Cuatro presos de poco más de un metro y medio de estatura, muy jóvenes y ágiles como acróbatas, instalan un toldo improvisado hecho de bolsas negras en el patio principal de la prisión de Pucallpa, capital de Ucayali, en la Amazonía peruana. Debajo de la lona improvisada ubican una mesa y dos sillas de plástico. A pocos pasos, la bandera brasileña está pintada sobre el piso. Es una señal de la hegemonía del ‘Comando Vermelho’, un nombre que la gente teme decir en voz alta, y que corresponde a la organización criminal brasileña conocida simplemente como ‘CV’.
—“Hay ‘vermelhos’, pero no los conozco”, dice uno de los entrevistados.
—¿Cómo sabe que son miembros del ‘CV’?
—“Así dicen en las noticias. Yo no sé nada. En mi pabellón solo hay uno”, agrega nervioso.
El hombre no habla más y pide cambiar de tema porque esas personas son peligrosas. “Es mejor no meterse con ellos”, advierte. La prisión alberga actualmente a 2.531 reclusos, 2.418 hombres y 113 mujeres, más del triple de su capacidad oficial de 800.
El ‘CV’ es una de las organizaciones criminales más peligrosas de Brasil. Tiene sus raíces en las revueltas carcelarias de la década de los 70 que buscaban mejorar las condiciones en una prisión, ahora desaparecida, de Río de Janeiro. Con el tiempo se transformó en un grupo que ha hecho del narcotráfico una de sus principales actividades. El ‘CV’ comenzó a tomar el control de rutas claves de tráfico de cocaína, especialmente en las fronteras de Perú y Colombia.
Tabatinga es una de sus áreas estratégicas, ubicada en la triple frontera que esos dos países comparten con Brasil.
Todo cambió en 2020, cuando buscando el control absoluto el ‘CV’ se involucró en una sangrienta disputa con otros dos grupos criminales brasileños, la ‘Família do Norte’ (‘FdN’) y el ‘Primeiro Comando da Capital’ (‘PCC’). Todos quedaron debilitados por la batalla, lo que permitió el surgimiento de un nuevo grupo de disidentes de las tres bandas, conocido como ‘Os Crias’, en portugués, o ‘Los Niños’, en español.
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Ese mismo año, el mundo se paralizó por la pandemia del COVID-19 y los mercados globales, incluidos los ilegales, enfrentaron situaciones críticas. El ‘CV’ se desplazó hacia Ucayali, región peruana limítrofe con Brasil, donde se expanden los cultivos ilícitos de coca, el principal ingrediente de la cocaína.
María () es una joven del pueblo indígena shipibo-konibo del distrito de Callería, en la provincia Coronel Portillo de la región Ucayali. Tenía 19 años cuando conoció al hombre que todavía considera el amor de su vida. En ese momento tenía pareja y dos hijos. “A los 12 años salí embarazada del primero”, recuerda. Era solo una niña, aunque no lo ve de esa manera. Habla con ingenuidad cuando recuerda al miembro del ‘CV’ que la convenció de hacerse un tatuaje con su nombre: C. Chamorro ().
María es una de las 113 mujeres que hasta abril estaban presas en la cárcel de Pucallpa. Con 24 años ha pasado los últimos tres en la cárcel de Pucallpa. La atraparon cuando trataba de ingresar a la prisión pasta base de cocaína para su cuñado. En su comunidad de origen, la coca es cultivada especialmente por aquellos que hablan bien español y pueden establecer conexiones con mestizos (no indígenas). “Eligen nuestras comunidades principalmente porque como es lejos no llega la Policía, no llega nadie”.
Se refiere a la cuenca del río Abujao, controlada por el ‘CV’. Una zona remota a la que nadie va, incluido el Gobierno, en torno al río Abujao y la cuenca paralela de Utiquinía, al sureste de Pucallpa. La mayoría de las comunidades son indígenas, y las personas que han trabajado en la zona afirman que nadie entra o sale sin que el ‘CV’ lo sepa. Para llegar a Abujao se viaja por el río Ucayali desde Pucallpa, un viaje que dura entre 10 y 15 horas, dependiendo de la época del año.
En la zona, fuentes de la Oficina Regional de Inteligencia de la Policía Nacional dicen que comenzaron a detectar brasileños vinculados con el ‘CV’ desde 2015, pero fue en 2020 cuando confirmaron que el ‘CV’ se había establecido en la región.
