En las calles de Lima, los 'dateros' son figuras clave en la organización del transporte público. Su trabajo, aunque poco reconocido, es fundamental para mantener la fluidez y coordinación del tráfico de combis y autobuses. Estas personas no solo 'gritan' números; también forman una pieza esencial en la dinámica urbana de la ciudad.
Un 'datero' actúa como controlador en tiempo real del tráfico de vehículos de transporte público. Ubicado estratégicamente en los paraderos, su tarea principal es monitorear y registrar los intervalos de tiempo en que los autobuses pasan por un punto determinado. Esta información resulta crucial para que conductores y cobradores ajusten su velocidad y estrategia de recolección de pasajeros, lo que optimiza el servicio y evita acumulaciones o demoras excesivas.
Los números que los dateros comunican a los choferes son códigos que indican los minutos transcurridos desde que el último vehículo de la misma línea pasó por un punto específico. Por ejemplo, un grito de '1, 4, 4' señala que el autobús más reciente pasó hace un minuto y los dos anteriores, hace cuatro minutos cada uno. Este sistema permite a los conductores saber si necesitan acelerar para mantener una distancia óptima con el vehículo que los precede o si deben reducir la velocidad para gestionar la carga de pasajeros de forma más eficiente.
La compensación de los 'dateros' depende de la cantidad de vehículos que asisten. Por cada autobús o combi, recibe una propina, generalmente entre 10 y 50 céntimos. Aunque parezca poco, al final del día estas sumas pueden ser significativas, especialmente para quienes trabajan más de 12 horas. De esta manera, un 'datero' podría llegar a ganar hasta S/1.200 mensuales. Sin embargo, sus ingresos no son fijos, ya que dependen del tráfico, y de que los cobradores entreguen la propina esperada.
Los 'dateros' también son llamados 'Controladores de paraderos'. Foto: Analyze It. Data Science and analytics
Entre las jergas más comunes se encuentran 'sopa', que se refiere a un autobús completamente lleno de pasajeros de pie; 'planchado', que indica que todos los asientos están ocupados; y 'chantón', que describe a un conductor que avanza lentamente en busca de pasajeros. Otras expresiones como 'pampa', que significa que el camino está despejado, y 'embalado', usadas para describir un vehículo que avanza rápidamente, también forman parte del vocabulario diario de estos trabajadores.
Julio Hevia, psicólogo, comunicador y autor de Habla, jugador, un libro sobre los cambios en el lenguaje en el Perú, explica que los modos de hablar coloquiales surgen como respuesta a necesidades de la comunidad. Aunque, según él, no es posible precisar una fecha exacta para su origen.
"En la medida en que el transporte limeño depende masivamente de las combis, se hace necesaria la creación de un sociolecto que aspire a reducir al mínimo malentendido y ambigüedades entre usuarios y ofertantes (…) En la jerga, al igual que en el español castizo, ‘lo bueno, si breve, dos veces bueno’", explicó Hevia.
Son los cobradores de combis quienes generalmente retribuyen económicamente a los 'dateros'. Foto: EnLínea