En la actualidad, ya es posible encontrar en el mercado pantallas con una frecuencia de actualización o tasa de refresco de hasta 360 Hz, característica que se ha vuelto una de las prioridades a la hora de elegir un monitor, sobre todo dentro de la comunidad gamer.
En concreto, este término hace referencia a la velocidad con la que la pantalla es capaz de mostrar una nueva imagen. Por ejemplo, un display de 60 Hz refrescará el contenido 60 veces por segundo, mientras que uno de 144 Hz lo hará 144 veces por segundo.
Estos datos resultan especialmente relevantes cuando se busca obtener una experiencia de juego más fluida, más aún cuando se tratan de títulos rápidos y competitivos. Según el monitor que tengas, puedes modificar el valor predeterminado de la frecuencia de actualización.
Es probable que aparezca el término ‘dinámico’ junto a algunas de las tasas admitidas. Las frecuencias de actualización dinámicas aumentarán o disminuirán automáticamente en función a lo que se muestre en la pantalla.
Por ejemplo, el valor se puede incrementar a la hora de ejecutar videojuegos con una gran cantidad de acciones de movimiento rápido o disminuir si se llevan a cabo tareas más simples. Esto se da con el fin de ahorrar batería y proporcionar una experiencia más agradable.