El ‘superpoder’ de las personas que duermen pocas horas y funcionan mejor que el resto
Se estima que una persona en mil pertenece a este grupo de “durmientes de élite”, quienes han descubierto el secreto del sueño eficiente.
Se ha vuelto común relacionar una mayor cantidad de horas de sueño con un descanso óptimo. Sin embargo, puede que el mejor funcionamiento de las personas no dependa de cuánto duermen, sino de qué tan bien duermen.
Un equipo de investigadores de Estados Unidos, que analizó en los últimos 25 años los patrones de sueño de las personas, ha identificado a algunas familias que tienen la capacidad de dormir pocas horas y desenvolverse igual o incluso mejor que el promedio.
Según el equipo, liderado por Louis Ptacek, del Departamento de Neurología de la Universidad de California, estas personas poseen un “natural sueño corto”, que les permite levantarse temprano, pero también acostarse muy tarde.
De acuerdo con Ptacek, hasta el momento, el sueño corto se ha vinculado a cuatro genes. Eso también explica por qué este ‘superpoder’ es compartido por miembros de una misma familia.
Se estima que solo una persona en mil pertenece a este selecto grupo de “durmientes de élite”, indicó Ptacek en declaraciones a la BBC.
“Tenemos una fuerte impresión de que esta gente es más saludable que el promedio”, dice el especialista. “Ellos duermen mucho menos y aún así son muy funcionales, por lo que —quizás— están durmiendo de forma más eficiente. La pregunta es qué significa esto”.
Asimismo, intuyen que el estudio enfocado en estos durmientes de élite puede revelar los secretos del sueño eficiente y así beneficiar al resto de la población.
“Estamos aún en el proceso de descubrimiento tratando de encontrar tantas piezas del rompecabezas como podamos, Lo que tenemos son estas familias, y en cada familia podemos identificar un gen y una variante genética, y mostrar que tales genes están detrás de estos rasgos”, asegura Ptacek a la cadena británica.
En un reciente estudio, los genes asociados con el “natural sueño corto” fueron introducidos en ratones que padecían la enfermedad de Alzheimer. De ese modo, consiguieron que los animales se vuelvan más resilientes y mejoren su calidad de vida.
“Esto es muy interesante porque sugiere que podemos utilizar estos conocimientos biológicos para usos terapéuticos, no solo en relación con enfermedades neurodegenerativas, también enfermedades psiquiátricas, diabetes, obesidad, muchos cánceres”, augura el investigador.