rodilla derecha y lo lesionó gravemente. A la final llegó sin estar al cien por ciento de sus condiciones físicas. Mientras transcurría el encuentro, esperó ansioso que el entrenador Walter Milera lo ponga por lo menos unos minutos. Sufrió con el gol del CNI. Alentó a sus compañeros. Calentó en soledad varios minutos. Escupió al suelo en incontables veces. Se frotó las manos hasta tenerlas calientes como una fragua. No lo hicieron ingresar a la cancha. Pero al final festejó con todos.

—Llegó el gol de Ponce Arrue (Luis) y sale caliente, somos campeones y a festejar. Tuvimos un recibimiento extraordinario, la gente nos amaba. Es el mejor recuerdo con el FBC Melgar, nos daban chicha y cerveza. Jugar contra Pele (Santos) fue un partido especial por ser una gran estrella, pero el recibimiento como campeones de la Copa Perú fue lo mejor—recordó emocionado. Reveló también que su cuñado Raúl Arévalo y su hermana Marleny lo acompañaban a algunas ciudades donde tenía que jugar. Alguna vez Arévalo ofreció 5 soles por gol, “Patato” metió cuatro.

—No me pagó nunca porque en esa época era mucha plata-

“Patato” Márquez mantuvo siempre la humildad que heredó de sus padres y transmitió a sus hijos y nietos. Fue un eterno agradecido de la oportunidad que le dio el fútbol de convertirse en un personaje histórico del deporte arequipeño.

Doy gracias a Dios por darme vida para ver a mi Melgar en sus cien años. Muchas, infinitas gracias por las muestras de cariño que recibo día a día, yo también los quiero y aprecio- dijo poco antes de ver a su equipo de siempre, campeón nacional.