Los restos óseos hallados en el subsuelo del frontis del altar mayor del templo de San Cristóbal, en el Cusco, pertenecieron a Paullo Inca, hijo del inca Huayna Cápac y hermano menor de los monarcas Huáscar, Atahualpa y Manco Inca, confirmó la historiadora española María del Carmen Martín Rubio. • Culminaron labores en templo del Cusco. Se sacaron partículas de quien se estima es el hijo de Huayna Cápac. Redacción La República. Hallazgo. Expertos evaluarán todavía los restos en Templo de San Cristóbal. Los restos óseos hallados en el subsuelo del frontis del altar mayor del templo de San Cristóbal, en el Cusco, pertenecieron a Paullo Inca, hijo del inca Huayna Cápac y hermano menor de los monarcas Huáscar, Atahualpa y Manco Inca, confirmó la historiadora española María del Carmen Martín Rubio. La especialista indicó que se llegó a esa conclusión tras analizar diferentes elementos y factores, entre ellos los resultados del estudio de antropología física realizado a los 6 esqueletos hallados en el lugar del enterramiento. El análisis de antropología revela que los restos óseos eran de un hombre adulto, una adolescente, dos mujeres y dos niños. Según Martín Rubio, los restos pertenecen a Paullo Inca, quien fue enterrado al lado de las tres mujeres ligadas a él para acompañarlo en su paso a la vida futura. La adolescente que está a su costado posiblemente fue su esposa del momento y las otras dos mujeres tal vez sirvientas. Los niños habrían sido enterrados como ofrenda para cumplir con el rito de la Capacocha, usado para purificar el paso del inca a la muerte. El hecho de encontrar mujeres denota que era enterramiento inca, puesto que durante la colonia no se permitía enterrar mujeres en altares de las iglesias y templos. Asimismo, las pruebas físicas y métricas practicadas al esqueleto del inca indican que pertenecieron a un hombre de facciones andinas de 38 a 40 años. Se supo que tras 10 días de excavaciones, ayer culminaron las investigaciones de sitio en la iglesia de San Cristóbal. Poca influencia cristiana Martín Rubio refirió que por las características descritas se trata de un enterramiento incaico con muy poca influencia cristiana. Los cuerpos fueron enterrados con dirección hacia el sur, donde se encuentra el templo del Sol o Koricacha. Además en el lugar se halló el esqueleto de la cabeza de un perro, que era el guardián de las tumbas de los incas. En la parte cristiana, las manos de los esqueletos están en posición de orante y en el frontis del altar. Otro aspecto importante es que el enterramiento estaba sellado con cal y los cuerpos se encontraban ordenados.