La División de Investigación de Homicidios de la Policía Nacional del Perú (PNP) reveló el perfil psicológico de Giancarlo Paolo Sánchez Suárez, el sujeto que asesinó y descuartizó a su amigo Gerber Luiz Coz Vara en la víspera de su cumpleaños. El homicida pasó la evaluación el último 4 de octubre en calidad de detenido y con todas las condiciones de aseo respectivas.
Sánchez dio su consentimiento informado para la realización del examen. El documento precisa que al inicio de la entrevista, el asesino evita el contacto visual con el evaluador. Además, señala que “siempre trata de dar una imagen positiva sobre sí y cuando narra los hechos, se expresa espontáneamente”. “Intenta llorar mientras le tiemblan las manos por momentos”, dice el peritaje.
Los resultados también revelan que es una persona con tendencia a la extroversión, con facilidad para entablar relaciones interpersonales y que “busca la aprobación de las personas de su entorno”. No solo eso, ya que trata de mostrar una imagen positiva de él en todo momento.
Así también, no toma importancia a las consecuencias de sus actos ni los daños que podría conllevar. “Tiende a la mentira y ocultar información”, se lee.
“Es emocionalmente inestable, es estratégico y planificado en su accionar, buscando obtener control sobre las situaciones. Proyecta baja autoestima, dependencia e impulsividad. Poco expresivo emocionalmente, optando por la constricción de sus afectos como mecanismo de afronte. Denota escasa empatía en su relación con el prójimo, al no evidenciar sentimientos encontrados”, agrega.
En esa línea, la pericia evidencia que ocultó y descuartizó el cuerpo para “evadir responsabilidades”. Así también, utiliza el llanto como manipulación y que se vea una imagen favorable a su persona. Esto finaliza con un perfil de frialdad afectiva, ausencia de escrúpulos en su actuar, así como también conductas de planificación y encubrimiento.
De acuerdo al documento presentado, el asesino relató que en la víspera del cumpleaños del taxista (14 de setiembre), la víctima acudió a su trabajo para recogerlo y tomar unas latas de cerveza. Sánchez menciona que, en ese momento, mezcló ketamina con su bebida para que el hombre durmiera y no lo molestara.
“Lo maté porque me usaba mucho, porque mareado me insultaba”, acotó. Luego de que el taxista se quedó dormido, el sujeto le aplicó la T61 (medicina para eutanasia). Según el homicida, recién se percató de que su amigo falleció “cuando vio que no se levantaba y empezó a oler feo”. El 16 de setiembre, Sánchez descuartizaría al hombre e iniciaría su macabro plan de esconder la cabeza y esparcir las extremidades en otros sectores.
“Me siento mal, arrepentido, creo que si no hubiera hecho esto, no estaría aquí”, contó. Giancarlo Sánchez (25) aún permanece en la Dirincri y se investiga si habría otros implicados en el caso. La familia de la víctima pide justicia.