Las recientes movilizaciones iniciadas en el país por la disolución del Congreso, celeridad en las nuevas elecciones generales, entre otros petitorios por parte de la población, van dejando más víctimas. Además de los 22 fallecidos durante los enfrentamientos con personal de la Policía Nacional y del Ejército, existe una larga lista de heridos y damnificados que se encuentran a la espera de ser atendidos.
Uno de ellos es el menor de 13 años, de iniciales E. G. Q. N., quien se halla postrado en una camilla del Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) sin poder caminar.
El 12 de diciembre, el niño salió de su vivienda ubicada a tres cuadras de la comisaría de Chincheros, Apurímac, para mirar lo que estaba pasando tras escuchar balazos en las calles. En ese momento, fue alcanzado por un proyectil de arma de fuego.
El padre del afectado no se enteró de lo sucedido hasta que uno de sus vecinos lo alertó. “Me avisó porque yo estaba en la chacra. ‘¿Qué haces acá? A tu hijo le ha caído una bala. ¿No sabes?’, me dijo. Me fui al hospital de Chincheros y los doctores me dijeron que era un golpe. Pero no fue así”, declaró Segundo Mateo Quispe en diálogo con Salud con Lupa.
Debido a la gravedad, el escolar fue trasladado a Lima luego de permanecer en el Hospital Regional de Ayacucho, donde en un inicio fue referido y no había personal capacitado para atenderlo.
El impacto le había destrozado el bazo y los médicos tuvieron que extraerlo. La bala se alojó en la columna y permaneció ahí hasta que fue retirada en el Instituto Nacional de Salud del Niño, de Breña.
“Mi hijo ahora está tendido en una cama, no mueve los pies, pero sí los brazos. Él estaba en segundo de secundaria. Es el último de mis tres hijos. (...) Por ahora, me quedo en el albergue del hospital, pero todavía no me dicen cuándo se recuperará”, añadió Segundo Quispe.