Gerardo Chávez-Maza: “La envidia que se ha tenido a la obra de Gerardo Chávez ha sido evidente”
La República conversó con Gerardo Chávez-Maza sobre la inauguración del Museo de Arte Moderno de Trujillo, el legado del genial artista peruano Gerardo Chávez, su padre.

El artista plástico Gerardo Chávez falleció el 22 de junio de este año. Gerardo Chávez tenía 87 años y fue un gigante de la cultura peruana. Quienes tuvieron la fortuna de conocerlo o de compartir algunos minutos con él, pueden dar fe de que era un hombre vitalista al que le gustaba trabajar. Un par de sucesos configuraron la visión de vida del maestro. Primero, la influencia de su hermano mayor, Ángel, quien también era artista; y la muerte de su madre a los 5 años. La muerte de su madre, a causa de una enfermedad desconocida en los años 40 y que hoy podría ser cáncer, por paradójico que parezca, fortaleció su gusto por el arte.
“La creación del nuevo hombre” (1964), “La estrella del amanecer” (1966), “El último ídolo” (1980), “Mama” (1980) y “La procesión de la papa” (1995), son algunas de sus obras emblemáticas. Pensemos en “La procesión de la papa”, que mide 2.50 m de alto por 12 m de largo. Tal y como dimos cuenta en la Contra de La República el pasado sábado 8, esta obra maestra recibió, en el marco del Encuentro Nacional de las Artes en La Libertad, el Registro de Bien Integrante del Patrimonio Cultural de la Nación.
Este es un reconocimiento justo, aunque algo tardío. Pero las resonancias no se quedan ahí, porque Gerardo Chávez aún tiene más para entregarnos. Veamos: el pasado sábado 15 de noviembre, se realizó la inauguración del Museo de Arte Moderno de Trujillo. Se trata de un cambio nominal. En el año 2006, el propio artista lo fundó como Museo de Arte Moderno Gerardo Chávez. Quienes han ido a este museo, pueden dar fe del impacto visual y sensorial que suscitan las piezas de Chávez. Lo precolombino, lo occidental, el erotismo, lo lúdico y lo onírico se mezclan en favor de una universalidad que puede ser admirada tanto por el conocedor como de aquel que no lo es.
Sobre el legado de Gerardo Chávez y esta nueva etapa del museo que creó, La República conversó con Gerardo Chávez-Maza, curador y crítico de arte, el responsable de velar por la obra de Gerardo Chávez, su padre.
-¿Qué sensación tienes al reabrir el museo que fundó tu padre?
-Reabrir el museo para mí significa un acto de revolución cultural. En una ciudad que vive con constante violencia, nosotros nos ponemos como un frente ante eso. Los museos deben cumplir con la responsabilidad de ser espacios que permitan acercar al público a la belleza y, por tanto, también a contribuir con la transformación social a través del arte.

"Guerrero Mochica". 1983. Imagen: Difusión.
-¿A qué se debe el cambio de nombre del museo?
-En un momento se le puso al museo el nombre Gerardo Chávez por la indiferencia y por el descuido del Estado. Mi padre puso solo su obra expuesta y tenía mucho más sentido que se llamase así. Hoy en día, se ha replanteado como un espacio neurálgico para la ciudad, un museo vivo que aporta además una programación de temporadas de exposiciones que van cambiando a lo largo del año para mantener un público constante. Nuestro objetivo es activar las narrativas y las lecturas del arte regional en diálogo con artistas internacionales y de otros lugares del país. El Museo de Arte Moderno de Trujillo es administrado por la Fundación Gerardo Chávez, así como también administra el Museo del Juguete.
-¿Qué es lo que te gusta más de la obra de tu padre?
-La cosmovisión moche es la que acompaña a la obra de mi padre y refleja mucho su relación con la tierra, el Tánatos, la reproducción, la fertilidad, la guerra y los ciclos de la vida. La obra de mi padre no solo era erotismo. Todos estos elementos se ven representados en actos que pueden parecer sexuales, pero que en realidad son metáforas de la vida. Yo creo que ha habido un eslabón perdido en el estudio de la obra de mi padre en los últimos años. Esto puede ser también una autocrítica porque ha habido una sobreestetización de su obra en algunos de sus periodos pictóricos, lo cual ha impedido que se haga un estudio más profundo de su trabajo, como la relevancia política de su obra, como la conexión con el mundo precolombino y los pueblos del norte. Hay una serie de elementos que la crítica no ha profundizado en la obra de Gerardo Chávez.
-La obra de Gerardo Chávez es monumental, pero la crítica no la ha acompañado como merecía.
-El Perú es un país en donde radica mucho la envidia. La envidia que se ha tenido a la obra de mi padre ha sido evidente. A lo largo de su trayectoria ha habido momentos en que no se ha querido celebrarlo tanto. No se le ha querido otorgar la genialidad que finalmente se la otorga la sociedad.

Gerardo Chávez-Maza. Foto: Fundación Gerardo Chávez.
-Con la academia ha sido igual.
-Exacto. En años recientes le ha faltado academia, pero en los años 70 y 80 hubo mucha academia en la obra de mi padre. En los 70, por ejemplo, mi padre hizo una colaboración con la gran poeta surrealista Joyce Mansour. En los 80, mi padre tuvo una cercanía con Édouard Glissant, considerado hoy como uno de los grandes pensadores de la decolonialidad del Caribe y América Latina. Ellos escribieron de la obra de mi padre. Todas estas relevancias históricas no se han visibilizado en los últimos años en Perú.
-¿Por qué?
-Porque no se le quiere otorgar a alguien tanta genialidad. Pero también porque Perú es claramente un país centralista, clasista y racista. Y mi padre finalmente es una persona de provincia y de escasos recursos.
-Tu padre le ha vendido obras a la sociedad limeña.
-Eso es verdad. Pero ha habido un prejuicio social. En términos generales, ha habido una suerte de discriminación a un artista de provincia que se hizo solo con un talento extraordinario, que no necesitó de nadie que lo catapultara al discurso del arte nacional.

Museo de Arte Moderno de Trujillo. Foto: Fundación Gerardo Chávez.
-Imagino que a tu padre le hubiese gustado ver el reconocimiento a “La procesión de la papa”.
-Le hubiese gustado verlo, pero mi padre sabía perfectamente la trascendencia de esa obra y también de un grupo de obras. Esa es la razón por la que mi papá se dedicó a guardar su obra. Nosotros albergamos más de 150 obras de mi padre y que mi padre sabía que eran trascendentales para el estudio futuro de su obra. No muchos artistas tienen esa posibilidad. Por eso nosotros sí hablamos de un legado importante de un artista que puede seguir siendo estudiado, que además calza dentro de las narrativas y los discursos del arte contemporáneo actual. O sea, hay una posibilidad de relectura y de reestudio justamente de esa obra en el Perú contemporáneo.
-¿Cómo será la dinámica del museo?
-Es un museo con cinco salas. Tendrá una sala permanente, en donde estará la obra monumental de mi padre, como “La procesión de la papa” y otras obras de gran formato. Y todas las demás salas serán temporales con diferentes periodos de cambio. Vamos a abrir también el taller de mi papá, que va a ser un espacio educativo para conferencias y talleres. Abriremos también un pabellón de arte precolombino, con más de 5000 piezas, que es de la colección de mi papá y que será parte del Museo de Arte Moderno de Trujillo. Decían que mi padre no era político, su política era la cultura y creía en su poder unificador.
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Dirección del Museo de Arte Moderno de Trujillo: Av. Federico Villarreal 2250, Trujillo.

















