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Ciencia

Cómo el color rosa volvió menos agresivos a los presos en Estados Unidos

Las celdas fueron pintadas de este color para estudiar el poder tranquilizante del rosado. Los resultados fueron sorprendentes.

Imagen referencial de una cárcel pintada de rosa. Foto: Medium
Imagen referencial de una cárcel pintada de rosa. Foto: Medium

El mundo parece pintado de rosa con el estreno de la película Barbie, de Greta Gerwig. Este llamativo color esconde más misterios que un inmemorable estereotipo de género. Uno de ellos está relacionado con posibles impactos de una tonalidad de rosa sobre la agresividad.

¿Es posible que un color disminuya la agresión de las personas? El tono rosa Baker-Miller estuvo asociado a este efecto y algunos estudios científicos, desde 1970, buscaron comprobar esta teoría.

 El rosa Baker-Miller fue denominado así por los oficiales Gene Baker y el capitán Ron Miller. Foto: difusión

El rosa Baker-Miller fue denominado así por los oficiales Gene Baker y el capitán Ron Miller. Foto: difusión

Poder rosado: experimentos

El psicólogo investigador Alexander Schauss, a partir de estudios previos sobre posibles efectos psicológicos de los colores en las personas, decidió realizar un experimento con esta tonalidad de rosa, en la década de 1970. Así, se pintaron algunas celdas de una cárcel en Seattle y se observó el comportamiento de los reclusos.

Los resultados del estudio indicaron que, durante los 156 días desde del uso de la celda rosada, no se registraron incidentes de comportamiento hostil en los detenidos que habitaban allí.

Posteriormente, se realizó un experimento parecido en el Centro Correccional del Norte del Condado del Sheriff, en Dale City, California, en 1981. Se pintó una celda de detención con rosa Baker-Miller y se examinaron los efectos en 50 presos que habían sido clasificados con tendencias de violencia verbal, contra objetos y contra el personal u otros detenidos.

Los resultados, expuestos por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, indican que se registró mejoría en todas las categorías. Los mayores efectos se dieron en personas que descargaban sus frustraciones verbalmente y esto fue menos eficaz en los presos más agresivos.

A partir de los descubrimientos del poder tranquilizante del color rosa, se estima que se empezaron a pintar celdas y centros psiquiátricos de Baker-Mill. Sin embargo, posteriores experimentos pusieron en duda los hallazgos.

Diversas celdas se pintaron de rosa tras los primeros experimentos de Schauss. Foto: Getty Images

Diversas celdas se pintaron de rosa tras los primeros experimentos de Schauss. Foto: Getty Images

Resultados controversiales

Años después de su primera prueba, Schauss repitió el procedimiento en otra prisión. No obstante, descubrió que los efectos calmantes no ocurrieron. Hasta entonces, se realizaron estudios en una instalación correccional de la Marina de los Estados Unidos, dos centros correccionales en California y dos hospitales psiquiátricos. Sin embargo, los resultados no eran determinantes ni arrojaban luces claras sobre las consecuencias del rosa.

“Se desconocen los posibles procesos fisiológicos que se cree que están involucrados, sin embargo, se sospecha que hay neuroquímicos indeterminados en el ojo que se comunican con el centro hipotalámico”, señala el estudio de Schauss al respecto.

Cabe mencionar que los estudios de Schauss fueron objeto de controversia y cuestionamientos por sus limitaciones metodológicas. Especialistas han señalado que los resultados podrían deberse a factores distintos al color en sí, como las condiciones carcelarias.

En la actualidad, la relación del color rosa con la reducción de la agresividad continúa siendo un tema de debate para la comunidad científica.