Ciencia

Gas detectado en Venus podría no haber sido fosfina, concluye nuevo estudio

En setiembre de 2020, la comunidad científica anunció al mundo la posible presencia de este gas vinculado con la vida. Una nueva investigación pone en entredicho este hallazgo.

Exploración. Superficie de Venus tomada por el módulo soviético Venera-13 en 1982. Foto: Venera Team-Donp Mitchell
Exploración. Superficie de Venus tomada por el módulo soviético Venera-13 en 1982. Foto: Venera Team-Donp Mitchell

La posibilidad de que en Venus, un planeta con características hostiles para la vida, pudiera haber indicios de organismos biológicos sacudió al mundo entero en setiembre de 2020. En esa fecha, un equipo de astrónomos liderado por Jane Greaves, profesora en la Universidad de Cardiff, informó sobre esta noticia tras detectar la presencia de fosfina en las nubes de Venus.

No obstante, un nuevo estudio publicado por la Universidad de Washington ha puesto en entredicho toda esperanza de vida en el ‘planeta infernal’. Para los investigadores de esta publicación, es más factible que lo detectado en Venus sea solo azufre.

“En lugar de fosfina en las nubes de Venus, los datos son consistentes con una hipótesis alternativa: estaban detectando dióxido de azufre”, refirió en un comunicado Victoria Meadows, profesora de astronomía de la Universidad de Washington y coautora de la investigación.

El dióxido de azufre es el tercer compuesto químico más común en la atmósfera de Venus y no se considera un signo de vida”, agregó.

Dicho estudio ha sido aceptado por The Astrophysical Journal, pero se encuentra en etapa de preimpresión; es decir, no ha sido revisado por pares científicos. No obstante, presenta un reinterpretación más robusta de lo detectado por los telescopios James Clerk Maxwell (JCMT) y Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) en 2020.

Los expertos sustentan que el dióxido de azufre, para empezar, se encuentra en niveles altos en Venus. Asimismo, tanto la atmósfera del planeta como su entorno químico castigador incluyen nubes de ácido sulfúrico.

Por otro lado, explican que la señal inicial de la supuesta fosfina no se originó en la capa de nubes de Venus, sino en una capa superior de su atmósfera. En esta área —afirman— las moléculas de este gas se destruirían en segundos, por lo que es casi imposible que se trate de fosfina.

“Si la señal de JCMT fuera de la fosfina en la mesosfera, entonces, para tener en cuenta la fuerza de la señal y la vida de menos de un segundo del compuesto a esa altitud, la fosfina tendría que ser entregada a la mesosfera a una velocidad 100 veces mayor que la del oxígeno bombeado a la atmósfera terrestre por fotosíntesis”, detalló Meadows.

Otro de los argumentos que describe el artículo es que el dióxido de azufre, al igual que la fosfina, absorbe ondas de radio cercanas a una misma frecuencia, un concepto que hizo pensar a los investigadores iniciales que podría tratarse del gas relacionado con la vida.

Los investigadores también sugieren que los datos de ALMA probablemente subestimaron significativamente la cantidad de dióxido de azufre en la atmósfera de Venus.

“La configuración de la antena de ALMA en el momento de las observaciones de 2019 tiene un efecto secundario indeseable: las señales de los gases que se pueden encontrar en casi todas partes en la atmósfera de Venus, como el dióxido de azufre, emiten indicios más débiles que los gases distribuidos en una escala más pequeña”, reveló Alex Akins, investigador del Laboratorio de Propulsión a Chorro y coautor del artículo.

Para Meadows, no haber reportado esta abundancia de dióxido de azufre en las nubes de Venus en aquella ocasión evidencia la confusión que hubo.

“Nuestro nuevo trabajo proporciona un marco completo que muestra cómo las cantidades típicas de dióxido de azufre en la mesosfera de Venus pueden explicar tanto las detecciones de señales como las no detecciones en los datos de JCMT y ALMA, sin la necesidad de fosfina”, concluye.