Obra maestra olvidada de John Carpenter: “El fin del mundo en 35 mm”
En el año 2005, John Carpenter dirigió un mediometraje llamado “Cigarrete Burns”. A la fecha, para todo cinéfilo es una clara muestra de amor de Carpenter por el cine. Veamos.
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Del director John Carpenter, uno de los gurús del cine de horror, conocemos varias obras maestras que hemos visto hasta por gusto en televisión, cable y últimamente en las plataformas. No cansan las películas de Carpenter. Si hay oportunidad, volvemos a frecuentar, sin importar si ya están empezadas, Estrella oscura (1974), 1997: rescate en Nueva York (1981), La cosa (1982), Están vivos (1988) y Vampiros de John Carpenter (1998). Carpenter tiene más obras de referencia, como bien sabe el cinéfilo, pero cuando un cineasta tiene varias joyas en su haber, no debe extrañar que se escape algún título de valor de la memoria y ese es el caso de su mediometraje de 59 minutos Cigarrete Burns (cuyo título comercial es El fin del mundo en 35 mm) del año 2005.
A inicios de los 2000, un grupo de directores de cine de terror se estuvo reuniendo en cenas organizadas por el guionista Mick Garris. A estas cenas, asistieron Wes Craven, David Cronenberg, Guillermo del Toro, San Raimi, Don Coscarelli, Joe Dante, entre otros galácticos. Garris tuvo la siguiente idea: crear una serie de terror para la televisión. Cada episodio tendría el sello de agua de su director. Es decir, libertad absoluta sin intromisión de los productores.
De esta manera, nació Masters of horror y el primer episodio, emitido en Showtime, se estrenó en octubre de 2005 con Incident on and off a mountain road de Coscarelli. Sus dos temporadas la rompieron en público y en crítica, pero en 2007 Showtime canceló la serie. Con paciencia, voluntad y curiosidad, todos los episodios (26 en total) de Master of horror están a disposición, ya sea en plataformas, circuitos oficiales o alternativos.
Los episodios que conforman Masters of horror bien podrían servir de manual narrativo para toda aquella persona interesada en contar historias o para aquellos creadores que están experimentando el tan temido bloqueo creativo. Cuando empecé a ver los episodios, gracias a la recomendación de un buen amigo a finales de 2009, me di cuenta de que cada uno de ellos, aparte de ofrecernos una historia propia del género, era igualmente un testimonio de la cinefilia de sus directores. El episodio que más me conmovió fue el que dirigió John Carpenter: Cigarrete Burns o El fin del mundo en 35 mm, estrenado en diciembre de 2005.
Este es el episodio que más he visto de Masters of horror y no dudo en recomendarlo, con mayor razón cuando este año cumple 20 años para “felicidad” de los prejuiciosos que consideran deleznables estos trabajos, según ellos ubicados en la cuarta división del entretenimiento audiovisual. Gracias a este episodio, no solo me volví hincha de Masters of horror, sino también fue el inicio de mi admiración hacia toda la filmografía de John Carpenter.
Kirby Sweetman (Norman Reedus) es un cinéfilo que tiene un teatro en donde proyecta películas de terror de los años 60 y 70. Ese teatro lo tiene gracias al préstamo que le hizo el padre de su novia difunta, el señor Matthews. Se deduce que la petición de la devolución del préstamo (200 mil dólares) no la hace en buenos términos. Kirby se dedica, porque lo que gana con la sala de cine no le alcanza, a buscar películas de culto para millonarios extravagantes. Un día lo visita uno de estos millonarios, el señor Bellinger (Udo Kier), quien le pide que encuentre esta película: El fin absoluto del mundo, estrenada 30 años atrás en el Festival de Cine de Sitges. La leyenda señala que, en su estreno en 1979, 56 personas murieron mientras la veían. Esa es la película que Kirby debe encontrar y con el dinero que le pague Bellinger podrá deshacerse de la presión de su exsuegro, quien lo acusa, además, de ser el causante de la muerte de Annie, su hija.
Kirby se pone manos a la obra y la empresa lo lleva a conocer a un crítico de cine que no hace otra cosa que escribir reseñas de El fin absoluto del mundo, se topa con un proyeccionista que sobrevivió, porque se dio la vuelta, mientras proyectaba la película; conoce a un director que le cuenta que la película esta maldita porque en ella se sacrifica a un ángel, y llega a dar con el paradero de Katja, la viuda del director de El fin absoluto del mundo, el búlgaro Hans Backovic. Kirby consigue esa única copia existente y se la entrega a Bellinger. Kirby cobra para pagarle al señor Matthews, pero sus problemas inmediatos están lejos de solucionarse.
Son varias las lecturas que genera esta película de Carpenter, pero más allá de los códigos del cine de terror, lo que vemos en todas sus capas narrativas es un homenaje a la cinefilia, pero no únicamente la dedicada al terror, sino a la cinefilia en toda su dimensión. Como historia impacta, pero Cigarrete Burns exhibe asimismo ese poder extraño que se agradece: es de esas películas que te animan a seguir devorando películas. Una película como esta, solo sale de un fagocitador de cine, como John Carpenter.





















