Una sátira de los años 80: “La hoguera de las vanidades”, película de Brian de Palma
En 1987, Tom Wolfe publicó la novela “La hoguera de las vanidades”; tres años después, Brian de Palma estrenó la adaptación cinematográfica de la misma, con Bruce Willis, Tom Hanks, Melanie Griffith y Morgan Freeman en los roles protagónicos.
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En 1987, el escritor norteamericano Tom Wolfe publicó la novela La hoguera de las vanidades. Para ese entonces, Wolfe ya era catalogado como uno de los pilares de la literatura de no ficción, gracias a títulos como Ponche de ácido lisérgico (1968). La hoguera, literalmente, la rompió, y con mayor razón cuando se trataba de su primer libro de ficción, el cual abordaba uno de los mayores tópicos de la cultura estadounidense: el arribismo.
Sherman McCoy es un exitoso corredor de bolsa de Nueva York. Estamos en los años 80. Sherman está casado y tiene una hija. Pero también una amante, Maria Ruskin, quien del mismo modo está casada. Sherman es feliz viviendo de esa manera. Es, prácticamente, la imagen del éxito. No obstante, en una noche de encuentro con Maria, ella atropella a un joven negro en un barrio peligroso, al que llegaron por error. Sherman y Maria acuerdan quedarse callados. Pero la noticia del grave estado de salud del joven, llega a los medios. Y a los oídos del periodista Peter Fallow, quien del caso sabe lo básico, lo suficiente para buscar su tan anhelada posición social: el joven negro fue atropellado por una bonita pareja de blancos con dinero.
Si bien es el primer título de no ficción de quien es igualmente visto como uno de los padres del nuevo periodismo, en este registro no deja de estar presente el ánimo reporteril de Wolfe (si alguna utilidad tiene la novela aparte de su luz literaria, esta sería la de manual para reportear), quien mediante el humor y la crítica ácida a cuenta de sus innumerables personajes (políticos, abogados, jueces y empresarios), consigue diseccionar festivamente el espíritu de una sociedad marcada por el materialismo y la frivolidad. El arribismo gringo tiene raíces profundas, que vemos en los libros de Mark Twain y en películas como El nacimiento de una nación (1915) de D. W. Griffith.

Bruce Willis. Imagen: Difusión.
El público estuvo con Wolfe. Su libro, de todas maneras, iba a tener su adaptación cinematográfica. En 1990, el director Brian de Palma (muy posicionado por sus películas El fantasma del paraíso de 1974, Carrie de 1976 y Caracortada de 1983, entre otros trabajos imprescindibles) fue el encargado de llevar a la gran pantalla esta novela de Wolfe.
Este proyecto tuvo un reparto de lujo: Tom Hanks como Sherman McCoy, Melanie Griffith como Maria Ruski, Bruce Willis como Peter Fallow, Morgan Freeman en el rol del juez Leonard White, la legendaria Kim Cattrall (maestra en Sex and the city tiempo después) como Judy, la esposa de, nada más y nada menos, Sherman McCoy. Hasta el presentador de televisión, famoso en ese tiempo y hoy olvidado, Geraldo Rivera tiene algunos minutos en este trabajo.
La película fue un fracaso. Tanto por parte de la crítica y del público. Incluso Tom Hanks le dijo, en 2022, a Oprah Winfrey que fue “una de las peores películas jamás hechas”.
La hoguera de las vanidades, como película, ha sido víctima de su antecedente libresco. No es que sea una mala película, por el contrario, es entretenida, con sentido de historia. Lo que pasó con ella, es que cuando fue llevada al cine, el ambiente aún seguía caliente con el libro, el cual, presentaba una estructura compleja y el público quería ver en la pantalla su complejidad argumental. El público gringo, hay que decirlo, es muy amante de sus historias complejas. Brian de Palma cometió el error de hacer digerible una historia con muchos senderos internos. Le quitó su oscuridad.
Más allá de estos reparos, la película sigue vigente como tema a sus 35 años, y entretenida. Esta última vez que la vi, salí satisfecho. Hay trabajos que, sin ser buenos, siguen diciendo mucho. Ahí el dato. En plataformas.






















