Científicos descubren un ‘superpoder’ oculto y sin explotar en los humanos que les brindaría los beneficios de la hibernación
Los mamíferos usan la hibernación para conservar energía cuando la comida es escasa. Los investigadores encontraron en el ADN humano al responsable de este "superpoder".
- La Tierra tendrá 2 océanos nuevos: confirman que dos grietas desde África abrirán el paso a nuevos mares
- China quería generar más electricidad, pero en lugar de ello creó algo inesperado: un nuevo microclima

Los científicos lograron identificar un conjunto de genes en humanos que podrían activar capacidades similares a la hibernación como en ciertos mamíferos. Esta condición les permite a algunos animales pasar meses sin comida ni agua, resistir la pérdida de masa muscular y mantener su temperatura corporal, incluso en temperaturas que llegan hasta el punto de congelación. Durante este periodo el metabolismo y actividad cerebral se ralentizan al mínimo.
Según Christopher Gregg, profesor de genética humana de la Universidad de Utah y autor del estudio, “hibernar ofrece una serie de superpoderes biométricamente importantes”. Animales como las ardillas terrestres son capaces de desarrollar resistencia a la insulina para almacenar grasa antes del invierno, pero revierten esa condición al entrar en estado de hibernación.

Las ardillas pueden controlar la insulina, que les hace ganar peso, y la disminuyen en la hibernación. Foto: Robert Streiffer
Los genes que nos permitirían hibernar
El objeto principal de los estudios es el llamado locus FTO, una región del ADN vinculada al riesgo de obesidad en humanos. Aunque ya se conocía su relación con el control del peso y el metabolismo, los investigadores descubrieron que este grupo de genes se comportan de forma distinta en animales hibernadores, permitiéndoles alterar su consumo de energía, masa corporal y función cerebral.

Los mamíferos como los osos hibernan en temporadas que el alimento escasea y cuando el clima es extremo. Foto: Spokesman
Usando tecnología CRISPR, el equipo desactivó en ratones de laboratorio, cinco elementos cis-reguladores (CREs) cercanos a locus FTO. Aunque estos roedores no hibernan, pueden entrar en un estado de letargo llamado torpor tras ayunar por seis horas. Al suprimir estos elementos, los científicos observaron cambios en el peso, el comportamiento alimenticio y la temperatura corporal durante y después del torpor.
PUEDES VER: Científicos descubren que los residuos del café molido pueden mejorar la dureza del cemento de construcción

Buscando la clave de la hibernación
Para identificar las regiones genéticas clave, el equipo analizó el genoma completo de varias especies de mamíferos. Buscaron secuencias de ADN que permanecieron sin cambios durante millones de años, pero que mostraban mutaciones recientes en animales hibernadores. La hipótesis: si una región genética cambia rápidamente en dos especies que hibernan, probablemente está relacionada con esa capacidad.
Los investigadores detectaron varias regiones reguladoras que, al modificarse, alteran la expresión de cientos de genes. “Cuando se elimina una de estas pequeñas regiones de ADN, cambia la actividad de cientos de genes”, explicó Susan Steinwand, coautora del estudio. Estas secuencias actúan como interruptores que controlan genes cercanos, sin ser genes en sí mismas.
También identificaron “genes hub” o centrales que coordinan los cambios en la expresión genética inducidos por el ayuno, uno de los disparadores del torpor en ratones. La mayoría de las regiones mutadas en hibernadores interactúan directamente con estos genes clave, lo que refuerza la teoría de que la hibernación depende de cambios específicos en la regulación genética más que de nuevas funciones genéticas.
Despertar el potencial humano para hibernar
Lo más revelador del estudio es que los humanos ya poseemos la genética necesaria para desarrollar características de hibernación, según Gregg. La diferencia está en cómo se activan o desactivan esos genes. Mientras que los hibernadores parecen haber perdido ciertas restricciones genéticas que impiden la flexibilidad metabólica, los humanos podrían tener esos “interruptores” bloqueados.
El equipo plantea que, si se logra identificar con precisión estos elementos reguladores, podría ser posible diseñar fármacos capaces de imitar los efectos de la hibernación sin que el paciente entre en ese estado. Esto tendría aplicaciones revolucionarias en la medicina: desde tratamientos contra el envejecimiento hasta terapias para daños neurológicos o trastornos metabólicos.
Elliott Ferris, bioinformático y coautor del estudio, afirma que “si pudiéramos regular nuestros genes como lo hacen los hibernadores, tal vez podríamos revertir la diabetes tipo 2 de la misma manera que ellos vuelven a un estado metabólico normal al despertar”.




















