Ya se había recuperado de un largo tratamiento hospitalario en Lima y se había integrado a su trabajo como consejero regional de Lambayeque, en la Comisión de Turismo, cuando el Dr. Walter Alva Alva tuvo una nueva —y grave— recaída. Su estado de salud puso en alerta a sus familiares, amigos y admiradores en todo el mundo, y sacó a relucir esa indignante realidad de recibir 850 soles de pensión mensual luego de cuarenta y tantos años de servicio al Estado y su enorme aporte a la cultura, patrimonio e identidad nacional; sin contar su incalculable aporte en la creación del circuito turístico en el norte peruano. Pasado el susto, el descubridor de las tumbas reales del Señor de Sipán nos confió sus planes inmediatos y los afanes por solucionar su situación pensionaria.
—En el Ministerio de Cultura arguyen trabas burocráticas para solucionar su caso. ¿Ha recibido alguna propuesta?
—Bueno, en realidad desconozco la trama administrativa y burocrática, pero tengo entendido que el Ministerio de Cultura está tratando de encontrar una solución para el tema de mi actual situación como cesante con una pensión de 850 soles mensuales. En realidad, quiero seguir aportando con un trabajo efectivo que contribuya a la investigación y conservación de nuestra herencia cultural. Es decir espero asumir un trabajo y dar resultados.
—Con su experiencia como funcionario público, ¿cómo cree que se podría solucionar su situación?
—Como funcionario público siempre he trabajado en las áreas técnicas de arqueología, museografía y gestión de proyectos como el del museo. Los temas presupuestales y de contrataciones siempre han estado a cargo del área administrativa. Para solucionar mi caso, lo primero que debe existir es la voluntad para evaluar las alternativas que permitan viabilizar una posible contratación por parte del Ministerio de Cultura dentro del marco legal vigente. Tengo entendido que la actual gestión está estudiando el caso teniendo en cuenta mi actual situación como pensionista, así como mi contribución al país y trayectoria profesional.
Walter Alva es el descubridor de las Tumbas Reales de Sipán. Foto: Andina.
—Su caso ha servido para revelar el terrible problema de las miserables pensiones que recibe la gran mayoría de los jubilados en el Perú. ¿Cuál cree que sería la solución?
—Todos conocemos la triste realidad de los jubilados en el Perú. En cada familia no falta un cuadro de esta dura vejez. Llegas a los 70 años con toda una gran experiencia de vida y muchos proyectos que terminan el día de tu cumpleaños como si te quitaran la brújula y el timón… Y pasas a ser un lastre.
—Podrías ser más sabio, pero te tratan como un inútil. ¿Siempre ha sido así?
—En el antiguo Perú se valoraba la experiencia y sabiduría de nosotros los viejos. En otras culturas, el Consejo de Ancianos resolvía los más difíciles temas estatales. Hoy en día existen países que brindan gran respeto a las personas de edad. La mejor manera de brindarles respeto y consideración es que tengan una mínima calidad de vida. Evidentemente, en nuestro país las pensiones de jubilación no tendrían por qué estar debajo del sueldo mínimo vital. La alternativa de solución sería impulsar una ley que eleve la escala salarial de los jubilados a este nivel.
—Con las mejoras en la calidad de vida y en las ciencias de la salud, muchos jubilados están aptos para seguir contribuyendo en la sociedad…
—Debemos recordar que el maltrato a nuestra población de la tercera edad genera depresión y deterioro. Los jubilados que están aptos, como en otros países, deberían ser incorporados a trabajos de voluntariado, apoyo educativo, industrias culturales y asesorías en las instituciones o empresas en las que han laborado y, por supuesto, programas de turismo y entretenimiento.
Pese a la adversidad que viene sopesando Walter Alva, él ha reiterado en varias ocasiones que seguirá aportando a la cultura. Foto: difusión
—De jóvenes nos creemos inmortales, pero se olvida que los jubilados también son una población económicamente activa…
—Su experiencia y consejos serían de gran utilidad, y permitirían tener una población de la tercera edad saludable y protegida. Las nuevas generaciones deben entender que ellos también llegarán inevitablemente a esta situación. Para esto no necesitamos inventar la pólvora, porque existen países donde los jubilados tienen una razonable remuneración y participan activamente en la vida nacional.
—Está escribiendo un libro… ¿Está referido específicamente a los hallazgos en las tumbas reales de Huaca Rajada, en Sipán, o a toda la civilización moche?
—Desde hace algún tiempo vengo trabajando con mi esposa, Emma, e Ignacio, mi hijo mayor, un libro general sobre los mochicas…
—¿En qué se diferencia de sus anteriores publicaciones?
—La diferencia es que lo estamos escribiendo con un lenguaje accesible al gran público y muchas ilustraciones que permitan presentar una visión actualizada de este extraordinario pueblo que supo vencer el desierto y crear las maravillosas obras de arte que conocemos, su compleja estructura sociopolítica y pensamiento religioso, con base en las investigaciones arqueológicas de las últimas décadas. Será un libro ameno y educativo.
—¿Recibe algún apoyo o incentivo para la publicación del libro?
—El proyecto del libro fue presentado a una conocida institución universitaria que viene financiando los gastos para su preparación.
—Acaba de recuperarse de una segunda recaída en su salud. ¿Qué otros planes tiene para el futuro inmediato?
—Bueno… no soy pitoniso ni sacerdote mochica, pero puedo asegurarte que apenas supere este impase de salud, continuaré trabajando en la preparación de varias publicaciones pendientes…
—¿Siempre con el tema arqueológico?
—Sí… Como el gran libro monográfico de Sipán, con la idea de presentar en varios tomos todo el material arqueológico recuperado en las tumbas reales de Sipán, su análisis e interpretaciones. Otro trabajo pendiente es ‘Arqueología del valle de Zaña’. Y algunos otros que, como dijo Cervantes, “de cuyo nombre no quiero acordarme”, pero que deben quedar en el mundo.
—¿Y sus memorias?
—Por supuesto, ese es otro proyecto pendiente. Escribir mis memorias para que quede un testimonio de vida y una crónica de los tiempos que me tocaron vivir. Volviendo a lo de pitoniso o sacerdote, dejo en suspenso nuevos descubrimientos…