María conoció a C. Chamorro a través de sus hermanos, quienes comenzaron a producir coca para un narcotraficante local cuando tenían 12 años. No saben leer ni escribir. Ganan dinero recogiendo hojas de coca hasta que les sangran las manos. Al principio, lo presentaron como José. Más tarde ella descubrió que se llamaba Carlos. Dice que la trató como a una princesa. “Lo veía cada mes, llegaba a recoger su carga. Transportaba cocaína en ladrillos, en su bote de madera, así la Policía no iba a sospechar, ¿no?”.
Según oficiales y otras fuentes que pidieron no mencionar sus nombres, la región de Abujao es un área controlada en su totalidad por el ‘CV’. Ahí se produce pasta base de cocaína que luego es llevada por río a Brasil. Otro de sus dominios empieza en la comunidad rural de Nuevo Utiquinía, en el río Abujao.
Hay una comunidad shipibo-konibo, Flor de Ucayali, que es allanada constantemente, según el coronel Luis Wong Briceño, jefe de la Dirección Antidrogas de la Policía Nacional (Dirandro) en Ucayali. “Se destruyen laboratorios, se hace erradicación, pero siguen en lo mismo”. Según las cifras de Devida, Flor de Ucayali tenía 219 hectáreas de cultivos de coca en 2022, 34 % más que en 2020.
Devida no tiene estadísticas de otras comunidades indígenas en Ucayali. Según Carlos Figueroa Henostroza, presidente ejecutivo de Devida, la entidad solo monitorea a comunidades que solicitan asistencia, y en la región solo trabaja con Flor de Ucayali. Aquí, la falta de datos plantea dudas sobre las estimaciones de producción de coca en Perú, y en esta región no hay estimaciones de producción desde que las autoridades confirmaron la presencia del ‘CV’.
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Cuando María “cayó en desgracia”, como se refiere a su encarcelamiento en Pucallpa, no entendió del todo lo que había pasado. Cuando juntó las piezas del rompecabezas, que la llevó a una sentencia de cinco años, se dio cuenta de que el hombre de quien se había enamorado tenía algo que ver. Ella muestra las marcas de tinta con las que ha intentado borrar el tatuaje con el que la marcó.
—¿Sabes quiénes son el ‘CV’?
—Claro. Él también pertenece a esa red criminal.
“Ellos en verdad me aterran. Son personas (a las) que no les gusta la mentira. Son bien derechos en sus cosas. No utilizan celular, no utilizan nada de esas cosas. Simplemente llegan al lugar y las personas ya están ahí esperándolos”, dice María.
“Es peligroso hablar de ellos. Se manejan por códigos”, dice María, y cita como ejemplo tatuajes que muestran que una persona pertenece a la organización.
Los ‘vermelhos’ utilizan operadores peruanos a los que vigilan de cerca.
“A las mujeres, básicamente, las utilizan para transportar droga. Pero por hacer eso ya les perteneces”, dice María sobre el papel de las mujeres peruanas en la organización criminal.
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El control del ‘CV’ sobre el territorio en Ucayali no sería posible sin peruanos que se integran en la organización como productores y operadores logísticos en la red de tráfico de los brasileños, quienes controlan toda la cadena, desde los insumos para la producción de pasta base de cocaína hasta la compra y transporte de la mercancía.
Y, sobre todo, controlan a sus miembros. “Ellos controlan las rutas fluviales, los insumos químicos; tienen embarcaciones para la logística”, dice un agente de la Oficina Regional de Inteligencia de la Policía. “Básicamente, ellos vienen a Pucallpa a abastecerse de insumos, los llevan al Abujao y se los venden a los patrones (narcotraficantes locales) que manejan los sembríos”.
María lo resume: “Los ‘CV’ lo saben todo. […] Estar con ellos es como estar en otra prisión”.
Las drogas fabricadas en Ucayali son transportadas de tres formas: por barco, en avionetas y por personas a pie, conocidas en Perú como ‘mochileros’. Según fuentes de Dirandro, el ‘Comando Vermelho’ envía drogas principalmente por el río Ucayali y el Amazonas a pueblos como Tabatinga (Brasil) y Leticia (Colombia) en la triple frontera. La misma ruta es utilizada por los traficantes en Loreto. Otros viajan en avionetas, principalmente a Bolivia, desde más de 70 pistas de aterrizaje ubicadas en las selvas de Ucayali. Algunos envían cantidades más pequeñas por tierra con ‘mochileros’.
Una imagen de archivo de AFP muestra a un policía brasileño de operaciones especiales custodiando a sospechosos de pertenecer al ‘Comando Vermelho’. El poder de esta banda alcanza a regiones del Perú.
(*) Nombres fueron cambiados.
—Esta es una investigación en el marco del proyecto Amazon Underworld.