La madre de familia venezolana Yirbilis (30) intentó dos veces cruzar la frontera hacia Chile; trató caminando por el desierto que separa a Perú y dicho país, y durmiendo ahí a la espera de una oportunidad de ingresar a ese país, evadiendo los controles fronterizos. No tuvo éxito y hoy junto con sus tres hijos hace cola a la afueras de la Oficina del Servicio Jesuita al Migrante, en la ciudad de Tacna.
Ella forma parte de los miles de migrantes que tratan sin éxito de ir a Chile y buscan nuevas oportunidades de trabajo. Al respecto, vale decir que el último fin de semana el Comité Policial y de Frontera de Arica (Chile) informó que desde febrero del 2023 a noviembre de este año, se registraron 20.062 impedimentos de ingreso a su territorio.
A su turno, fueron las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad que intervinieron a migrantes y los retornaron a Perú. La cifra alcanzada en las intervenciones, por otro lado, representa una disminución de 46% respecto al mismo periodo en el año anterior.
Yirbilis relata que ella durmió en el desierto y caminó junto a otras 20 personas, pero desistió por la salud de uno de sus hijos cuyo rostro presentó quemaduras por el frío, además de tener infecciones estomacales por alimentarse de comida que les regalaban. También le robaron la tarjeta de alimentos que había obtenido de organismo de apoyo.
Hace una semana hubo alrededor de 100 intentos irregulares de salida a Chile. Foto: Liz Ferrer /La República
"Caminamos por seis horas hasta llegar a un hueco profundo donde hay que meterse para cruzar, pero yo no puedo con mis tres niños. Me devolví cuando vi que otros venezolanos estaban regresando. Nunca llegué a ver militares chilenos, pero los que regresaban me decían que sí se habían topado con ellos más adelante.", cuenta la madre de familia.
En Arica, las autoridades responsables del resguardo de la frontera detallaron que del 28 de octubre al 3 de noviembre se tuvieron 98 impedimentos, en el marco de la Ley de Infraestructura Crítica (referido al control de la migración irregular).
Por su parte, en Tacna las organizaciones religiosas brindan vales de comida y hospedaje temporal a los migrantes que quedan varados tras no lograr entrar a Chile. Quienes no consiguen esa ayuda, duermen en óvalos o parques. Yirbilis cumplió tres noches en el albergue que deberá dejar y ahora su futuro y el de sus hijos es incierto.
"Llevo año y medio fuera de Venezuela. Yo quería ir a Chile a trabajar porque allí pagan más. He vivido un año en Colombia y el resto me la pasé caminando y viajando hasta llegar aquí. Mi idea es volver a Colombia ahora; estoy cansada de viajar e ir de un sitio a otro.", concluye la madre de familia.