La madrugada del 15 de febrero pasado, Olivia Biso, presidenta del Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Chapra, estaba durmiendo en la casa de su padre, en San Lorenzo, capital de Dátem del Marañón, en Loreto, cuando uno de sus sobrinos la despertó y le dijo que dos hombres habían tratado de entrar a la casa.
El sobrino había estado tumbado en la hamaca, en el patio trasero, cuando vio a los desconocidos acercarse sigilosamente. Se puso de pie y ellos, al verlo, retrocedieron y se fueron.
Olivia cree que los tipos pensaban que la persona de la hamaca era ella. Está segura de que pretendían hacerle algo. Para entonces ya llevaba año y medio recibiendo decenas de llamadas amenazantes, en las que se le advertía que si no dejaba de “joder”, la iban a “eliminar”.
La lideresa de la Nación Chapra se contactó con la policía y con su ayuda salió raudamente hacia Tarapoto. Pocos días después, escondida en esta ciudad, recibió una nueva llamada. Le dijeron que se escondía como una “p...ta”, pero que ya iba a ver cuando la encontraran. Los policías de Tarapoto no le quisieron recibir la denuncia y le dijeron que la iban a adicionar a las que ella ya había hecho en San Lorenzo.
Han sido semanas de miedo e incertidumbre para la primera jefa mujer de una nación indígena en el Perú. A finales de febrero, estando en Talara en un evento de defensores ambientales, después de un plantón en las oficinas de Petroperú, la volvieron a llamar. Ella contestaba todas las llamadas porque esperaba noticias de una hermana hospitalizada gravemente. El tipo que la llamó le dijo: “Chola de mierda, sigues jodiendo, c...tumadre”. Le dijo que dejara de “joder” o ya sabía qué le pasaría. Y le colgó.
Propuestas. Los dirigentes chapras rechazan la extracción petrolera y piden que el Gobierno promueva actividades económicas alternativas como la reforestación y la pesca sostenible. / Foto: difusión
La hermana de Olivia falleció hace poco. Desde algún lugar de la Amazonía, ella cuenta, por teléfono, que por estos días vive con el dolor de la pérdida y el miedo a que le suceda algo a su familia, sobre todo a sus hijos. Dice que nunca imaginó que por el simple hecho de defender su bosque iba a estar en esta situación. Pero que no piensa echarse para atrás.
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El lema de la Nación Chapra es “la Tierra me dio la vida y por la tierra voy a morir”, dice.
Olivia Bisa es un caso extraordinario dentro de los pueblos indígenas de Loreto. A los 11 años, su padre la había prometido en matrimonio al líder de una comunidad vecina, que le triplicaba la edad, pero una psicóloga que hacía su Serums en la zona, escandalizada por la historia, la ayudó a salir de allí. Olivia completó el colegio en Piura. Cuando volvió a su comunidad, a los 17 años, le dijeron que estaba muy grande para casarse y que podía redimir su culpa por haber huido ayudando en las tareas administrativas de la organización comunal.
Así fue escalando posiciones, se ganó la confianza de los dirigentes, y asesoraba a su padre cuando, en 2018, este se convirtió en presidente del Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Chapra. Y en 2022, cuando se renovó a la directiva, gracias a que, en paralelo, se había formado como socióloga, con una maestría en Derechos Humanos en España, ya que se había ganado el respeto de los líderes chapras, fue elegida como la nueva presidenta. Una situación inédita en ese pueblo indígena.
Desde entonces, Olivia ha liderado la defensa de su pueblo ante las actividades extractivas que los afectan, en particular, la petrolera. En setiembre del 2022, cuando la corrosión en un tubo de Petroperú provocó un derrame que se expandió por 3 kilómetros y afectó a cinco comunidades, encabezó los reclamos para que se limpie el desastre y para que las empresas contratadas para hacerlo no tuvieran sospechas de corrupción. Desde ese momento se convirtió en enemiga de las personas que promueven la extracción petrolera en la zona.
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Olivia también se ha ganado enemigos por liderar el rechazo a la construcción de la carretera Iquitos-Saramiriza, que atravesaría tierras de la Nación Chapra, y por denunciar el ingreso de narcotraficantes y taladores ilegales a su territorio.
Desde el 2022, dice, viene pidiendo al Ministerio de Justicia que la ponga en la lista de defensores ambientales en peligro.
“Hay leyes, hay mecanismos de protección, pero no están siendo materializados”, indica. “Un papel no va a detener una bala. Si te meten un disparo, el documento que tienes en la mano no la va a detener. Se necesita un mecanismo más humano. Ya hay 31 líderes indígenas asesinados. Yo no quiero ser la número 32”.
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En los últimos días, la relatora especial de la ONU sobre la situación de defensores de derechos humanos, Mary Lawlor, llamó al Estado peruano a adoptar con urgencia medidas de protección para Olivia y su familia. Lo propio han hecho una veintena de organizaciones indígenas y organismos de derechos humanos, entre ellas Aidesep, Aprodeh y la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.
Eduardo Pichilingue, coordinador de la Alianza Cuencas Sagradas en Perú, dice que algunas instituciones le propusieron a Olivia sacarla del país, por unos meses, hasta que las cosas se calmaran, pero que ella se negó.
“Nos dijo que ella era la presidenta de la Nación Chapra y que tenía un compromiso con su pueblo y que no los iba a dejar”, dice.
Olivia no solo enfrenta amenazas externas. Dentro de su comunidad, todavía hay dirigentes descontentos con el hecho de que una mujer los lidere. Pero eso no es novedad. Toda su vida ha tenido que vérselas con el machismo, que quería a las mujeres casadas desde niñas, ocupándose del hogar, alejadas de las tomas de decisiones de la comunidad. Ella no ha hecho en su vida más que vencer, una a una, las barreras de género. Ahora, su liderazgo la ha puesto en peligro. Y espera de las autoridades acciones urgentes para no convertirse en la próxima víctima.
Afectados. Las comunidades chapra, achuar y wampís padecen desde hace décadas por los derrames de petróleo que ocurren en sus territorios. Foto: difusión
El Gobierno Autónomo de la Nación Chapra se formó en 2017 con la finalidad de defender los derechos territoriales de este pueblo indígena.
87.000 barriles de petróleo se han derramado en el país hasta el 2021, siendo la Amazonía la principal zona afectada.
Teresita Antazú, coordinadora del Programa Mujer de Aidesep
Las mujeres indígenas jugamos un papel especial en la defensa de nuestros bosques. Para nosotros, los bosques son nuestro territorio, son vida, son nuestra farmacia, son nuestra ferretería. ¿Qué sería de los bosques si nosotros no los cuidáramos?
Antes jugábamos un papel, pero sin ser visibilizadas. No teníamos cargos, no asumíamos responsabilidades, los hombres no nos permitían asistir a las reuniones, incluso no querían que estudiáramos, pero las cosas han ido cambiando. Ahora ya tenemos jefas de comunidad, en algunas regiones hay presidentas de federaciones. Eso nos da mucha alegría.
Todavía hay dificultades, a veces los hombres no aceptan que una mujer sea la lideresa, pero felizmente eso ya está cambiando.