Si en los últimos años fuiste dueño de muchos smartphones, seguramente te acostumbraste a que se vuelvan más lentos con el paso de los meses, sin importar que se trate de un Android, un iPhone o cualquier otro modelo. ¿Por qué esto es algo común? No todo se debe a tus hábitos de uso.
Si recuerdas haber comprado un smartphone de gama baja, media o incluso alta, seguramente quedaste encantando con su performance durante los primeros días, semanas o hasta meses; sin embargo, el inevitable deterioro siempre llega.
De repente, tu teléfono dejó de funcionar como nuevo, empezaron a colgarse las aplicaciones, las páginas web ya no cargan rápido, el teclado tarda en salir y un largo etcétera al que probablemente ya te acostumbraste.
¿Cuál es la explicación detrás de todo esto? Para responderlo, tenemos que analizar un poco la industria del smartphone y remontarnos, incluso, a un nivel básico.
La dinámica es simple: un fabricante diseña y vende el teléfono y los usuarios lo compran y usan a diario. Pero, no debemos olvidar a un tercer agente —para nada menos importante— los desarrolladores.
¿Has notado que las apps de tu teléfono se pueden actualizar muy seguido? Esto, en su mayor parte, se debe a que los propios desarrolladores actualizan sus productos de software para aprovechar las mejores prestaciones que aún ofrecen los fabricantes.
Así decidamos desactivar las actualizaciones automáticas, es poco recomendable hacerlo, puesto que los parches también resuelven brechas de seguridad. Todo esto nos da como resultado un mayor consumo de CPU y RAM, ya que cada app intentará sacar máximo provecho de los smartphones del mercado. Esto hará que los nuestros se esfuercen cada vez más mientras intentan alcanzar a los más modernos.
Otra de las razones cruciales es el uso desmedido que podemos darle a nuestro teléfono para tareas básicas: instalar demasiadas apps, guardar muchas fotos y un gran etcétera que podría marcar la diferencia. Los teléfonos móviles tienen una memoria sólida que, pese a no ser muy propensas a fragmentarse, aún puede generar lentitud si la llenamos casi por completo.
Este último punto se complemente con el anterior, ya que muchas de las aplicaciones que descargamos en nuestro smartphone pueden ejecutar código en segundo plano, sobre todo a la hora de encenderlo.
Este código en segundo plano merma incluso más el poco espacio que tenemos en nuestra CPU, RAM y hasta el SSD si necesita hacerlo. ¿El resultado? Más lentitud y mucha más carga acumulada por cada actualización, cada nueva app que instalamos, cada uso incluso de algunas como WhatsApp con nuevas fotos, videos y más.
Entonces ¿es inevitable que nuestros smartphones se vuelvan lentos? En un amplio panorama, sí. Es muy difícil que un teléfono de un año y uso convencional funcione como el primer, pero siempre podemos recurrir a buenas prácticas para evitar que se ralentice mucho: usar servicio de nube para guardar nuestras fotos, desinstalar apps que no usamos, evitar altas temperaturas y mantener la batería en buen estado con las más destacadas.
El smartphone es un elemento importante hoy en día, pues muchas personas lo usan para comunicarse con familiares y amigos; además, también puede convertirse en una plataforma para ver contenido multimedia o incluso enviar correos u otras tareas. Sin embargo, esto también genera malos hábitos en usuarios que no se desprenden de su teléfono.
Al ser un dispositivo moderno, nos acompaña en todo momento, incluso, cuando dormimos. Por ello, las personas suelen cometer el error de cargar el smartphone sobre la cama, sin conocer el peligro al que se están exponiendo.