Cultural

Alejandro Romualdo: ¿acaso la última exposición en la Casa de la Literatura Peruana?

“Alejandro Romualdo. En la extensión de la palabra” es una recomendable exposición que podría ser la última que exhiba el rigor característico de esta institución.

Alejandro Romualdo.
Alejandro Romualdo.

La reciente exposición de la Casa de la Literatura Peruana supera las expectativas. Inaugurada el pasado 26 de septiembre, y que va hasta finales de abril de 2025, Alejandro Romualdo. En la extensión de la palabra, tiene lo que se espera de una muestra de la Caslit: rigor, buen gusto y la posibilidad de tener otra mirada, más actual y fresca, del tópico de turno.

Las muestras están diseñadas para que puedan ser apreciadas por todo tipo de público. Ese es un mérito de la curaduría que no debemos dejar de destacar. En ese punto medio han hallado su fuerza y su legitimidad otorgada por precisamente el público. No son impresiones dadas por el capricho, muchas de estas exposiciones han sido saludadas como las mejores exposiciones en sus respectivas temporadas. Varias, además, han salido de gira por el interior del país. Pensemos en Un espíritu en movimiento. Redes culturales de la revista Amauta, en Moquegua, en el 2017; en La casa sin puerta. Literatura amazónica (1940-1980), en Iquitos en el 2018; y la que está en Tacna hoy, en la Casa Basadre: Felipe Guaman Poma de Ayala. Del mundo vuelve el autor.

Romualdo está en nuestro imaginario cultural por ser el autor de un poema que todos hemos escuchado alguna vez: “Canto coral a Túpac Amaru”. Integrante de la generación del 50, este poeta fue también un incansable luchador social (fue hijo del recordado comediante Álex Valle, famoso por su célebre frase “Acuérdese de la santa paciencia”. Tan luchador era Romualdo que su padre tenía que ir a sacarlo de las celdas de las comisarías a las que iba a parar luego de las manifestaciones, a saber) y la presente muestra nos pone en bandeja una gama de interés que, partiendo de una actitud poética, plasmó en el periodismo, la caricatura, el humor político, la gráfica y la publicidad.

Por esta razón, especulamos que la exposición lleva el nombre de En la extensión de la palabra, título del homónimo poemario que este 2024 cumple cincuenta años, y que ayuda a aterrizar las ideas que sostienen a las secciones “Compro y compromiso”, “El espacio social de la gráfica” y “Revolución y galaxia”. Por las señas nominales, se entiende que no solo se aborda la poesía de Romualdo, sino también su actividad política, factores indesligables para él, que podemos apreciar en poemarios de la talla de La torre de los alucinados (1949) y El movimiento y el sueño (1971), por citar un par.

No puedes desgranar a Romualdo sin tener a la poesía y a la política en el radar. Romualdo pudo ser un gran poeta sentimental (siguiendo la línea de sus primeros libros), pero no era ajeno a su contexto. Por eso fue un gran poeta sentimental y a la vez revolucionario y, sobre todo, consecuente con sus ideas. Romualdo es un agradable error: su actitud política nunca resintió su fuego creativo. Ese fuego es lo que se ve en esta exposición que no solo nos trae a un imprescindible autor de nuestra tradición, sino que del mismo modo calza con esta época tan polarizada que vivimos, y no me refiero únicamente a la realidad peruana inmediata. Por eso, En la extensión de la palabra proyecta una especie de universalidad. Un estar aquí y en todas partes.

Detrás de cada exposición de la Caslit hay más de ocho meses de intenso trabajo de investigación (curaduría y archivo). Ese es pues el secreto del éxito de todas las muestras de la Caslit y esta que comentamos no es la excepción. Didáctica y especializada, esa tensión no es fácil de lograr.

Al cierre de esta nota, La República recibió la Resolución de Secretaría General 196-2024 del Ministerio de Educación. En ella, se precisa que, de ahora en adelante, las exposiciones de la Caslit van a estar sujetas a una revisión de contenido. Es decir, ya no se podrá trabajar con autonomía. Ese documento confirma la sospecha: a la derecha burocrática le causaba terror que el público conectara con estas exposiciones que motivaban a desarrollar un espíritu crítico.

Por donde se vea: es censura.

Dos casos de censura en una semana en la Caslit nos dan a un solo responsable: Juan Yangali, su actual director. No tuvo muñeca política para manejar el tema de Juan Acevedo y deja que en su gestión se atente contra uno de los mejores proyectos culturales del país: las exposiciones de la Caslit.

Yangali tiene experiencia en gestión cultural, pero llegó a ese cargo porque su hermano Rivin es asesor de la presidenta Dina Boluarte. Pudo tener las mejores intenciones, pero las órdenes de la derecha resultaron más fuertes.

Juan Yangali tiene que renunciar.