Científicos avistaron en México una rara ballena con colmillos tras cinco años de búsqueda
Los investigadores lanzaron una flecha para obtener una muestra de ADN del animal. El resultado los sorprendió.
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Después de años de seguir una misteriosa señal submarina en el Pacífico Norte, científicos lograron identificar por primera vez en alta mar a una rara ballena picuda de dientes de ginkgo (Mesoplodon ginkgodens). El avistamiento se produjo frente a las costas de México, donde se observó, fotografió y obtuvo una muestra de ADN de estos enigmáticos animales que hasta ahora solo se conocían por ejemplares varados o capturas accidentales.
El hallazgo, publicado en la revista Marine Mammal Science, se concretó tras una expedición dirigida por Elizabeth Henderson, investigadora en acústica biooceánica del Naval Information Warfare Center (NIWC). “Fue una mezcla de sorpresa y emoción. Habíamos descartado esta especie porque su área de distribución no coincidía con la zona donde buscábamos”, explicó Henderson a Live Science.

Un macho adulto de ginkgo de pico dentado, magullado y con cicatrices. Lo que parece ser su ojo, en realidad es un colmillo de combate. Foto: Craig Hayslip
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La búsqueda de la rara ballena
La historia comenzó en 2020, cuando los científicos registraron un patrón de ecolocalización desconocido en las aguas del Pacífico Norte. Esta señal acústica fue el punto de partida para una serie de expediciones en el océano abierto, específicamente en aguas frente a la península de Baja California. Durante cinco años consecutivos, el equipo encabezado por Henderson, junto con Gustavo Cárdenas y Jay Barlow, rastreó la señal en múltiples salidas al mar.

Un macho adulto se da la vuelta. Las líneas en su piel son marcas de dientes recibidas en peleas con otros machos por hembras. Foto: Craig Hayslip
En junio de 2024, finalmente lograron avistar a un individuo solitario y, poco después, a un pequeño grupo compuesto por un macho adulto, una hembra y una cría. Este descubrimiento no solo confirmó la existencia viva de la especie, sino que también permitió vincular el patrón de sonar con el animal correcto, lo que abre las puertas al monitoreo pasivo de su distribución mediante hidrófonos.
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Una ballena con huellas de batalla
El macho adulto identificado durante la expedición tenía un colmillo desgastado y numerosas cicatrices en el cuerpo. Estas marcas no solo eran resultado de enfrentamientos con otros machos de su especie, sino también de ataques de tiburones cortadores de galleta (Isistius brasiliensis), una especie de pez que se alimenta arrancando trozos circulares de carne.
“Las ballenas picudas son los animales grandes menos conocidos del planeta”, comentó Robert Pitman, afiliado al Instituto de Mamíferos Marinos de la Universidad Estatal de Oregón. El especialista añadió que los machos poseen un solo par de dientes en forma de hoja de ginkgo, ocultos casi por completo en las encías, que emergen como colmillos usados para competir por el acceso a las hembras. Las hembras, en cambio, carecen completamente de dientes.
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La muestra para realizar el estudio
Confirmar la especie requería más que observación. Durante una de las aproximaciones, una de las ballenas se acercó a unos 20 metros del barco. En ese momento, Pitman utilizó una ballesta de 68 kilos de fuerza con una flecha especial para extraer una pequeña muestra de piel y grasa, del tamaño de una goma de borrar. El proyectil no se quedó incrustado y fue recuperado con el tejido necesario para realizar el análisis genético.
“El procedimiento es comparable a una perforación en la oreja”, detalló Henderson. La muestra fue enviada a un laboratorio donde se procesó en pocos días. “Esperábamos otra especie, pero los resultados no dejaban duda”, comentó la investigadora. Este método no invasivo ha sido utilizado en miles de casos y es una herramienta clave para el estudio de cetáceos difíciles de identificar a simple vista.
Ballenas varadas y futuros estudios
Hasta este hallazgo, la mayoría de registros de Mesoplodon ginkgodens provenían de varamientos en el Pacífico occidental. Solo dos casos habían sido documentados en el Pacífico oriental, lo que generaba dudas sobre su presencia en esta región. Inicialmente, el equipo pensó que se trataba de la ballena picuda de Perrin (Mesoplodon perrini), una especie aún más esquiva, conocida solo por seis ejemplares encontrados en la costa de California.
Ahora, los científicos planean nuevas expediciones para localizar a las otras dos especies de ballenas picudas que nunca han sido vistas vivas en su hábitat natural. La confirmación de sus patrones acústicos permitirá usar monitoreo pasivo para estudiar su distribución, abundancia y vulnerabilidad frente a actividades humanas como la pesca en alta mar.


















