Las personas que sufren un accidente y quedan con una discapacidad enfrentan uno de los desafíos más grandes de sus vidas; sin embargo, su capacidad de resiliencia y superación es un testimonio del poder del espíritu humano. Estas historias de coraje y determinación muestran cómo, a pesar de las adversidades, muchos logran reinventarse y encontrar nuevas formas de vivir plenamente.
Este es el caso de Marcela Marañón, una joven peruana que, además de reconstruir su vida, también inspira a otros a nunca rendirse. Su viaje de recuperación y éxito nos recuerda que, con apoyo y fuerza de voluntad, cualquier obstáculo puede ser superado. En esta nota te contamos su historia y cómo hoy en día es una gran creadora de contenido en Estados Unidos.
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En 2001, la joven de 20 años Marcela Marañón, nacida en Ica, vivió sus primeros años muy felices en compañía de su familia. Sin embargo, a esta edad viajó a los Estados Unidos, con el objetivo de aprender el inglés y regresar a Perú para iniciar una carrera que le brinde más oportunidades laborales.
Un año después de residir en el país americano, en 2002, tuvo un accidente automovilístico, el cual le cambió la vida para siempre, ya que ella no supo qué más hacer con su vida.
Llegó a la montaña Jungfraujoch, conocida como la cima de Europa, en Suiza. Foto: Marcela Marañón/Instagram
Aquella noche, Marcela y sus amigos salieron a bailar y, al regresar en un auto Jeep Wrangler, pararon en el Taco Bell que estaba a una cuadra antes del departamento en donde vivían. Terminaron de comer, subieron al coche y consideraron no colocarse el cinturón de seguridad, ya que estaban cerca de casa.
Al salir para la autopista, el amigo que estaba conduciendo el Jeep Wrangler descapotable, previamente había bebido, así que se encontraba un poco mareado, se estrelló con otro auto; por ello, no pudo controlar la situación.
Con el impulso del choque, el novio de Marcela salió del auto y falleció instantáneamente. Por su parte, ella salió del auto, se estrelló contra un árbol y cayó en un jardín. Con este impacto, perdió el pie que había quedado enganchado debajo del sitio del copiloto. Además, le rompió la espalda, le dañó la médula; en consecuencia, quedó sin movilidad desde la cintura hasta abajo.
Nunca perdió la consciencia, por lo que recuerda absolutamente todo, incluso cuando llegaron los bomberos. Se acuerda de que ellos prendieron el regadío y, como ella estaba atrapada entre los árboles, se comenzó a ahogar y el lodo ingresó a la herida del pie, por lo que se infectó y los médicos tuvieron que cortarle la pierna hasta arriba de la rodilla.
Marcela en una sesión de fotos, previo a su accidente. Foto: Cosas
Le afectó no estar en su país, perder una de sus extremidades más necesarias. Pero aun más le afectó la muerte de su novio. Además de ello, atravesó lo difícil que es quedarse como ilegal, no poder trabajar, no tener dinero para costearse el seguro.
Constantemente, trabajó su autoestima y hoy lo ve como una oportunidad, una nueva vida llena de seguridad. Asimismo, cree que la mentalidad de las personas no debe ser muy cerrada.
Practicar deportes extremos es de sus pasatiempos favoritos. Foto: Cosas
Marcela señala que el Gobierno de los Estados Unidos brinda apoyo a las personas con discapacidad, ya que existen programas para la fortaleza personal y existen tecnologías como el exoesqueleto para personas con paraplejia. Asimismo, ofrecen programas laborales, que no hay en Perú. En su caso, laboró primero como niñera, luego como asistente de oficina hasta que ingresó a la industria médica.
Como pudo ahorrar, se cansó de trabajar de forma dependiente y tomó la decisión de renunciar a todo y emprender como creadora de contenido. "Quise ser mi propia jefa", le cuenta a Mathias Brivio para su canal 'Yo la hice', en YouTube.
Lamentablemente, ya no puede usar su exoesqueleto porque se le malogró. Foto: Cosas
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Marcela Marañón es hoy en día creadora de contenido, fue el rostro de una marca de tecnología de exoesqueleto, es modelo, es practicante de deportes extremos, pues ha subido la montaña Kilimanjaro, en África; ha recorrido Machu Picchu, en Perú; ha hecho surf, en las playas de Guanacaste, Guatemala, ha practicado parapente en los cielos de Estados Unidos, y más.
"Discapacidad no es una mala palabra. La discapacidad es una comunidad y deberíamos agregar más personas a nuestras conversaciones e iniciativas. ¡Juntos, podemos hacer del mundo un lugar equitativo y accesible para todos!", señala Marcela, un gran ejemplo de vida.