Las Islas del Callao, un archipiélago lleno de leyendas y biodiversidad, ofrecen una experiencia única para quienes buscan explorar su riqueza cultural y natural. Desde la imponente Isla San Lorenzo hasta la vibrante Isla Palomino, cada rincón cuenta una historia fascinante. Precisamente, en La isla El Frontón, ubicada frente a la costa del Callao, fue identificada como un lugar estratégico para albergar un centro penitenciario debido a su aislamiento natural, lo que dificultaba las fugas y aseguraba un control más estricto sobre los reclusos.
En el penal El Frontón se encontraban varios reclusos sentenciados por terrorismo. Foto: CVR
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Inaugurada en 1917 durante el segundo mandato del expresidente José Pardo y Barreda, la construcción de esta cárcel tuvo como objetivo aliviar la aglomeración de los penales de Lima y establecer un espacio donde los presos pudieran cumplir sus penas de forma más ordenada. El penal fue diseñado principalmente para delincuentes comunes de alta peligrosidad, aunque en años posteriores también se utilizaría para presos políticos. Las instalaciones incluían celdas individuales, espacios comunes y áreas de trabajo, en línea con las reformas que Pardo promovió para humanizar el trato a los reclusos y fomentar su reintegración social.
La creación del penal de El Frontón reflejó los ideales progresistas de José Pardo, quien buscó modernizar las instituciones del Estado. Bajo su liderazgo, también se implementaron avances significativos en educación, salud y trabajo, con énfasis en la justicia social. Sin embargo, la transformación del sistema penitenciario enfrentó múltiples retos, como la falta de recursos y el crecimiento de la población carcelaria.
El penal de El Frontón permaneció como una cárcel activa durante varias décadas, aunque con el tiempo se convirtió en un símbolo de la represión y los abusos, especialmente en el contexto de la lucha interna de los años 80. A pesar de ello, su construcción marcó un hito en la historia carcelaria del Perú, siendo una de las primeras iniciativas estatales para mejorar las condiciones de detención en el país.
José Pardo y Barreda dejó un legado complejo, donde su visión reformista sentó bases importantes, aunque no todas sus iniciativas lograron consolidarse con el tiempo. La prisión de El Frontón, concebida como un ejemplo de modernidad, sirve como un recordatorio de los esfuerzos de su gobierno por enfrentar los desafíos del Perú de inicios del siglo XX.
El 19 de junio de 1986, la prisión de El Frontón fue escenario de uno de los episodios más oscuros en la historia reciente de Perú. Un grupo de prisioneros del MRTA se amotinó y tomó el control de algunas áreas de la prisión. El gobierno de Francisco Morales Bermúdez, quien había asumido la presidencia tras el golpe de Estado de 1975, respondió con un operativo militar para sofocar la rebelión.
A pesar de los intentos de negociación con los prisioneros, el gobierno optó por una solución violenta al ordenar un asedio que culminó en la masacre de más de 100 prisioneros. Las versiones oficiales afirmaron que los prisioneros intentaron fugarse y resistieron el control de las fuerzas de seguridad. Sin embargo, numerosas organizaciones de derechos humanos han cuestionado la narrativa oficial, alegando que los prisioneros fueron ejecutados extrajudicialmente mientras estaban desarmados y en condiciones de total vulnerabilidad.
Germán Small, exdirector del INPE, alertó sobre los altos costos que implicaría la reconstrucción del penal 'El Frontón'. Aunque considera la iniciativa positiva, enfatiza la necesidad de evaluar su viabilidad económica en un contexto de hacinamiento carcelario.
Además, en una entrevista de 'La Rotativa del Aire' del medio RPP, también se refirió al proyecto de ley del congresista Alejandro Muñante, que busca no solo reconstruir 'El Frontón', sino también ampliar el penal de máxima seguridad de Challapalca. Esta propuesta, respaldada por varios parlamentarios, tiene como objetivo albergar a delincuentes de alta peligrosidad en un sistema penitenciario que actualmente enfrenta serias deficiencias.
La situación carcelaria en Perú es crítica, con 68 establecimientos penitenciarios que albergan a más de 95.000 internos, superando ampliamente su capacidad de 41.000 reclusos. Small subraya la urgencia de abordar esta problemática, que afecta tanto a los internos como al sistema judicial en general.
Por otro lado, destacó que 49 de las 68 cárceles habilitadas en el país están en condiciones de aglomeramiento. “Es importante establecer que los 68 están totalmente sobrecargados con más de 95 mil internos, cuando hay una capacidad de 41 mil. Hay 54 mil internos de más”, declaró Small, enfatizando la necesidad de soluciones efectivas que aborden el hacinamiento y mejoren las condiciones de vida de los internos.
Small Arana indicó que, aunque las islas penales son más seguras y requieren menor custodia externa, su implementación conlleva gastos significativos. “Me parece una iniciativa muy buena, pero hay que tener en cuenta que un establecimiento penal de isla implica el transporte. Debe existir transporte y determinación política del Estado”, comentó, sugiriendo que la viabilidad económica debe ser un factor clave en la discusión sobre la reconstrucción de 'El Frontón'.
El exjefe del INPE propuso que es más factible ampliar la capacidad del penal de Challapalca y de Cochamarca, en lugar de reconstruir 'El Frontón'. “No se trata de ver el campo penitenciario desde el punto de vista político”, apuntó, abogando por un enfoque más pragmático que priorice la efectividad y la sostenibilidad de las soluciones propuestas.