Fernando Torres es un peruano que dejó todo en nuestro país para empezar desde cero una nueva vida en Norteamérica. Hoy es consultor de inmigración y dirige su propia agencia especializada en Canadá. Su esfuerzo diario lo aprendió de su madre, quien trabajó intensamente para brindarle una formación académica de calidad.
Torres recuerda que su mamá siempre buscó equilibrar lo que le enseñaban en las aulas y lo que ella podía enseñarle en casa: tener buenos valores y un espíritu a prueba de balas. Estas actitudes le sirvieron de escudo cuando salió del país y sus primeros pasos en el exterior no fueron fáciles.
Uno de los primeros obstáculos más grandes que tuvo Fernando fue aprender el idioma, pues se demoró cinco años para lograrlo. "Hay gente que le toma seis meses", dijo Torres a la agencia Andina.
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Fernando Torres recuerda que su primer trabajo que tuvo fue en el aeropuerto, en donde controló las máquinas que mueven todo el sistema operativo de las maletas.
"Un sitio oscuro, bullicioso, lleno de polvo y ruido. Estábamos en una salita, muy pequeña, mi compañero de trabajo se ponía a ver películas. Fíjate, de las circunstancias más complejas uno puede sacar lo mejor. Ellos me decían para qué estudias si todos te entendemos, pero ellos no tenían los objetivos que tenía yo”, explica Torres.
Fernando narra que en Canadá tienes que escoger un programa específico que se ajuste a tu perfil para que puedas conseguir éxito y su experiencia lo avala.
"Desde nuestra experiencia, el grupo prioritario son familias latinas de entre 35 y 50 años. Los 2 pueden o no ser profesionales y la vía más utilizada es ir a estudiar. Es una llave para después obtener residencia y luego ciudadanía”, sostiene el peruano, añadiendo que en Canadá aún hay mucho por hacer.
Actualmente, Torres se encuentra estable económicamente gracias a su trabajo de consultor de inmigración; sin embargo, siempre quiere volver a Perú como la última vez que lo hizo después de 15 años en el exterior.
Para ese entonces, Fernando Torres cuenta que tuvo una gran satisfacción cuando su madre de 90 años lo vio consolidado y cumpliendo sus sueños.