Domingo 15 de abril. Los terroristas disparan a Luis Astuquillca y César Vilca. Hieren a Astuquillca en una pierna y el codo y cae al fondo de un barranco. Después consigue subir y observa que los senderistas tenían rodeado a su compañero Vilca.,“Yo no sabía que al amanecer nunca más volvería a ver vivo a mi querido Camachín”, Al despertar me di cuenta de que la ropa de mi compañero César Vilca estaba empapada. La mía, también. Nos habíamos quedado dormidos y la lluvia nos había mojado. Vilca estaba en un lugar donde se había empozado el agua. Arranqué ramas y hojas de los árboles y le acondicioné un lecho para que descansara más cómodo. Lo llevé con mucho cuidado al lugar. Lo llevaba como a un niño. Me acordé de mi mamá, Fidela. Me emocioné, pero me aguanté. Le curé las heridas, le cambié la camiseta que tenía y le puse una que llevaba en mi mochila. Le quité el pantalón y le puse el mío. Mi compañero César Vilca lo necesitaba más que yo. Mientras tanto, puse a secar su uniforme. Para que durmiera más tranquilo, le froté el pecho con Vick VapoRub para que no se resfriara. Como a las ocho de la mañana , mientras ordenaba las pertenencias de César Vilca y las mías, los terroristas me dispararon y me hirieron la pierna derecha . Vilca seguía dormido. "¡Camachín, me han disparado! ¡Me dieron, carajo!" , le grité a Vilca, con quien compartimos el apodo de “Camachín” desde la escuela de la policía porque dormíamos en el mismo camarote. EL ÚLTIMO GRITO Vilca se recuperó como de un brinco. "¡Escápate, Camachín! ¡Escápate!" , me contestó. Mientras esto pasaba, otra bala de los terroristas me impactó, esta vez en el codo. Por el golpe caí en un barranco. Mientras rodaba, me pude agarrar a una rama y me detuve. Cuando me repuse vi que los senderistas habían llegado hasta donde se encontraba Vilca. Quería avanzar para ayudar a Vilca, pero no podía porque estaba herido. De pronto la rama en la que me sostenía se rompió y rodé por el profundo barranco. Mientras caía mi cuerpo chocaba con los árboles, arrastraba piedras y se deslizaba por el lodo, en medio de la lluvia de balas que disparaban los senderistas desde arriba. Mi fusil Kalashnikov no lo tenía . Se había quedado a un costado del lecho de Vilca. Mal herido traté de esconderme. El tiroteo duró como 15 minutos. Creo que los senderistas me dieron por muerto . De otro modo no me explico por qué no bajaron a buscarme. Al observar que los senderistas se habían ido, me arrastré hasta el río y tomé agua. Al ver que mi pierna sangraba, me hice un torniquete con mi correa. Pensaba en César Vilca. Posiblemente los terroristas lo atraparon y lo mataron, me decía. TERRORISTAS AL ACECHO Recuerdo que el día anterior hablamos de lo que teníamos que hacer en caso aparecieran los terroristas. "Anda tú a buscar ayuda. Yo no puedo hacer mucho por mi herida" , me decía. Cuando le insistía en que no podía dejarlo, me replicaba: "Es mejor que te vayas, carajo. Más vale que agarren a uno que a los dos" . No escuchaba nada, ningún disparo. Solo el ruido del río. Poco después, cuando decidí subir, escuché tiros de fusil . Eran los senderistas que me estaban siguiendo. Querían asegurarse si yo estaba muerto. Entonces me interné en el monte todo el día. Solo pude comer hongos de los árboles . A eso de las dos de la tarde empezó una fuerte lluvia. Estaba empapado y mi ropa llena de barro. Cuando paraba de llover, me quitaba el polo y lo dejaba al sol para que secara. Y así hasta que llegó la noche. Pero volvió a llover. No pude dormir nada. Era como si en cualquier momento iban a salir los terroristas del follaje. Como no podía dormir, comencé a repasar mi vida. Recordaba las cosas pendientes con mi padre Alfredo, con mi madre Fidela y mi hermana Lizeth. ¿Qué estarán haciendo a esta hora? Seguramente muy preocupados, quizás pensando lo peor, no sé. También recordaba las bromas de mis compañeros, para llenarme de ánimos. Y, claro, también me puse a reflexionar sobre lo que le estaba pasando a Vilca . ¿Lo habrán matado? ¿Lo tendrán secuestrado? ¿Lo estarán torturando para sacarle información? ¿Se habrá defendido? ¿Habrá disparado? Yo lo había dejado con su fusil Kalashnikov en la mano. A veces pensaba que me decía: "No te culpes, Camachín. Así suceden las cosas". Pero estaba herido, la zona estaba infestada de terroristas, y había dejado mi fusil. "Carajo, por qué dejaste tu arma", me decía. Me daba golpes de pecho. La noche se hacía larga. En mis pensamientos, decía a Vilca: "Camachín, parece que nos van a recoger. Mañana temprano. Van a venir los helicópteros y los van a barrer. ¡Te apuesto a que nos recogen! ¡Te apuesto!" . También imaginaba la respuesta de César Vilca: "Ya, Camachín, apostamos". César Vilca era mi mayor por un año y tres meses. Él era del 16 de febrero de 1989. Yo soy del 11 de mayo de 1990. Pero éramos de la misma generación. La noche que pasé en vela como nunca el cielo estaba estrellado. No sabía que al amanecer nunca más volvería a ver vivo a mi mi querido Camachín, a César Vilca . MAÑANA: Un menú de hongos y lombrices. QUÉ PASABA EN EL PAÍS Atrapar hasta el último terrorista Vestido de uniforme militar, el presidente Ollanta Humala desarrolla una inspección en el centro de operaciones de Kiteni. Después de la reunión sostenida con el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, general EP Luis Howell Ballena , Humala expresó: "La consigna es atrapar vivos o muertos a los terroristas”. Así se dio inicio a la segunda etapa de la "Operación Libertad" . Humala también se reunió con los 36 ex rehenes en la localidad de Kiteni.