Se llama Dolores, como si el destino la hubiera marcado desde que nació. La vida siempre fue difícil para ella. Sus recuerdos de infancia no están rodeados de juguetes, sino de medicamentos. No sabe cuántas operaciones le hicieron. Fueron demasiadas, cada una más dolorosa que la anterior. Sin embargo, está aquí, valiente, ayudando a otros. Es un ángel rodeado de otros ángeles.
Dolores Velásquez Chipao (30) trabaja en la Asociación de Ayuda al Niño Quemado (Aniquem), donde alivian las heridas y el alma de niños de escasos recursos que como ella también sufrieron quemaduras.
Estamos en el taller de presoterapia. Aquí se elaboran prendas que hacen presión sobre la piel para que la cicatriz de una quemadura quede lo más uniforme posible. Cuentan que uno de los niños que recibió estas ropas, que pueden cubrir rostro, pecho, piernas y brazos, se miró al espejo sorprendido. "¡Soy un superhéroe!", exclamó.
Dolores tenía solo 5 años cuando sufrió un accidente en su natal Apurímac. “No contábamos con electricidad, solo lámpara. Le habían vendido combustible en lugar de kerosene a mi hermanita. Cuando lo echó, todo explotó”, recuerda.
¿Cuántas operaciones ha tenido? “La verdad (suspira) ya perdí la cuenta porque ha sido bastante, hasta los 15 años, hasta ahora hay cosas que seguir arreglando”.
Ella estudió confección y terapia física. “Una cicatriz te queda para toda la vida, pero tampoco es un impedimento para continuar con la vida, lograr tus metas y tus sueños. Yo puedo dar las palabras de aliento”.
La oenegé ayuda a niños con quemaduras de bajos recursos. Foto: Erwin Valenzuela / La República
La oenegé Aniquem tiene 24 años ayudando. Todo lo que recaudan es para sostener el esquema. Se calcula que un tratamiento por 12 meses de un paciente con graves quemaduras puede llegar a los S/5.000. El 70% de estos casos son menores de 5 años.
“Los pacientes que vienen a Aniquem son de escasos recursos y llegan de todos los hospitales del país”, resalta Juany Burga, del área de relaciones públicas.
Violeta y Glenda, 2 hermanitas de 4 y 2 años, son un ejemplo de ello. Su casa en Tarapoto se incendió y sufrieron gravísimas quemaduras. Estuvieron en UCI. Pudieron haber muerto. “No me daban esperanzas”, recuerda su madre Vivian Vasallo (22).
Ambas niñas intentan jugar. Deben iniciar sus ejercicios. Les quitan las prendas y se evidencian las huellas de la tragedia. “Su apodo es 'Guerreras' porque supieron ser valientes, sobrevivieron”, concluye doña Vivian.
Aniquem alerta que en el Perú más de 15.000 niños sufren lesiones por quemaduras cada año. Según el Minsa, el 70 % de estas se producen por líquidos calientes.
Cecilia Rodríguez, encargada del área de recaudación de fondos, detalla que hay varias formas de ayudar. “Tenemos un programa muy bonito en el cual se puede compartir con el niño, acompañarlo en su tratamiento por un año, que es el apadrinamiento. Pueden participar personas naturales, empresas, grupos de amigos, colegios, etcétera”.
En el área de terapia física, Javier Segura atiende a muchos pequeños hace 15 años. “Este proceso es largo. Tratamos de que salgan de esta situación, que sean felices y olviden esto”.
Cualquier ciudadano puede realizar el acompañamiento de los pequeños durante su tratamiento. Foto: Erwin Valenzuela / La República
PUEDES VER: Aniquem lanza campaña para que empresas donen papel que no usan y ayuden a niños con quemaduras
Uno de estos casos es el de Emily, de 4 años, quien sufrió heridas en ambas piernas al tropezar con una olla con agua hirviendo. “Tuvo 2 operaciones. Le injertaron piel de cerdo y en la segunda su propia piel de su cabeza”, cuenta su madre Jennifer Muñoz (24).
“Fueron tiempos de covid. Mi hija estuvo sola un mes en el hospital. Para mí es la niña más valiente”, añade.
En la actualidad, uno de los métodos más efectivos de colaboración con Aniquem es el Programa de Reciclaje. “Consiste en capturar el reciclaje de empresas públicas o privadas e incluso personas naturales para, a través de operadores formalizados, generar valor y cofinanciar la rehabilitación de nuestros pacientes”, resalta Flor Paredes, responsable del área.
El 2022 reciclaron más de 2.000 toneladas en alianza con más de 300 empresas. Se costeó el tratamiento de 1.117 niños. Sin embargo, no es suficiente. Si puedes donar, ser padrino o reciclar, ingresa a la página www.aniquem.org.
Un niño no debería pasar por esto. En Aniquem, Dolores, quien fue paciente y ahora ayuda a los niños, trabaja junto a todo un equipo de personas solidarias para convertir el dolor en sonrisas y las cicatrices en esperanzas.
Mediante el reciclaje, se ha logrado financiar el tratamiento de 1.117 niños. Foto: Erwin Valenzuela / La República