Jéssica Freitas, reconocida tiktoker y creadora de contenido para adultos en Brasil, denunció recientemente que fue expulsada de un gimnasio en San Pablo debido a su vestimenta, catalogada como “vergonzosa” por el gerente del establecimiento. El incidente ocurrió cuando Freitas, originaria de la localidad de Americana, llegó al gimnasio para entrenar y fue abordada por el encargado, quien le solicitó abandonar el lugar sin permitirle discutir la situación.
Freitas argumenta que esta acción constituye un acto de discriminación, ya que el personal del gimnasio está al tanto de su presencia en plataformas para adultos y su popularidad en redes sociales. Además, enfatizó que no realizó ninguna actividad inusual ni grabó videos durante su visita, manteniendo un comportamiento que no incomodó a otros clientes.
Joven graba contenido fitness. Foto: eusoujessicafreitas
Según Jéssica Freitas, la expulsión del gimnasio se debió exclusivamente a su elección de vestimenta, a pesar de que otras mujeres en el mismo establecimiento vestían de manera similar sin enfrentar restricciones. La influencer destacó que no estaba desnuda y que su ropa era adecuada para entrenar, cuestionando la coherencia en la aplicación de las normas por parte del personal.
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Freitas sugirió que su expulsión fue motivada por una persecución personal, posiblemente relacionada con su actividad en redes sociales y su visibilidad como influencer.
Además, Freitas señaló que recibió críticas y actitudes despectivas por parte de los empleados del gimnasio, a quienes calificó de “gente del siglo pasado, maliciosos y falsos moralistas”. La influencer expresó que estos comportamientos reflejan un prejuicio hacia su trabajo en plataformas para adultos, generando un ambiente de vigilancia y presión constante.
La denuncia de Jéssica Freitas ha provocado un intenso debate en redes sociales sobre la discriminación y los estándares de vestimenta en espacios públicos como los gimnasios. Usuarios de plataformas como TikTok y otras redes sociales manifestaron su apoyo a la influencer, argumentando que la diversidad en la vestimenta debe ser respetada y normalizada en todos los ámbitos.
El caso puso en primer plano la discusión sobre los criterios utilizados por algunos establecimientos para juzgar la vestimenta de sus clientes, cuestionando si estas prácticas constituyen una forma de discriminación basada en la apariencia y la profesión de las personas.